Borja Terán Periodista
OPINIÓN

El abrazo de Pablo Motos y Will Smith: la cualidad televisiva que esconde

Will Smith y Pablo Motos abrazados en El Hormiguero
Will Smith y Pablo Motos abrazados en El Hormiguero
Atresmedia
Will Smith y Pablo Motos abrazados en El Hormiguero

Pablo Motos cuenta con una gran cualidad televisiva: sus ojos hablan hasta cuando no quieren hablar. No es raro que cuando aparece Will Smith frente a esas pupilas su mirada se ilumine como dos cañones de luz. Es como si despertara el niño al que le fascinaba la magia de Hollywood. Ese niño que somos un poco todos. Nos parezcamos o no a Pablo Motos. 

La admiración con la que observa el presentador al actor norteamericano, al que siente como su amigo y necesita verbalizárselo, representa la España de la fascinación por las estrellas de la meca del cine y todo lo que representan. Fama, dinero, éxito y un cosquilleo mágico que ni siquiera sabemos describir con palabras. Tal vez porque sólo es fruto de la sugestión del recuerdo mitificado de las películas con las que crecimos.

Quizá poder abrazar a esas estrellas nos hace sentir que somos distintos al resto de los mortales. Que somos especiales. Pero el éxito de El Hormiguero está en que no sólo se conforma con entrevistar al artista o arañar un titular destacado, sobre todo quiere sorprender al personaje hasta convertirlo en persona para que se vaya diciendo "Woooow, qué alarde de imaginación en la tele española".

Y este miércoles, regresó al programa Will Smith. Ya son muchas veces. Y, de nuevo, El Hormiguero no habló de política y volvió a su esencia de jugar con la creatividad. Que si un efecto mariposa con mensajes de amor al actor, que si un experimento científico efectista con cubos de basura bailando al calor de fuegotes, que si un edificio de Miami cayéndose alrededor. de Pablo Motos y Will Smith mientras se abrazaban fuerte. Un espectáculo visual que con Will Smith funciona de manera perfecta: porque remata cada gag con un instinto del espectáculo colosal. Y, claro, a Pablo Motos se le enciende la alegría en la cara. Will Smith es el sueño de cualquier showman. 

Los dos abrazados antes de que se desmoronara una fachada sobre sus cuerpos es una imagen poderosa. El grande y el pequeño, protegiéndose ante el peligro. El grande incluso hace un chiste al pequeño que el pequeño remata con rapidez de reflejos. Como en las películas de acción cómicas. El Hormiguero consigue su cometido: acabar bien en alto, con un desenlace épico. Dejar a niños y a mayores boquiabiertos. Esa ingeniosa apoteosis quedará en el recuerdo de muchos pequeños en el futuro. Porque mantiene la esencia imaginativa de la tele y el cine de siempre.

Pero es curioso como ese abrazo entre Will y Motos que hace unos años hubiéramos visto con emoción, ahora transmite los artificios de la fama. Dos grandes estrellas, cada uno en su mundo artístico, achuchándose en la soledad de un gran plató con una escenografía efímera que se va a desmoronar. Qué metáfora de los medios de comunicación. 

Desde su arrebato en los Oscar ya no vemos a Will de la misma forma. Él, parece que tampoco se ve a sí mismo igual. Hasta sus chistes transmiten cierta desazón. La irritación mal gestionada puede cambiar tu vida en un sólo segundo. Al menos, Will Smith siempre podrá ir a divertirse a El Hormiguero. Pablo Motos y las chiribitas de la lealtad de sus ojos no le van a fallar. Eso es la amistad, al fin y al cabo.

Periodista

Licenciado en Periodismo. Máster en Realización y Diseño de Formatos y Programas de Televisión por el Instituto RTVE. Su trayectoria ha crecido en la divulgación y la reflexión sobre la cultura audiovisual como retrato de la sociedad en los diarios 20 minutos, La Información y Cinemanía y en programas de radio como ‘Julia en la Onda’ de Onda Cero y 'Gente Despierta' de RNE. También ha trabajado en ‘La hora de La 1' y 'Culturas 2' de TVE, entre otros. Colabora con diferentes universidades y es autor del libro 'Tele: los 99 ingredientes de la televisión que deja huella'.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento