Borja Terán Periodista
OPINIÓN

La cama elástica de la risa

Buenafuente haciéndose un Gila, el humor de ayer y de hoy fusionado en una imagen
Buenafuente haciéndose un Gila, el humor de ayer y de hoy fusionado en una imagen
Movistar Plus - El Terrat
Buenafuente haciéndose un Gila, el humor de ayer y de hoy fusionado en una imagen

Eugenio admiraba a Miguel Gila. Y Miguel Gila admiraba a Eugenio: "Admiro a los creadores, no a los imitadores. Ni a los cuenta chistes, cuando los cuentan largos y mal, feos y sucios. Eugenio tenía el don de la síntesis y de reflejar en muy pocas palabras una historia muy divertida", explicaba el genio del humor.

Los chistes siguen y seguirán con nosotros. Los sintéticos y los sucios, que desmontaba Gila. Aunque ahora entren mucho más por el ojo que por el oído. Vivimos en la generación del meme. El humor es más visual hasta cuando es verbal. Evoluciona con la manera en la que nos relacionamos, pero de Mary Santpere a Henar Álvarez, de Eugenio a Buenafuente hay una cualidad que no cambia: la gran comedia es la que intenta escuchar bien a su sociedad. Así logra retratar cómo somos hasta sentirnos reconocidos y hasta despertarnos cierta conciencia crítica. Y por eso nos reímos, claro.

Se divaga mucho con los límites del humor. Algunos se indignan porque ya no pueden hacer bromas como las de antaño. Pobres. Hasta denuncian censura en programas de máxima audiencia. Somos así de contradictorios, delatando que mantienen la libertad de antes con la única diferencia que gran parte de la población ya no sonríe cuando escuchan determinados chascarrillos. Quizá porque nos hemos ido percatando de que antes confundíamos comedia con burla, comedia con mofa, comedia con señalar al vulnerable para degustar un perverso sentimiento de superioridad. Ahora ya hemos aprendido que, en realidad, la buena comedia brota de la capacidad de desternillarse de uno mismo. Ahí no hay fronteras.

El humor de Gila y Eugenio es infinito por eso mismo: no se reía de los demás, desde su mirada nos presenta con mordacidad la sociedad que ellos mismos protagonizaron, que sintieron con sus emociones, que sufrieron con sus desdichas y que nos ha traído a todos hasta aquí. Y nos ha hecho mejores gracias a las risas. A las risas compartidas, pero sobre todo a las risas como arma propia para sobrellevar mejor la cotidianidad que nos envuelve, nos empuja y, también, nos aprieta. 

Al final, la risa es como una cama elástica, amortigua los golpes de la vida y, del bote que provoca, incluso nos ayuda a levantarnos mejor. La inteligencia emocional tiene mucho de saber utilizar las carcajadas para reconocer, respirar, relativizar e incluso para crecer consiguiendo discernir entre qué es lo relevante y qué es sólo un chiste.

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Periodista

Licenciado en Periodismo. Máster en Realización y Diseño de Formatos y Programas de Televisión por el Instituto RTVE. Su trayectoria ha crecido en la divulgación y la reflexión sobre la cultura audiovisual como retrato de la sociedad en los diarios 20 minutos, La Información y Cinemanía y en programas de radio como ‘Julia en la Onda’ de Onda Cero y 'Gente Despierta' de RNE. También ha trabajado en ‘La hora de La 1' y 'Culturas 2' de TVE, entre otros. Colabora con diferentes universidades y es autor del libro 'Tele: los 99 ingredientes de la televisión que deja huella'.

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