Retiario

La prensa futura es libre (y gratis)

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¿Qué hace influyente a un medio de comunicación? ¿Por qué es capaz una empresa editorial de participar en el diálogo social con una voz desproporcionada con su tamaño? Esto sólo ocurre cuando los análisis y opiniones de ese medio y sus comentaristas son conocidos y respetados en la sociedad a la que sirven; cuando su voz editorial tiene importancia y provoca ecos, positivos o negativos. Es el impacto el que hace importante a un periódico; son sus lectores quienes lo hacen influyente. Por definición no se puede crear eco cuando se carece de voz; cuando nadie te puede escuchar es imposible cambiar opiniones. Lo primero que necesita un medio para ser influyente es tener una gran audiencia, cuanto más grande, mejor; sólo cuando esto ocurre podrá ser amado y odiado, citado y vilipendiado, plagiado y despreciado. No se puede estar de acuerdo, o en desacuerdo, con un mensaje que nadie conoce. No se puede ser la voz de una sociedad si la sociedad no puede escuchar nuestra voz. Y en un entorno de competencia infinita como es Internet cualquier barrera, por pequeña que sea, esconde y hace desaparecer una voz. La influencia es algo muy valioso y delicado en Internet.

Es por eso que la idea de cobrar por los contenidos editoriales del influyente diario estadounidense The New York Times mediante un producto llamado TimesSelect era estúpida, desde el principio; y es por eso que el periódico se dispone a corregirla abriendo gratis el acceso a todos sus contenidos en Internet. Es por eso que el famoso y casi único ejemplo de cobro por contenidos en Internet, el diario financiero The Wall Street Journal, analiza hacer lo mismo bajo su nuevo propietario, Rupert Murdoch. Ningún medio puede permitirse perder influencia, y eso es lo que les está succediendo a los que han escogido cobrar por leer, que están desapareciendo del panorama de la Red. Poner una barrera de pago a la entrada de una página web es un fallo estratégico tremendo para un medio de comunicación, porque reduce su influencia en la sociedad y daña la marca. No hay ingresos suficientes para compensar tamaño error. Que no por grande ha sido menos repetido, desde la versión digital del diario español El País a, mucho antes, la revista Slate, cuando era propiedad nada menos que del gigante Microsoft (hoy pertenece al Washington Post).

El cobro por contenidos en los medios de comunicación no ha funcionado jamás, e incluso cuando lo ha hecho (The Wall Street Journal en Internet afirma ser rentable) tiene un elevado coste a la larga: marginaliza al medio en la Red y reduce su influencia. En la Economía de la Atención en la que vivimos éste es un error que los medios no se pueden permitir reiterar. Va siendo hora de buscar otros modelos de ingresos que no impliquen reducir el número de los lectores. La prensa del mañana temprano será libre, y gratis, o no será. No será fácil, pero así será. Porque sin influencia no hay medios.