Borja Terán Periodista
OPINIÓN

El hotel de Tenerife que sigue dando utilidad al Teletexto

El Teletexto ya es como una experiencia nostálgica de volver a cuando teníamos que currarnos la búsqueda de la información.
Teletexto en hotel de Tenerife
Teletexto en hotel de Tenerife
Twitter/X
Teletexto en hotel de Tenerife

Mario viajó a Tenerife. Y pasó por un pequeño hotel, el Laguna Nivaria. En lo alto del hall, observó una tele encendida: estaba emitiendo la información de los vuelos del aeropuerto en directo. Le pareció una buena idea. Pero, de repente, su mente dio un vuelco hacia otra época, menos digital y más artesanal.

La pantalla con los estados aéreos estaba conectada a una página del Teletexto. Con sus píxeles ochenteros, con su incapacidad de emitir imágenes. Sólo cuadraditos de colores y su característica tipografía, fruto de las limitaciones técnicas de los setenta. Porque el Teletexto se inventó en los setenta, aunque a España no llegó hasta el mundial de fútbol de 1982 cuando, en su emisión en pruebas, TVE decidió bautizarlo como "Telecinco".

Mario (@mariomnts) cogió el móvil y tuiteó la foto "me pareció muy práctico a la vez que tierno", escribió en la red social que, ahora, pretende ser llamada X. Con su smartphone tiene acceso veloz e instantáneo a toda la información en alta definición visual, pero en el hotel de Tenerife siguen tirando de aquel invento que no necesita ni siquiera conexión a Internet.

Somos animales de costumbres. Y todavía hay una resistencia de personas que repiten cada día la liturgia de indagar en el directorio del Teletexto al encuentro de 'ultimas horas' y/o resultados de las quinielas. Laboriosa dedicación, pues el Teletexto requiere su tiempo. Hay que clicar en el color de la temática en cuestión e intentar no perderse entre tantos epígrafes para dar con la línea de puntos correcta que lleva al código numérico a teclear en el mando a distancia. Este número da acceso a la página donde se encuentra la noticia deseada.

Un rudimentario proceso, obsoleto en la edad de oro del 'todo en un clic en nuestro propio bolsillo' que, sin embargo, sigue ejerciendo un servicio público en aquellos que sufren la brecha digital  y, también, en degustadores de melancolía. Porque el Teletexto ya es como una experiencia nostálgica de volver a cuando teníamos que currarnos la búsqueda de la información. Nada ha evolucionado en este sistema originario de la BBC que utiliza las líneas de emisión vacías de la señal de televisión. En las cadenas comerciales, derivó en un tablero de anuncios de videntes y otros negocios basados en teléfonos de alto coste, mientras que en las públicas, TVE y autonómicas, continuó su esencia como periódico de noticias, guía de programación y servicio para personas con discapacidad. De hecho, el Teletexto posibilitó los primeros subtítulos para convertir en accesibles los programas. Hoy su interactividad es caduca, aunque también se pueda visitar pinchando en rtve.es. Todo un anacronismo. Porque nuestros hábitos sociales son, a menudo, tan contradictorios como anacrónicos. Queremos crecer, pero nos cuesta cambiar.

Borja Terán
Periodista

Licenciado en Periodismo. Máster en Realización y Diseño de Formatos y Programas de Televisión por el Instituto RTVE. Su trayectoria ha crecido en la divulgación y la reflexión sobre la cultura audiovisual como retrato de la sociedad en los diarios 20 minutos, La Información y Cinemanía y en programas de radio como ‘Julia en la Onda’ de Onda Cero y 'Gente Despierta' de RNE. También ha trabajado en ‘La hora de La 1' y 'Culturas 2' de TVE, entre otros. Colabora con diferentes universidades y es autor del libro 'Tele: los 99 ingredientes de la televisión que deja huella'.

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