Borja Terán Periodista
OPINIÓN

La lonja de 'colaboradores' en la que se ha convertido la tele

Las barbaridades se sueltan, se escuchan y se olvidan en la generación del 'next' que vivimos. 
Mario Vaquerizo, en 'Reacción en cadena'.
Mario Vaquerizo, en 'Reacción en cadena'.
MEDIASET
Mario Vaquerizo, en 'Reacción en cadena'.

La tele se ha ido convirtiendo en una especie de lonja. Pero de clichés, no de pescados. Ponme uno de derechas, ponme otro de izquierdas, ponme a la espalda ese con muchos followers. Ah, y ponme dos virales más jovencitos. Todos eligen casi siempre del mismo género, aquel que está bien iluminado en el expositor. Rápido, no hay demasiado tiempo para pensar y ponerse a pescar en el creativo entorno de ebullición social. No hay margen para mirar lo diferente. Y los perfiles y los referentes se van repitiendo de uno a otro canal, de uno a otro programa. 

Entonces, la televisión deja de oler a fresca para sentirse precocinada, con demasiados edulcorantes y empaquetada en plástico. El espectador desconecta, pues antes de abrir el paquete que contiene el programa ya sabe a qué va a saber cada guiso. Da igual que sea una tertulia de un magacín de tantos o un concurso. Ahí están los mismos rostros que se cree que tendrán más tirón porque la audiencia "los conoce, son populares" aunque, a la vez, harán al show más pronosticable. Ya se sabe qué van a decir y cómo lo van a decir.  Se prioriza el estereotipo del 'famoso' de una u otra ideología, de una u otra edad. No que tengan una historia con discurso a contar, la clave principal de la tele. No que puedan inspirar con un conocimiento riguroso o mirada propia especial.

Y, mientras tanto, todo se va llenando de pronosticables opiniones en lugares comunes que van y vienen, día sí y día también. Son hasta capaces de ponerse a 'tertuliear' sobre un accidente con una víctima mortal ejerciendo especulaciones falsas y estigmatizadoras sin que nadie se percate de la barbaridad que es poner un suceso a debate. De los sucesos se informa, no se delira en directo. Pero como vivimos en la 'generación del next' en la que todo se olvida a los cinco minutos, no pasa nada. Las barbaridades se sueltan, se escuchan y a otra cosa.

¿Por qué todo se olvida? Porque recibimos muchos impactos audiovisuales a diario sin ni siquiera ya encender la tele, a través de las aplicaciones del móvil. Imposible digerir tanta opinión constante e instantánea. Aunque también postergamos la tele en la memoria porque la pluralidad real está saltando por los aires en la tele tradicional, el medio de comunicación más masivo. Hasta lo que quiere ser diferente se ve igual. Y nos solemos acordar de lo singular. Sin embargo, se escoge siempre entre ese mismo endogámico producto colocado en el expositor que más se ve, que más luz tiene y, salvo contadas excepciones, no se busca a aquellos que todavía están sin etiquetar. Supone mucho trabajo extra y, encima, quizá descoloque las expectativas de nuestro sentido del gusto entre tanto potenciador de sabores. Al final, el problema está en que se intenta todo el rato que el espectador reconozca y, como perversa consecuencia, la sociedad no se siente reconocida. Gajes de mirar más a los insípidos clichés que a la sabrosa calle.

Borja Terán
Periodista

Licenciado en Periodismo. Máster en Realización y Diseño de Formatos y Programas de Televisión por el Instituto RTVE. Su trayectoria ha crecido en la divulgación y la reflexión sobre la cultura audiovisual como retrato de la sociedad en los diarios 20 minutos, La Información y Cinemanía y en programas de radio como ‘Julia en la Onda’ de Onda Cero y 'Gente Despierta' de RNE. También ha trabajado en ‘La hora de La 1' y 'Culturas 2' de TVE, entre otros. Colabora con diferentes universidades y es autor del libro 'Tele: los 99 ingredientes de la televisión que deja huella'.

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