Emilio Pineda presenta, junto a Lucía Riaño, el programa de información vespertino Está Pasando.  Nos habla de su profesión, de la información del corazón y de la polémica con Sé lo que hicisteis...

¿Qué es lo primero que hace cuando llega al programa?

Me informo de los temas que llevamos, consulto Internet y la prensa para ver la actualidad. Luego comemos y a las cuatro tenemos la reunión de guión con los colaboradores y hasta las seis seguimos pendientes de la actualidad. El programa nunca es definitivo hasta que empieza.

¿Y qué es lo último que hace?

Me paso por redacción para ver que tal ha ido, para comentarlo con el director, y a casa.

¿Tienes alguna manía a la hora de salir?

Tengo una un poco friki. Cuando estaba en el Buscador empecé a usar un bolígrafo de estos típicos que te regalan en la primera comunión (risas) que no había usado nunca y ahora lo saco todos los días.

¿Qué es lo más difícil de tu trabajo?

No considero difícil mi trabajo. Para mí es más difícil estar picando en una mina o en una obra ocho horas. Lo único negativo del trabajo de presentador es que al ser el que da la cara es el que se lleva los palos y las críticas.

Supongo que será de los que defienden la información del corazón...

Yo no había hecho nunca corazón, aunque reconozco que de vez en cuando veía el Tomate y otros programas, pero para mí era un tipo de información desconocida. Creo que tiene el mismo interés que otro tipo de informaciones, aunque no la misma relevancia que la economía o la actualidad.

¿Se atrevería a definir telebasura?

Yo no soy partidario de ese término. Hoy en día el espectador tiene infinidad de posibilidades para ver en televisión y cada uno elige lo que quiere. Telebasura para mí es dar una información errónea intencionadamente.

A pesar de las críticas lo cierto es que tenéis mucho público...

El valor de nuestro programa es que hace una mezcla que no existía, que es la de combinar actualidad y corazón.

Hábleme de su agria polémica con Sé lo que hicisteis...

(Risas) Me temía esta pregunta. No es una agria polémica. No me gusta entrar en guerras entre compañeros. Creo que todos cometemos errores y a mi me encanta que se rían de los míos, pero cuando la crítica divertida pasa al insulto personal creo que es excesivo. Sé lo que hicisteis... usa el trabajo de los demás, y es muy fácil criticar lo que hacen los otros. Al principio nos afectó más y quisimos responder, pero lo mejor es no hacerlo.

Además, usted tampoco usa ya los tirantes...

(Risas) Eso es lo que menos me molesta, que me llamen "el tirantes" aunque llevo un año y medio sin usar tirantes, excepto un día que me los puse por hacer la gracia.

Es usted de la generación de Madrid Directo ¿Qué tenía ese programa que están todos los reporteros colocados?

A Madrid Directo le debo prácticamente todo. Fue mi escuela, como para Oscar Martínez o Santi Acosta, por ejemplo. Fue un programa pionero en el reporterismo en España. Luz Aldama y Eduardo Blanco han sido mis padres televisivos. Me da un poco de pena que quieran cambiarlo, quizá deberían cambiarle el nombre y que perdure el recuerdo de lo que era.

He visto blog de Internet en el que se dice que lo hace tan bien que es usted de mentira...

Tengo que decirle a mi madre que deje de escribir en los blogs (risas). Yo intento ser natural y me equivoco todos los días, que se lo digan a mi director (risas).

He sabido que su referente culinario son los congelados...

(Risas) Soy un poco patán en la cocina, y además llego muy tarde de trabajar, así que la plancha y el microondas son mis útiles indispensables. No sé si será muy sano, pero me sirve para ir tirando.

En lo que sí es un gourmet es en la música...

Sí, es mi otra gran pasión junto con la tele. De no haber acabado en la tele me habría gustado ser cantante, aunque no tengo voz (risas). MI ipod siempre va conmigo y compro mucha música, en casa tengo más de dos mil CD,s.

Nació en Madrid, en 1973. Se confiesa melómano y su grupo preferido es Cómplices. El primer disco que compró fue Manzanas, de Cómplices. Además, asegura, "me lo compré al poco de empezar el instituto y como había suspendido me lo escondí en la camiseta para meterlo en casa".