Borja Terán Periodista
OPINIÓN

La dificultad de la entrevista cómica que sufrió Yolanda Díaz

Casi habló más Marc Giró que la entrevistada protagonista.
Yolanda Díaz con Marc Giró
Yolanda Díaz con Marc Giró
RTVE
Yolanda Díaz con Marc Giró

Pintaba ser una noche de risas con Marc Giró. Yolanda Díaz acudía a un programa de variedades de RTVE Play y La 2, Late Xou, conducido por un presentador que se reivindica de izquierdas, como ella. A priori, el encuentro mediático perfecto para demostrar la cercanía de una vicepresidenta del Gobierno, pues no iba a sufrir un interrogatorio de un periodista incisivo. Iba a un espacio que, en principio, sentía aliado. 

Sin embargo, hay líderes políticos que, como gestores, se defienden mejor en el examen periodístico que en abrirse en público en un tono gracioso. Porque los políticos no son humoristas ni tienen que serlo. Aunque parezca que se nos está olvidando. La propia Yolanda Díaz es hábil manejando la comunicación verbal a golpe de precisas referencias en el parlamento, "le voy a dar un dato", pero se nota poco curtida en el espectáculo de la exposición mediática. Quizá, por eso mismo, da la sensación de que desconocía que la entrevista más complicada suele ser la que desde la comedia termina radiografiando nuestras contradicciones humanas a través de la fuerza de la ironía. Y ahí no hay datos numéricos a los que agarrarse. 

Marc Giró cuenta con un equipo que gesta muy bien la documentación de los invitados a su Late Xou, casi igual que Yolanda Díaz las comparecencias en el Congreso de los Diputados. La diferencia es que parece que alguien pensó que no hacía falta una gran preparación previa para un programa de televisión generalista, que no es igual que acudir a un podcast para convencidos

Entre tanta verborrea rápida de Marc Giró, como que Yolanda Díaz tardaba en encontrar la fluidez de historias propias de las que tirar con naturalidad, tal vez porque tenía que pensar demasiado qué compartir y cómo compartirlo. Incluso, en algún momento, parecía centrarse más en el atajo de cierta queja personal (no me gusta Madrid, no me gusta el edificio del Estado en el que vivo en Nuevos Ministerios...). Está en su derecho de quejarse sobre aquello que le disgusta de su vida, como todos, faltaría más, cada uno con lo suyo, pero a nivel comunicativo delata un problema que estamos adquiriendo: la cercanía parece que se construye desde la pataleta personal más que desde empatías colectivas.

En podcasts, en las redes sociales, en la tele, en las aplicaciones... Estamos rodeados de alegatos. Tanto que empezamos a confundir sabios con meros influencers de la predicación de la anécdota indignada. Es una de las peculiaridades de nuestro tiempo. Nos han insistido en que debemos ser críticos pero no se ha machacado que la crítica sin argumentos no sirve de absolutamente nada. Y ni siquiera damos tiempo a los argumentos en entrevistas como estas, que no siempre alcanzan su cometido. Tal vez porque escucharse es complicado a toda prisa.  

En el arte de dar la vuelta al dilema del show de la entrevista, Manuela Carmena ha sido una magnífica exponente gracias a que huía del 'yoísmo' actual. Al contrario, lo relativizaba e intentaba explicar sus aprendizajes personales desde el razonamiento práctico que aporta al conjunto de la población, simpatice o no con su ideología. Sin necesidad de intentar estar a las expectativas de las modas virales, sin pretender apropiarse de aquello que tiene muchos 'likes' porque los 'likes' significan menos de lo que pensamos. No tienen recorrido por superficiales, sólo delatan que estamos muy instantáneos pero poco profundos. Por ejemplo: recomendar un libro 'trending' suena a manida contorsión con la que aparentarse culto y hasta moderno, aunque el público está inmune a esta práctica y sólo servirá si directamente concretas bien aquello que has aprendido o te ha dejado huella con su lectura. En Late Xou no fue el caso. Pero quién dijo que fuera fácil una entrevista amable. No es sencillo transmitir naturalidad en el frenesí de un plató. Menos aún cuando el carisma del presentador va unido a un nervio que impide silencios que ayuden a coger aire para disertar con más comodidad. Menos aún cuando estás midiendo el equilibrio de palabras y risas para seducir a cada uno de los espectadores. Misión imposible, aunque carcajees muy fuerte.

Borja Terán
Periodista

Licenciado en Periodismo. Máster en Realización y Diseño de Formatos y Programas de Televisión por el Instituto RTVE. Su trayectoria ha crecido en la divulgación y la reflexión sobre la cultura audiovisual como retrato de la sociedad en los diarios 20 minutos, La Información y Cinemanía y en programas de radio como ‘Julia en la Onda’ de Onda Cero y 'Gente Despierta' de RNE. También ha trabajado en ‘La hora de La 1' y 'Culturas 2' de TVE, entre otros. Colabora con diferentes universidades y es autor del libro 'Tele: los 99 ingredientes de la televisión que deja huella'.

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