Familia

Xavi Montaner, neuropsicólogo clínico: “En la medida en que te cuidas a ti mismo, te conviertes en mejor cuidador”

Xavier Montaner es neuropsicólogo clínico y autor del libro, 'Me cuido, te cuido'
Sergio Ros de Mora

Aunque es difícil dar datos fiables de cuántas personas en España cuidan de una persona dependiente, lo cierto es que el 80% de ellos son no profesionales, es decir, que son familiares de la persona dependiente y no tienen formación para ello. A estas personas se les encomienda la ardua tarea de cuidar física y emocionalmente a una persona todos los días, una tarea que, a la larga, si no se hace bien, puede repercutir de manera muy negativa en la vida del cuidador.

Para hacerles esta tarea más fácil, Xavier Montaner, neuropsicólogo clínico, profesor del Máster en Psicología Clínica y Medicina Conductual de la Universidad Autónoma de Barcelona y especialista en Terapia de Aceptación y Compromiso, acaba de publicar ‘Me cuido, te cuido’, un libro para que las personas que cuidan aprender a hacerlo sin olvidarse de ellas mismas.

¿Por qué decidió escribir ‘Me cuido, te cuido’?

Yo llevo años trabajando en una unidad de demencia, donde coordino un servicio de hospital de día y hago asesoramiento con las familias. Un día, cuando estaba en un congreso presentado un trabajo sobre el estrés vinculado a los cuidadores, me empezaron a hacer preguntas y una de ellas fue por qué no escribía un libro sobre esto. Y esta pregunta tocó una tecla dentro de mí que llevaba escondida mucho tiempo, porque ya desde mis inicios en la psicología empecé trabajando con cuidadores, para ayudarles a gestionar este malestar emocional que supone cuidar a un ser querido, darle herramientas para comunicarse mejor con ellos… Es algo que se ha ido gestando durante muchos años, pero fue cuando me hicieron esa pregunta cuando me di cuenta de que tenía que escribir un libro sobre eso.

¿Por qué es tan importante cuidarnos para cuidar?

En nuestra sociedad, todavía hay cosas que tenemos que arraigar, como es la importancia de cuidar las emociones. Si tú tienes una rodilla rota nadie te diría que te ocuparas de una persona dependiente, pero cuando hablamos de dolor emocional, la sociedad nos pide que seamos fuertes, que aguantemos… y los seres humanos la presión la aguantamos hasta cierto punto. Todo lo que sentimos en el camino de cuidar acaba creando una presión emocional que termina saliendo por algún lado, ya sea a través de problemas físicos, como dolor de espalada, o problemas psicológicos. Y el mensaje más importante que quiero trasmitir en mi libro es que para cuidar bien antes tienes que cuidar de ti mismo, porque en la medida en que te cuidas a ti mismo, te conviertes en mejor cuidador.

“En nuestra sociedad, todavía hay cosas que tenemos que arraigar, como es la importancia de cuidar las emociones”

¿Qué consecuencias tiene tanto para el cuidador como para el cuidado no cuidarnos lo suficiente?

Hay cuidadores a los que yo llamo los ‘supercuidadores’, que siempre van con una sonrisa, que pueden con todo, que no necesitan ayuda… pero las consecuencias que experimentan a largo plazo esos cuidadores son insomnio, problemas musculares, estrés, irritabilidad… y eso tiene un eco en el tipo de cuidado que le dan a su familiar, porque si tú estás irritable, cansado, agotado, triste… es muy fácil que explotes y luego te sientas culpable. Esto tiene como consecuencia que, para compensar esa culpa, pases más tiempo con él, no lo dejes nunca…y es la pescadilla que se muerda la cola. El cuidador se olvida de sí mismo y se va comiendo todos los demás roles: el de trabajadora, de amiga, de pareja… y uno puede acabar en un pozo de soledad, de tristeza… y además, cuidando mal.

¿Cuáles son los errores más comunes que se cometen al cuidar?

Más que errores, prefiero hablar de cosas que no funcionan, y el primero es no dedicar tiempo a uno mismo por todo lo que hemos hablado. Otra cosa que tampoco funciona es dedicar poco tiempo a tu propia salud, como no comer bien, no hacer ejercicio físico… Y otra cosa que se hace mucho es manejar las emociones de un modo equivocado, es decir, negarlas, taparlas… cuando lo que tenemos que hacer es reconocerlas, aunque nos duelan. Una de ellas es la culpa, si sientes culpa cuando no estás con tu familiar o te dedicas tiempo a ti, no dedicas tiempo para ti para evitar esa culpa y al final entras en una rueda que funciona peor que si afrontas la culpa y te cuidas.

“Si tienes una rodilla rota nadie te diría que te ocuparas de una persona dependiente, pero cuando hablamos de dolor emocional, la sociedad te pide que seas fuerte, que aguantes…”

En general, los dependientes que cuidan familiares renuncian a muchas cosas por ellos: trabajo, tiempo libre, autocuidado… ¿Cómo se cuida bien sin renunciar de más?

Es que cuidarnos es mucho más que cuidar la salud, es cuidar también nuestras alianzas, y cuidar no es algo que podamos hacer solos. Siempre vamos a necesitar ayuda y tenemos que se capaces de pedir esa ayuda, ya sea a familiares, amigos, a los servicios sociales disponibles, centros de día...

Aunque las cosas estén empezando a cambiar poco a poco, las mujeres siguen siendo las principales cuidadoras, un 89%. Pero, ¿en qué se diferencian -si es que hay alguna diferencia- las cuidadoras de los cuidadores?

Sí, es cierto que la inmensa mayoría de los cuidadores continúan siendo mujeres, generalmente la esposa o la hija de la persona dependiente, pero, a pesar de que continúan siendo muy pocos en comparación, cada vez hay más hombres. Según mi experiencia, los hombres tienden más apartar a los demás y a no dejar responsabilizarse a nadie más, mientras que las mujeres tienen un rol un poco más pasivo, pero tampoco piden ayuda. Y es que, en general, el manejo del estrés es igual de malo en ambos sexos, pues se sigue pensando que, si no estás tú siempre, eres un mal cuidador. Lo primero que les explico siempre a los familiares es que tienen que hacer equipo, que no pueden cargarlo todo en una sola persona, y esto a los hombres les cuesta un poco más.

¿Y entre cuidar a un mayor dependiente (una madre, padre, suegro…) o un hijo, una pareja…?

Es completamente distinto. Doloroso es siempre, porque a nadie le gusta ver a un padre envejecer, ser dependiente… pero cuando se trata de un hijo o una pareja es mucho más doloroso. No tienes la paz interior que aporta saber que ha vivido bien o que ha tenido una vida plena, se rompen muchas expectativas, en caso de la pareja, de envejecer juntos, viajar, disfrutar de los nietos…

“El cuidador que se olvida de sí mismo, se va comiendo todos los demás roles: el de trabajadora, de amiga, de pareja… y puede acabar en un pozo de soledad, de tristeza… y además, cuidando mal”

En el libro habla del cuidador flexible. ¿A qué se refiere?

Esta sociedad nos invita a ser fuertes siempre, como un árbol que parece que nada lo derrumba, hasta que viene un viento fuerte y lo destroza totalmente. Por eso, en el camino de cuidar, a mí me gusta más que seamos como el bambú, al que el viento lo mueve mucho, pero cuando el viendo se va, vuelve a su sitio porque es flexible y se vaya adaptando a todos los cambios y dificultades que puedan surgir en este camino.

En su libro también habla de las tres C que ayudan a llevar un poco mejor el papel de cuidar…

Estas tres C son las tres características que hacen un poco más llevadero el camino de cuidar. La primera C es el conocimiento, porque cuidar es un modo de aprender constante. Las personas que empiezan a cuidar tienen que aprender muchas cosas: a cambiar un pañal, a comunicarse de un modo diferente… y hacerlo constantemente porque las circunstancias van cambiando. La segunda C es la de la Consciencia, aprender a cuidar de un modo consciente, poniendo toda la atención en lo que estamos haciendo, que es la única manera en la que aprendemos, somos conscientes de los errores y de qué tenemos que cambiar… Si cuidamos con el modo automático en lugar de con el modo consciente, acabamos cuidando como si nuestro familiar fuera un objeto. La última C es de compromiso con tus valores personales, y para ello yo siempre planteo la siguiente pregunta: ¿Qué harías si supieras que hoy es el último día de la vida de la persona que estás cuidando? Esta pregunta suele despertar una serie de direcciones que son las que nos tienen que guiar en el camino de cuidar. Esto te ayuda a cuidar mejor, a sentirte bien contigo mismo, con más paz interior.

Para terminar. Si pudiera elegir tres consejos para darle a una persona que se acaba a convertir en cuidadora de una persona dependiente, ¿cuáles serían?

Mi primer consejo sería que de dejen ayudar por los profesionales que tiene a su alrededor; el segundo, que busque información válida y fiable, y el tercero, que desde el principio aprendan a cuidar las alianzas. Esto en un primer momento, porque cuidar es un desafío siempre cambiante. 

loading...