Salud

Retos virales: ¿por qué hay jóvenes que cometen actos crueles o ponen en peligro su propia vida?

Imagen de un reto viral en el que unas jóvenes caminan por la acera y empujan a una chica de catorce años, que cae a la calzada justo cuando pasa un coche.

Cada vez son más numerosas las noticias que alertan de los riesgos que traen consigo los retos virales. Especialmente populares entre los adolescentes, desafíos como El rompecráneos, La caza del pijo, Vacuum challenge o La ballena azul han conseguido que miles de jóvenes pongan en peligro sus vidas y también las de otras personas sin sopesar las consecuencias que pueden acarrear.

Y aunque resulte complicado comprender qué puede tener de atractivo para nadie ponerle la zancadilla a otro, golpear a chicos que viven en barrios de clase alta o envasarse al vacío con un aspirador, los expertos señalan tres explicaciones principales a este tipo de conductas entre los adolescentes: en primer lugar, la falta de un expectativa de vida adulta atractiva; en segundo, el haber sido criados en un ambiente familiar que vive de espaldas a sus propios duelos; y por último pero no menos importante, la interacción con otros adolescentes que se agrupan con estos factores afines. Analizamos uno a uno estos factores con la ayuda de dos expertos de la Universitat Oberta de Catalunya.

Sentirse conectados

Como ya hemos mencionado, compartir retos puede hacer que los jóvenes se sientan conectados durante su transición al mundo adulto. Una etapa que, como explica Enric Soler, tutor del grado de Psicología de la UOC, es una etapa que se asemeja de alguna forma a un duelo. "Se trata del duelo por la pérdida del cuerpo y los privilegios infantiles y de la integración en el mundo de los adultos", afirma este experto en duelo de alta complejidad. El especialista explica que la mayoría de los jóvenes se sienten muy solos en esta transición: “Ni los niños ni los adultos les entienden. El ciclo de vida natural es dirigirse al mundo adulto, al que retan constantemente, pero mientras dura esta transición solo pueden satisfacer sus necesidades gregarias compartiendo retos, sintiéndose integrados en su mundo, el de los adolescentes", asegura.

Los expertos advierten también de las graves repercusiones que conlleva el actual cambio de escenario de lo analógico a lo digital. Según el estudio Uso desadaptativo de las TIC en adolescentes: perfiles, supervisión y estrés tecnológico, más del 60 % de los adolescentes usa las TIC (abreviatura de Tecnologías de la Información y la Comunicación) sin supervisión, y casi la mitad, el 45 %, tiene un uso desadaptado de las TIC, lo que se traduce en que no las utilizan de un modo responsable. A esto hay que sumar la llamada 'dictadura del like', que consiste en hacer todo aquello que consideren necesario para obtener más popularidad.

Las redes sociales pueden generar, además, un nocivo efecto de "cámara de resonancia" tal y como indica José Ramón Ubieto, psicoanalista y profesor colaborador de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC. "En las redes sociales se reciben mensajes que van en la misma dirección de lo que uno plantea, por lo que la violencia se puede multiplicar al sentirse respaldados por otros”.

Por supuesto, también hay adolescentes que se unen a retos virales de índole positiva. ¿De qué depende entonces que se decanten por unos o por otros? En opinión de Soler, todo depende de la forma en que afrontan esa transición hacia el mundo de los mayores. "Cualquier comportamiento que se dirija hacia conductas propias de los adultos será considerado una conducta saludable. En cambio, las conductas del adolescente que se resiste a elaborar el duelo de la adolescencia no las podemos considerar saludables, ya que tienden a un estancamiento o incluso a una regresión evolutiva de la persona", señala.

Por lo tanto, lo que sucede es que la rabia propia de cualquier duelo se canaliza de una forma violenta o infantil. "Un niño pequeño puede tener una rabieta cuando algo no sale como espera, pero cuando un chaval adolescente se comporta como un niño enrabietado tiene mucha más capacidad física y mental de dañar voluntariamente al prójimo, o también a sí mismo", advierte Soler.

Un futuro muy poco atractivo

Por otro lado, los expertos consideran que la poco atractiva situación actual tanto en lo laboral como en lo económico - a lo que habría que añadir los efectos colaterales de la pandemia que sufrimos desde hace más de un año- tampoco aportan ningún aliciente a su paso a la vida adulta. "No es casualidad que en el reto de La caza del pijo los adolescentes que creen tener una peor perspectiva de lo que será su propia adultez atenten violentamente contra otros adolescentes a los que perciben con más facilidades para desarrollarse mejor en el mundo de los adultos (los pijos)", explica Enric Soler.

Escasa gestión emocional en el ambiente familiar

La atracción de los adolescentes por estos retos virales desadaptativos puede deberse también a una tercera circunstancia: formar parte de una familia que no cuenta con los suficientes recursos emocionales para afrontar las pérdidas y que no comparta o no sepa cómo compartir los sentimientos que se derivan de ellas. "En las muertes de familiares que no se comparten con los niños, aunque sea con la buena intención de protegerlos del sufrimiento, el niño se sentirá excluido del sentimiento de dolor por la pérdida de un miembro significativo de la familia, y cuando sea adolescente tenderá a no compartir con sus padres los sentimientos encontrados de ser niño y adulto a la vez, de forma que transitará una adolescencia en solitario, seguramente con la misma buena intención: no preocuparles", afirma.

Ubieto añade, además, que el paso de la infancia a la madurez suele implicar para los jóvenes adentrarse en "ritos través de los que se busca superar una prueba. Y debido a la propia naturaleza del desafío, lo esperado es que se den al margen de la familia”. Por ello, es complicado que busquen de forma intencionada la opinión al respecto de los adultos, todo lo contrario.

Por lo tanto, el experto aconseja a los padres mantener conversaciones informales que ayuden a que los adolescentes hablen con ellos y permitan conocer su opinión sobre lo que les preocupa, además de hacerles saber cómo fue esa etapa para ellos. "La manera de introducir una responsabilidad es que sientan que nos importan, poner atención en sus preocupaciones. Una buena aportación que pueden compartir los padres con sus hijos es sobre cómo fue su adolescencia. Pueden pasar de la economía de la atención —que focaliza la atención individual en la conexión— a la conversación en modo de presencia atenta, donde lo que prima es el vínculo y no la conexión unidireccional", afirma el profesor.

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