Medicina

Timo, el órgano que desconocías que tenías

Ilustración que muestra el timo.
Henry Vandyke Carter / WIKIMEDIA COMMONS

Todas las personas estudian unas nociones básicas de anatomía en su paso por la educación obligatoria; así, conocemos la mayoría de nuestros órganos. Sin embargo, hay algunas partes de las que, por diversos motivos, no se habla en estos niveles, aunque sean fundamentales para muchos procesos básicos vitales. Uno de estos órganos es el timo.

¿Qué es, exactamente, el timo?

La etimología del término 'timo', que proviene del griego 'thymos' (rabia, ira), además de resultar muy poética, nos da una vaga pista sobre su ubicación. Al parecer, los fisiólogos de la antigüedad entendían que estas emociones se sienten en el centro del pecho, que es exactamente donde encontramos el timo.

Se trata de una víscera plana, de un tamaño que oscila entre los 27 gramos que puede alcanzar durante la pubertad y los cerca de seis que pesa hacia los 75 años de edad. Su color también varía entre un gris rosáceo en la infancia y amarillento en la adultez.

Concretamente, se sitúa tras el esternón y frente al corazón (de hecho, se apoya en el pericardio, la membrana que lo recubre). Consta de dos lóbulos laterales, compuestos a su vez de otros lóbulos unidos por tejido alveolar.

Ilustración que muestra la estructura del timo.
Henry Vandyke Carter / WIKIMEDIA COMMONS

¿Para que sirve el timo?

El timo pertenece al sistema inmunitario, y se encuentra como tal integrado en los circuitos linfáticos. En él maduran las células T, un componente esencial del sistema inmunitario adaptativo, que es el que nos permite a nuestro cuerpo reconocer elementos extraños que penetran en él (por ejemplo, microorganismos infecciosos como bacterias o virus), combatirlos y desarrollar inmunidad contra ellos.

Las células T, también conocidas como linfocitos, se producen en la médula ósea (en la forma de timocitos), pero como hemos señalado migran hasta el timo, que es donde maduran y adquieren sus formas finales y sus funciones diferenciadas.

Esta maduración, de una forma tremendamente simplificada, consiste en una reorganización más o menos aleatoria de parte de sus genes. Algunas de las nuevas combinaciones resultantes permiten a la célula reconocer una serie de elementos (concretamente, péptidos y antígenos) que 'señalan' amenazas específicas (diferentes para distintas células T) a combatir. Sin embargo, aquellas que no logren alcanzar esta capacidad son eliminadas en un proceso llamado 'selección positiva'.

No obstante, a veces estas combinaciones llevan a las células a reconocer como amenazas ciertas proteínas que produce el propio cuerpo, con lo que pueden llegar a atacar células sanas. Sin embargo, ciertos grupos de células del timo poseen 'catálogos' de proteínas del cuerpo, que muestran a los linfocitos supervivientes de la selección positiva. Cuando alguno de ellos reacciona contra ellas, es eliminado; esto es la 'selección negativa'.

El timo y las enfermedades autoinmunes

La selección negativa, así, permite el establecimiento de la tolerancia central, que es la capacidad que tiene el sistema inmune de reconocer los antígenos propios para, así, no atacar a células sanas.

Por lo tanto, si no fuera por el timo, nuestro cuerpo se atacaría a sí mismo, lo que provocaría muy serios problemas de salud o incluso la muerte.

De hecho, podemos ver una pequeña muestra de lo que sucedería si una persona careciese de timo en las enfermedades que llamamos autoinmunes, y que no son otra cosa que aquellas en las que, por alguna anomalía (en ocasiones, precisamente, por el funcionamiento del timo) el sistema inmune reconoce como extraño algo que no debería serlo y lo ataca. 

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