Disney quiere ser mayor, pero el sello Disney nos traslada irremediablemente a la candidez de la infancia. Con su castillo fantasía, con su entrañable ratón de orejas redondas, con sus príncipes y princesas que cada vez se van quedando más atrás.
Con sólo mostrar su icónica imagen de marca, Disney se identifica con cosa de niños. Particularidad que arrastra a un problema a la plataforma Disney Plus, con uno de los catálogos más variados de las compañías bajo demanda.
Porque no sólo es Disney, también es Pixar, Marvel, Star Wars, National Geographic y Star, donde entra toda la producción más adulta con todos los derechos que posee la compañía y ficciones originales que anda desarrollando para atraer a suscriptores dignos de HBO Max o del origen de Netflix.
De hecho, Disney Plus está desarrollando series originales desde España como Balenciaga o la adaptación del libro de Manuel Jabois Nos vemos en otra vida. Nada que ver con La bella durmiente. Aquí se realiza una cruda radiografía del primer condenado por los atentados en los trenes que viajaban a Atocha aquel 11 de marzo de 2004.
Una serie con un público potencial que no elegiría como primera opción la plataforma de Disney. Como consecuencia, toca abrir la apariencia de la compañía para que haga mayor justicia a sus últimas apuestas, especialmente las más locales. Disney Plus lo está haciendo a través de una campaña publicitaria, donde incluso los colores que predominan en estos spots han dejado el azul infantil para consolidar una textura visual que remita a un lugar más curtido, más seriefilo, menos ingenuo. Porque Disney Plus no es Disneyland ni parece que quiere serlo.
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