Borja Terán Periodista
OPINIÓN

'Benidorm Fest 2024' despierta en audiencias en su final: el salto que necesita para crecer a más públicos

La final del Benidorm Fest lidera con 16.6% de share y 1.977.000 espectadores en el prime time. Sube un poco respecto al pasado año donde logró un 14,7 % de share y 1.887.000 telespectadores, lejos del fervor de la primera edición que sumó una media de 2.966.000 espectadores y el 21% de quienes estaban viendo la tele.
Nebulossa recogiendo el premio del Benidorm Fest 2024
Nebulossa recogiendo el premio del Benidorm Fest 2024
RTVE
Nebulossa recogiendo el premio del Benidorm Fest 2024

La victoria de Nebulossa ha sido un revulsivo para la imagen del Benidorm Fest. Una canción pegadiza, que encima va a generar debate en la carrera hacia Eurovisión. Perfecto para despertar la curiosidad de la audiencia generalista en el desenlace de la gala final presentada por Ruth Lorenzo, Marc Calderó y Ana Prada, que han demostrado sus tablas para improvisar en directo y rebajar la intensidad de las presentaciones e incluso contestar al apasionado público cuando el 'benidrama' ha brotado.  Sin embargo, durante esta semana de concurso, al renacer del festival de Benidorm le ha costado generar conversación social más allá de los eurofans.

Y eso que este año la final del programa de TVE ha congregado un buen puñado de canciones que se van a quedar los próximos meses: Angy con Sé quien soy, St. Pedro con Dos Extraños, Miss Caffeina con Bla, Bla, Bla o Almacor con Brillos Platino... Y la ganadora, claro. Ese ha sido el éxito de este año. El Benidorm Fest ha dado con canciones que, en mayor o menor medida, seguirán acompañándonos. 

Pero no es suficiente. Las propuestas artísticas siguen empeñadas en creer que el Benidorm Fest sólo es una preselección de Eurovisión con presupuesto, donde hay que tirar de clichés del brilli brilli eurofestivalero para no defraudar expectativas de fans. Una mentalidad muy digna del año 2004. La actuación de Jorge González, de hecho, la podríamos haber llevado en el año 2004. Nosotros, o Moldavia. Lo mismo le ha pasado a la propia vencedora, Nebulossa. Un himno feminista ha sido encorsetado en la imagen del burdel de siempre. Así no se entiende que pretende dar la vuelta al insulto, al contrario: transmite el prejuicio. El eurotópico retro nunca ha sido la base de la idea original de modernidad desde la que nació el Benidorm Fest ni tampoco el lugar al que avanza el propio Eurovisión para no quedarse desconectado de la audiencia y evitar una obsolescencia programada.

El Benidorm Fest necesita crecer en públicos y, para ello, debe liberarse de las ataduras de roles eurovisivos que hemos interiorizado y no siempre son ciertos. Los propios guiones casi sólo hablan de Europa y Benidorm casi ni asoma. El Palau d’Esports l'Illa de Benidorm podría ser una sede intercambiable por Madrid u cualquier otro sitio. No se aprovecha en la retransmisión la peculiaridad de la ciudad que acoge el show. Hasta una de las fiestas más populares organizadas estos días en Benidorm se llama Euroclub. ¿Nadie ha pensado que debería tener otra denominación más apropiada con lo autóctono? ¿Por qué todo el rato imitamos a Eurovisión en formato casero? Ese síndrome constante de preselección local merma la posibilidad de implicar a audiencias más amplias, como sí se consiguió el primer año con artistas tan plurales como Rigoberta, Chanel o Rayden, que no sólo acertaron en sus canciones. También en cómo las plasmaron sin cegarse por el imaginario colectivo de Eurovisión.

Benidorm Fest  necesita incidir más en una liturgia y solemnidad propia. Que los artistas sientan que acuden a un festival con autoridad por sí mismo y que ya ganan por estar ahí aprovechando una plataforma de prime time que les pone en el centro de la curiosidad nacional y que, además, les facilita una actuación para la posteridad. Sin embargo, el concurso se ha ido impregnando tanto de la imagen de trámite para acudir a Eurovisión que espanta a una posible participación a grupos y artistas de primer nivel que no quieren exponerse a eurodramas  y, a la vez, provoca una falta de sensación de acontecimiento imprevisible e imperdible desde un lugar memorable de rascacielos, sol y neón.

A diferencia del legendario Festival de la Canción de San Remo, que es una religión en Italia, la emisión en directo no llega a esa ensoñación de mezclar lo aspiracional del "glamour" de ciudad turística, la celebración de la gente en la calle y el nervio del descubrimiento de nuevas canciones e intérpretes. Porque, en este 2024, por más que se hayan puesto muchas cosas en el escenario, por lo general en la tele las actuaciones se han sentido previsibles. Ha faltado romper esa monotonía que intuye todo como ya visto antes. El motivo es que a la hora de presentar las canciones la mayor parte de las candidaturas no han sido estéticamente originales y se han customizado desde esa imitación del prejuicio eurovisivo. Lo importante no era la historia a tono con su personalidad. Lo importante era el fuego, el humo, los cachivaches y los corsés ceñidos. Y el público potencial generalista lo ve como si no fuera con ellos. Cuando el Benidorm Fest debe ser de todos, debe implicarnos a todos desde la sorpresa del talento en directo.

En atraer la diversidad real de artistas está el juego y el porvenir del Benidorm Fest. En intentar tomar el pulso a todos los géneros que están rompiéndolo en nuestro país con más riesgo, del indi al pop cómico, que siempre desengrasa una escaleta televisiva de este tipo. En que existan canciones con sonido y con discurso con menos cliché y comprometido con su tiempo, con mensaje que te deja huella emocional sean del estilo que sean. En el horario de máxima audiencia, no basta con decorar una actuación con toneladas de confeti que se barre y se tira nada más acabar el show. 

Borja Terán
Periodista

Licenciado en Periodismo. Máster en Realización y Diseño de Formatos y Programas de Televisión por el Instituto RTVE. Su trayectoria ha crecido en la divulgación y la reflexión sobre la cultura audiovisual como retrato de la sociedad en los diarios 20 minutos, La Información y Cinemanía y en programas de radio como ‘Julia en la Onda’ de Onda Cero y 'Gente Despierta' de RNE. También ha trabajado en ‘La hora de La 1' y 'Culturas 2' de TVE, entre otros. Colabora con diferentes universidades y es autor del libro 'Tele: los 99 ingredientes de la televisión que deja huella'.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento