Retiario

El suicidio más cruel

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Hay a quien no le basta con quitarse la vida, sino que además tiene que hacerlo de la manera más dolorosa posible. Así la prensa belga ha ganado otra batalla en su particular guerra con Google por controlar cono mano férrea su información; una segunda victoria que les lleva de cabeza a la más abismal de las derrotas. Porque la prensa belga, y quienes en otros países se están fijando en sus batallas ganadas, está cometiendo un error funesto que les va a llevar al envidiable panteón que ahora ocupan las fonográficas. Se están suicidando, con extrema crueldad.

Es un problema de números; y sabido es que con los números no es sano discutir. Según un cálculo efectuado sobre datos de 2002 cada año se generaban en el mundo 800 Mb de información por persona (casi un libro estándar), con la cantidad creciendo un 30% anual. Por entonces la web 'normal' (visible por buscadores) almacenaba 167 Terabytes (Tb) de información (equivalentes a unos 15 millones de libros); aproximadamente el contenido de la mayor biblioteca del planeta (la del Congreso de los EEUU). Pero en la web denominada 'profunda' (accesible, pero externa) se calculaba el total en 91.850 Tb; unas 550 Bibliotecas del Congreso. Desde entonces los ritmos de crecimiento no han dejado de aumentar. La situación es catastrófica: nos está ahogando el exceso de datos. El término 'TMI' (too much information; demasiada información) está pasando al lenguaje popular. Hablamos de 'infoxicación'; intoxicación por un exceso de información que nos impide distinguir entre lo relevante y lo irrelevante, entre lo crucial y lo banal.

En esa ingente marea de datos que todo lo arrasa los periódicos, en especial los belgas, son la décima parte de una gota en el océano. Su contribución queda sumergida, apabullada y dilucida por miles de millones de otras fuentes de información, compitiendo todas ellas por conseguir un mínimo ratito de mirada humana que las lea. La cosa está alcanzando tales niveles que se teoriza sobre una Economía de la Atención, donde el recurso valioso deja de ser la información para ser la mirada de quien la lee. En términos prácticos, la mayor dificultad de los creadores de contenidos es obtener lectores, oyentes, videntes; conseguir que alguien nos encuentre.

Es en este entorno que los periódicos belgas (y quienes consideran sus victorias como propias), obcecados con mantener a toda costa el control de sus informaciones, están utilizando leyes obsoletas para hacer más difícil que les encontremos. Considerándose imprescindibles, creen que pueden por la fuerza convencer a Google de que comparta con ellos sus ingentes ganancias, basándose en que sin los contenidos de la prensa no habría qué buscar en la Red. El empeño destaca su arrogancia, su ignorancia de la realidad y su decisiónde dañarse a sí mismos, dificultando a sus lectores encontrarles, antes que ceder una pizca del control total sobre su producto. Como las fonográficas, prefieren morir dolorosamente que dar su brazo a torcer en beneficio de sus clientes. Bien, así será, porque ellos así lo han querido. A estas alturas ya no dan ni siquiera pena.