Retiario

Aprender a pescar

Ciertamente, la vida era mucho más sencilla antes, cuando estaba claro quién sabía y quién no; qué fuente de información era fiable y cuál sospechosa. Antaño los maestros eran los que sabían, y los alumnos los que no; las fuentes generalmente bien informadas lo estaban, y los medios de comunicación comprobaban la veracidad de lo que iban a publicar. Con excepciones, producto del error o de la manipulación abierta, las pocas fuentes de información de la vida pública tenían autoridad, mientras que el resto de las voces (el cotilleo, las conversaciones de barra de bar, los carteles fotocopiados en la calle) no eran fiables. En lo que respecta a información los periodistas, políticos, profesores etc. nos daban el pescado, ya preparado. Después de Internet nada es lo mismo. Ahora todos tenemos voz, de modo que el cotilleo sin sustancia y la falsificación aparecen en el mismo escaparate que la verdad contrastada. La vieja educación de autoridades y recopilación de hechos ya no vale: ahora cada persona tiene que aprender a pensar por sí misma, y a evaluar y comprobar lo que recibe. Tenemos que aprender todos a pescar por nuestra cuenta, porque los viejos sistemas basados en el prestigio ya no sirven. Ahora la verdad hay que conquistarla, porque lo cierto es que no te puedes fiar de nadie.