Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Benidorm Fest 2024: lo mejor y lo peor de la segunda semifinal con artistas delatando que no somos tan modernos como creemos

Análisis segunda semifinal del Benidorm Fest. El sábado se producirá la final que elige al próximo representante de España en Eurovisión
St. Pedro y sus sombras en el Benidorm Fest, ganador de la segunda semifinal
St. Pedro y sus sombras en el Benidorm Fest, ganador de la segunda semifinal
RTVE
St. Pedro y sus sombras en el Benidorm Fest, ganador de la segunda semifinal

En esta segunda semifinal del Benidorm Fest 2024 se ha notado mucho qué artistas saben quién son y qué artistas han intentado entrar en el falso corsé del prejuicio que nos han dicho que era Eurovisión.

La mejor actuación televisivamente hablando de la noche ha sido la de Roger Padrós. No era favorito y ha sabido aprovechar la oportunidad con El Temps. Sólo le ha bastado la belleza de un piano abierto para dejar ver su mecanismo actuar, un contraluz cálido, sus pies descalzos pisando la tierra -en una noche de tanto ego- y, sobre todo, su habilidad para mirar bonito a ese público al que estaba cantando. Ha mirado a cámara como abrazándonos mientras que su voz afinaba cada nota. En una noche en lo que lo de afinar no parecía lo más importante entre tantos fuegotes literales de artificio. Padrós no ha pasado a la final, pero ha dejado una grabación para la posteridad en el archivo de RTVE. Es un artista, ha sido fiel a su carisma y lo ha contado muy bien. Está aquí para quedarse.

El otro artista que ha dejado claro qué quiere ser porque ya lo es ha sido St. Pedro, el más votado de la noche y, por tanto, una de las candidaturas que atesora más posibilidades para el sábado. Las grandes pantallas del escenario a oscuras. Muy seguro en escena, también atento a qué cámara debía focalizar su voz. Y, de repente, aparecen unas mujeres en sombra a las que cantar. Como en el programa de Esta noche cruzamos el Mississippi de Pepe Navarro. Esta vez sin Pepelu. Llega gastado este recurso. Estamos hartos de ver mujeres silenciadas y cosificadas en sombra como sólo una silueta sugerente. En ese instante, la actuación que estaba funcionando empezó a flojear. No queremos mujeres decorativas, queremos a las mujeres con rostro, con nombre propio. Y, en este prime time, rostro han tenido las chicas de Marlena con sus bombillas de verbena de color y Yoli Saa. Aunque esta última también cayó en las sombras chinescas con sus bailarinas...

Qué difícil es realizar una buena escenografía. Incluso para otra artista de las que ya sabe qué es y qué no quiere ser: María Peláe. Aunque, de repente, fue rodeada de músculos de hombres desnudos. Como queriendo ser Melody con Los Vivancos. El cliché de Eurovisión siempre toma posiciones. El cliché de ¡pongan carne para contentar al eurofan, que le gusta eso!

Y, entre carne y carne, pues Jorge González también ha enseñado pezón. Que como es hombre puede enseñarlo interpretando su tema 'Caliente'. Más cuerpos de gimnasio para cumplir con un patrón normativo, no vaya a ser que no se pueda ser caliente con otro tipo de cuerpo. Porque qué duro es cumplir cánones estéticos, ya se lo dijo él mismo a Malbert. Su actuación empieza en el estereotipo de una especie de sauna para terminar en un elevador en plan soy la más grande. Porque Jorge González quiere ser Chanel. Pero no es Chanel y la actuación se hace larga, pues la falta enjundia. En televisión no hay que darlo todo con tanta evidencia: la seducción engancha y te quedas, lo obvio se tuerce al segundo a previsible. Y aquí ha habido mucha perogrullada de usar y tirar y poca sutilidad de la que despierta pasiones que calan en la memoria.  ¿Una metáfora de Tinder? Quizá más bien de Grindr. 

Al menos, ha sido una noche en la que no ha habido tanto atrezo que no aportaba nada como en la anterior gala y hemos visto a más artistas intentando encontrar su historia personal. Incluso hemos asistido a unos efectos virtuales quedando bien en pantalla. Milagro. Ha sido el caso de Almácor con Brillos platino. El mundo digital se ha fusionado con gracia con su cuerpo. Eso debe ser el metaverso. Lástima que no haya habido ese mismo casamiento entre su voz y la afinación.  

Borja Terán
Periodista

Licenciado en Periodismo. Máster en Realización y Diseño de Formatos y Programas de Televisión por el Instituto RTVE. Su trayectoria ha crecido en la divulgación y la reflexión sobre la cultura audiovisual como retrato de la sociedad en los diarios 20 minutos, La Información y Cinemanía y en programas de radio como ‘Julia en la Onda’ de Onda Cero y 'Gente Despierta' de RNE. También ha trabajado en ‘La hora de La 1' y 'Culturas 2' de TVE, entre otros. Colabora con diferentes universidades y es autor del libro 'Tele: los 99 ingredientes de la televisión que deja huella'.

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