Retiario

La interactividad mata

O eso es de lo que nos quieren convencer quienes consideran videojuegos como Manhunt o Resistance: Fall of Man poco menos que entrenadores de asesinos en serie, o lavados de cerebro que transforman a pacíficos adolescentes en tremebundas máquinas de matar. El mismo tipo de imágenes y acciones en otros formatos como libros (American Psycho, A Sangre Fría, el Antiguo Testamento) o películas (La Matanza de Texas, Hostel, cualquiera de Sylvester Stallone o Chuck Norris, la serie de El Silencio de los Corderos), sin embargo, no deben ser tan efectivas en provocar homicidios sanguinolentos. Así que debe ser la interactividad lo que diferencia a los videojuegos de otras formas de cultura; la interactividad, o simplemente que los videojuegos son recientes, ya que libros y películas también causaron (antaño) temores hoy en su mayoría superados. Sin embargo, quien atribuye a la interactividad una especial capacidad perturbadora sólo está demostrando su ignorancia. Unas horas con un videojuego en compañía de otros jugadores harían comprender a nuestros autoproclamados defensores morales que los videojuegos no alteran la mente: simplemente divierten. Claro, que a lo mejor su odio se debe a eso.