La concursante de la última edición de Supervivientes Blanca Manchón ha compartido un vídeo en sus redes sociales explicando cuáles son las secuelas que sufre tras su paso por el programa. Después de 100 días en esta dura aventura con unas condiciones extremas, a la participante volver a la normalidad y su vida cotidiana le está costando más de lo normal.
Manchón ha empezado el vídeo asegurando que la tranquilidad vivida en los cayos es muy diferente al jaleo de la ciudad, y que lo más radical para ella al volver han sido los ruidos. Además, ha confesado que cuando escuchó el ruido del motor del avión le dieron ganas de salir de ahí. También ha explicado que le cuesta andar por una calle con muchas personas que tienen varias conversaciones a la vez.
"Otra de las cosas que llevo un poco mal es comer con cuchillo y tenedor", ha confesado la televisiva, quien en más de una ocasión ha sentido el impulso de coger la comida con las manos como lo hacía en el reality. Además, cada vez que ve algo de comida quiere guardársela o comérsela directamente, esto debido al hambre que pasó en el concurso.
Cabe destacar que la deportista no ha revelado ninguna secuela física más allá de algunas heridas en las piernas y en los brazos. No obstante, estas se deben a las picaduras de los mosquitos, a las pruebas de recompensa que realizó en Supervivientes o a coger leña.
En el vídeo se ha centrado en todas las secuelas psicológicas que le ha dejado haber estado 100 días en condiciones muy extremas, entre ellas, una muy habitual entre los concursantes: la necesidad de dormir en el sueño. "Por la noche estoy en una cama normal y a las cuatro de la mañana me tiro al suelo duro y frío, y duermo como un bebé", ha confesado.
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