Borja Terán Periodista
OPINIÓN

La mentira de la TV actual que ha desmontado OT 2023: los realities sin famosos sí funcionan

La academia de OT2023 ha conectado con un joven público fiel
La academia de OT2023 ha conectado con un joven público fiel
Prime Video
La academia de OT2023 ha conectado con un joven público fiel

OT ha vuelto a desmontar la mentira de que la gente anónima ya no funciona en un reality show. Esa falacia que viene a decir que el público ya no tiene paciencia para descubrir a nuevos personajes y necesita reconocer desde el minuto uno a quien está viendo en pantalla. Da igual que todos los personajes parezcan ya vistos participando en todos los concursos. Da igual que ya intuímos cómo van a actuar. Da igual que la televisión se haya transformado en un overbooking de mismas celebrities haciendo cosas: lo mismo cocinan, lo mismo bailan, lo mismo se van a Pekin Express. Lo que frena una actualización generacional de las estrellas de la televisión. 

OT, en cambio, permite descubrir personas que son como nosotros. Es más, son como los más jóvenes de la casa. Así se recupera la motivación en un público que no acude a los medios tradicionales al no sentirse reconocido. Un público que encima atesora el valor de la juventud que se moviliza con intensidad porque todavía cree que va a cambiar el mundo. Y algo, de hecho, lo cambiará. Aunque no sea tanto como piensan. 

Esa ilusión de los sueños por cumplir es otro de los factores del éxito de OT. La televisión es sobre todo encontrar la verdad. Pero salta por los aires en la mayor parte de los realities porque son protagonizados por personajes con una táctica para mantenerse en la palestra de la fama. Miden sus pasos, incluso repiten clichés de lo que piensan funciona y no para entusiasmar a su audiencia. Hasta cuando se olvidan de la cámara, están pendientes de cómo actuar en pantalla. Están vendiendo una fantasía, pues son un producto. 

Nada que ver con las nuevas generaciones de participantes de Operación Triunfo donde todavía la persona está por delante del producto. Con la virtud añadida de que los jóvenes de hoy se relacionan de otra manera con la cámara que los de antes. No les impone apenas. Han nacido casi con una cámara entre sus manos y emitiendo en directo a través del teléfono móvil. Ven normal la cámara colgada en la pared, es parte de su vida. Ya la tienen integrada en su cotidianidad y, como consecuencia, saben comunicar frente a ella con destreza y sin pensarlo demasiado. Esa habilidad la traen de casa pero, después, la emoción de las clases, las canciones, las galas, las visitas populares y los vínculos que van surgiendo entre ellos termina haciendo que la naturalidad de la convivencia arrase con todo lo demás. Están viviendo literalmente una experiencia única con ese nervio de cuando te sientes infinito. Pueden pensar en estrategias, claro, pero la explosión de sentimientos de la resaca de la edad del pavo puede con todo lo demás. 

También ayuda la incomunicación con el exterior. No tener demasiado feedback de fans y sus expectativas les aisla en un micromundo que es representativo de un hogar, como el de todos, aunque con un colorista glamour que al espectador le permite imaginar y desengrasar su rutina sin dejar de sentirse reconocido en ellos. Con estos ingredientes, OT no sólo es una escuela de cantantes, ahora también se ha convertido en un trampolín de influencers. Durante los tres meses retransmitidos en la academia, los concursantes cosechan una estrecha comunidad de fieles que ya se quedan después en sus redes sociales. Seguidores que quieren seguir siendo partícipes de sus vidas. Porque sienten que les conocen de verdad. Porque la gente se engancha a un reality sobre todo cuando contagia el poder de la verdad. Y la verdad en televisión dura menos cuando se ha perdido la ingenuidad de la primera vez que es la base de OT. Esa primera vez que te permite aprender. Entusiasta, motivadora e imperfecta primera vez. Porque las primeras veces suelen ser imperfectas. Y la imperfección nos hace reconocernos todavía más entre nosotros.

Borja Terán
Periodista

Licenciado en Periodismo. Máster en Realización y Diseño de Formatos y Programas de Televisión por el Instituto RTVE. Su trayectoria ha crecido en la divulgación y la reflexión sobre la cultura audiovisual como retrato de la sociedad en los diarios 20 minutos, La Información y Cinemanía y en programas de radio como ‘Julia en la Onda’ de Onda Cero y 'Gente Despierta' de RNE. También ha trabajado en ‘La hora de La 1' y 'Culturas 2' de TVE, entre otros. Colabora con diferentes universidades y es autor del libro 'Tele: los 99 ingredientes de la televisión que deja huella'.

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