Acurrucada en un sofá, Martina Klein espera al siguiente periodista. Lleva toda la mañana de entrevistas por ser la imagen de la plataforma de prepago Starmax, pero eso no la hace perder su gran sonrisa.

Últimamente la vemos mucho.

Te prometo que intento dosificarlo (risas). Estoy muy contenta porque presto mi imagen a productos que me gustan y una no siempre tiene esa suerte. Me está yendo muy bien, toquemos madera.

En El club del chiste (Antena 3) descubrió su faceta cómica. ¿Era la payasa de clase?

Sí que he sido un poco payasa y de contar chistes, pero mis compañeros del programa eran los grandes cómicos.

Modelo y rubia. ¿No estaba nerviosa por lo que iban a pensar?

Sí, pero tampoco puedes ir siempre pidiendo perdón o permiso porque si no se te pasa la vida.

En cine acaba de estrenar Águila roja con desnudo incluido. ¿No tuvo reparos?

Un poco, pero la imagen se controló desde el principio. No es nada agresivo, solo se me ve el culo. Es mucho menos que cuando tenía que hacer un desnudo para un calendario contra la contaminación.

Con tanto proyecto, ¿cómo logra conciliar la vida familiar?

El año pasado fue bastante chungo: mucha falta de sueño y penita por no poder estar con mi hijo. Pero le explicaba las cosas y lo entendía. Aprendes a dosificar la calidad de los momentos que pasas con él.

¿La reconoce su hijo en la tele?

Sí, pero no le interesa. No le sorprende que los niños me pidan chistes o que me reconozcan en la portada de una revista.

¿ Y le gusta?

Mucho, porque me sacan muy guapa. Al principio cuando llegaba a casa maquillada y peinada de trabajar decía: "Esa no es mi mamá". Hasta que no me lavaba la cara y me recogía el pelo no quería darme un beso. Pero eso ya pasó: ahora le gustaría que lo llevase al cole disfrazada de princesa. Le parece injusto que me ponga guapa solo para los eventos.

¿Se arrepiente de algo?

De nada. Estoy muy satisfecha con mi vida profesional y personal. Pero ya puestos a mirar para atrás, me falta la camaradería con mis colegas del instituto, y un poco de años locos: ser joven e irresponsable.

Si no hubiera sido modelo, ¿le habría gustado ir a la universidad?

Me apunté en la carrera de Historia del Arte…, también me gustaba mucho el diseño industrial.

¿Echa de menos desfilar sobre la pasarela?

No mucho, aunque hay veces que cuando veo desfiles me da un pellizco. He gastado la pasarela y no me queda nada pendiente.

Sobre ella, ¿se siente poderosa?

O la más débil y frágil, pero tienes un aspecto de pibón que habla por ti muchas veces. Es curioso.

Ser guapa también puede llegar a ser un problema, ¿no?

Todo tiene sus pros y sus contras. No voy a quejarme del aspecto físico que tengo porque vivo de él. Hay mujeres que para que las tomen en serio tienen que afear su aspecto, pero en mi trabajo no es necesario. Muchos piensan que eres tonta…, pues igual lo somos, ¿qué más da? Evidentemente, no he necesitado ser premio Nobel para llegar a donde estoy, entonces, ¿para qué tengo que demostrar que soy inteligente? No hace falta.

¿Tiene complejos?

Muchísimos, y los años pasan para todas. Una tiene que adaptarse a la imagen que tiene de mujer de 35, después de haber sido madre… y asumirlo.

Como buena argentina, ¿va al psicoanalista?

He hecho terapia. Soy muy pro terapia. Creo que es muy necesaria. En España se sigue asociando a la locura, cuando en realidad te ayuda a estar en paz.