Retiario

Gol de Airbus a Boeing

KC45 F22

La empresa aeronáutica estadounidense Boeing ha tenido una pésima semana. Con lo orgullosos que estaban de haber entregado su ejemplar número 1.400 del venerable B-747 Jumbo, tras 42 años de producción, y su archienemigo EADS-Airbus ha venido a aguarles la fiesta arrebatándoles el contrato del siglo de este año: el suministro de al menos 180 aviones-gasolinera para repostaje en vuelo al ejército del aire estadounidense (USAF) por valor de 26.300 millones de euros. Decir que en Boeing o en el propio Pentágono la decisión ha sido un shock es quedarse corto: es la primera vez que un elemento estratégico del poderío militar estadounidense va a ejercerlo una máquina diseñada y fabricada (en parte al menos) en otro país. Y en el plano simbólico es todavía peor: es como si el Presidente francés o el Primer Ministro alemán utilizaran una limusina Ford como coche oficial, en lugar de automóviles nacionales.

El KC-45 [arriba], la oferta de EADS-Airbus (en asociación con una compañía estadounidense, Northrop Grumman, que montará allí los aparatos) es una adaptación del exitoso avión de pasajeros A-330, que con mayor capacidad por aparato y autonomía ha vencido al modelo de Boeing, un 767 modificado. Pero no sólo el aparato ofrece mejor rendimiento; Boeing se complicó enormemente las cosas implicándose en un tremendo escándalo en 2004, al intentar asegurarse el contrato por medios poco lícitos, aprovechándose de sus contactos privilegiados en el Pentágono. Porque el contrato es muy importante: se trata de la primera fase del reemplazo de más de 500 Boeing KC-135 [izq.] que empezaron a comprarse hace 45 años, y desde entonces han sido la espina dorsal de la capacidad de proyección mundial de la aviación estadounidense. Y también de la dominación por parte de Boeing del mercado mundial de aviones de pasajeros, porque el KC-135 es la versión militar del Boeing 707, el primer reactor de pasajeros de gran éxito, el abuelo de todos los actuales y el nacimiento del viaje aéreo que hoy conocemos. Y de la fortuna de Boeing, que sin el pedido de la USAF hubiese tenido muchas más dificultades para vender el 707 a miles.

Hoy la situación es muy diferente: Airbus ya le planta cara a Boeing de tú a tú en el mercado mundial, y ahora está de hecho introduciéndose en el mercado militar estadounidense, que el fabricante local consideraba propiedad privada. Lo curioso es que con la venta EADS-Airbus está contribuyendo de forma decisiva a la capacidad estadounidense de hacer la guerra donde y cuando quiera: sin los aviones cisterna la fuerza aérea estadounidense tendría mucha menos libertad de acción, al necesitar bases para repostar sus aviones (y para hacer la guerra desde esas bases hay que pedir permiso a los países donde están). Misiones como los bombardeos en Irak y Afganistán con los venerables B-52 o los modernos (y carísimos) B-2 dependen absolutamente del repostaje en vuelo. La capacidad de proyección estratégica del ejército estadounidense quedaría truncada en ausencia de este tipo de aviones. Cuya presencia en los arsenales europeos es francamente escasa, por cierto, lo cual limita mucho la presencia militar europea fuera del área más cercana. En todo caso, el asunto no se ha terminado aún; los políticos estadounidenses harán lo imposible por torpedearlo en el nombre del interés nacional y la honrilla. Airbus ha marcado un gol, pero no tiene ganado todavía el partido.