Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Los gritos del concierto de 'OT 2023' en el WiZink Center

Una imagen compartida por la cuenta de OT durante el primer concierto de Madrid
Una imagen compartida por la cuenta de OT durante el primer concierto de Madrid
Twitter/X
Una imagen compartida por la cuenta de OT durante el primer concierto de Madrid

La chica sentada a mi lado edita un vídeo para TikTok. Sólo llevamos media hora de concierto de OT 2023 y sus dedos ajustan con destreza un puñado de imágenes para que su disfrute sea instantáneo en las redes sociales. Da igual que se esté perdiendo dos o tres canciones, mientras monta su publicación en la aplicación Capcut. Lo importante es que se vea que estás ahí. O quizá la experiencia sea menos divertido. Y encima sin likes ni engagement de ese.

Ya no sólo grabamos los conciertos con el móvil levantado a pulso. Ahora también somos realizadores de los eventos que pisamos. El espectador pone la guinda final al entretenimiento que consume. Tanto que puede terminar mirando el escenario de un espectáculo ansiado más por la pantalla del móvil que a través de sus propios ojos. 

Esta generación de OT es resultado de esta tele a la que la audiencia da el remate definitivo e inesperado desde su móvil. El público se ha convertido en guionista autodidacta que aupa momentos estelares gracias a su capacidad de observar, grabar, fragmentar y colgar aquello que la pasión impide que pase desapercibido. Por muy anecdótico que parezca. 

Sin la emisión 24 horas de la academia de OT, la implicación de los fans con su cantera de cantantes no sería la misma. Tampoco el público tendría la necesidad de ser los más rápidos compartiendo clips propios en TikTok. En eso hemos cambiado. Nuestra voz tiene más plataformas que nunca para expresarse. 

Lo que no ha cambiado demasiado es cómo se escuchan los gritos en un concierto como este, en donde el talento va entrelazado a la emoción del fanatismo adolescente. Ese incontrolable entusiasmo de encontrarte de frente con personas que sientes de tu pandilla de amigos. Cada grito es admiración, identificación, especulación, ensoñación. Cada grito es la representación de la euforia de estar compartiendo su éxito junto a ellos, a los que has visto crecer del anonimato a un estrellato fugaz en sólo unos meses. Son como tú, o como quieres ser tú. 

Porque, al final, el concierto de OT 2023 es como la gran función de fin de curso de tu instituto en donde se cantan canciones de Bizarrap, de Billie Eilish o Beth. En esta clase, como en todas las clases, hay algunos más populares, otros con sentimientos que no se pueden disimular pero, sobre todo, hay una diversidad que ya ni se disfraza en eufemismos ni se margina escondiéndose en carpetas. De Álvaro Mayo a Naiara. De Chiara a Paul, que abrazó una de las más auténticas versiones de la noche con When The Party`s Over. Y ahí es donde me apetece gritar a mí. ¡AAAAAAAAAAAH! Grito de alegría. Los gritos mainstream de hoy no necesitan camuflajes para evitar que te señalen la salida. Los gritos de felicidad ya no son únicos y exclusivos de los de siempre. Ahora tenemos más referentes, tenemos gritos con voz. Gritos de emoción compartida y no de aquella soledad de intentar hacerte escuchar a voz en grito.

Periodista

Licenciado en Periodismo. Máster en Realización y Diseño de Formatos y Programas de Televisión por el Instituto RTVE. Su trayectoria ha crecido en la divulgación y la reflexión sobre la cultura audiovisual como retrato de la sociedad en los diarios 20 minutos, La Información y Cinemanía y en programas de radio como ‘Julia en la Onda’ de Onda Cero y 'Gente Despierta' de RNE. También ha trabajado en ‘La hora de La 1' y 'Culturas 2' de TVE, entre otros. Colabora con diferentes universidades y es autor del libro 'Tele: los 99 ingredientes de la televisión que deja huella'.

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