Borja Terán Periodista
OPINIÓN

'Ni que fuéramos' y cómo hacernos recordar lo malo de 'Sálvame' con el choque de Belén Esteban y Marta Riesco

Enfrentamiento de Marta Riesco y Belén Esteban en 'Ni que fuéramos shhh'.
Enfrentamiento de Marta Riesco y Belén Esteban en 'Ni que fuéramos shhh'.
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Enfrentamiento de Marta Riesco y Belén Esteban en 'Ni que fuéramos shhh'.

Belén Esteban pierde los papeles en la secuela de Sálvame. Ni que fuéramos ha enfrentado a Marta Riesco con la denominada Princesa del Pueblo. Todo estaba listo para el choque dialéctico con el que Riesco vuelve a la palestra y con el que Esteban nos descubre, sin quererlo, los estigmas que sigue llevando dentro.

Porque, de repente, Esteban empieza a desgañitarse culpabilando a una mujer soltera de haber tenido relaciones con un hombre casado. Todo con palabras malsonantes. Riesco, sonriente, contesta con una palabra esencial que transforma en arma delatadora: "el feminismo...".  

Sálvame intentó desaprender los machismos que utilizaba siempre la prensa del corazón para desacreditar. Donde los hombres ligones eran galanes y donde las mujeres ligonas eran desprestigiadas con una palabra que se utiliza de insulto. Cómo gritamos muestra demasiado de nosotros. En el caso de Esteban, esta vez, sus chillidos evidencian que su machismo ahí sigue vistiéndose por los pies y, a estas alturas, todavía cree que un argumento de peso es culpabilizar a una mujer soltera en vez de al hombre casado, que es quien tenía el compromiso. 

Todo en un fango de insinuaciones sin escrúpulos sobre enfermedades y hasta sexualidades, que recuerda que la factoría de Sálvame cuando se lanza al barro no es tan vanguardista como pensamos.

Algunos celebraron la pelea de Riesco y Esteban como gran momento televisivo, pero también da la sensación de que en Telecinco este martes se reafirmaron en por qué el programa debía acabar. Este enfrentamiento nos ha refrescado en la memoria lo peor de Sálvame.

Las ausencias permiten que maduren en el recuerdo las grandezas de aquello que nos acompañó. La inteligencia emocional es astuta para relegar lo negativo y hasta mitificar lo luminoso.  De esta forma, Sálvame se ha dulcificado en la memoria colectiva por su capacidad de acompañar a través de las espontáneas vivencias de unas personas que representan el barrio de todos y por su humor que todo lo relativizaba. Jorge Javier Vázquez solía saber bajar la intensidad con la inteligencia de la ironía si la situación se iba de las manos. Así salvaba al personal. Y conseguía la sonrisa cómplice del público.

Sin esa capacidad para la mordacidad rápida de reflejos, Ni que fuéramos puede haber venido para refrescarnos en la cabeza todo lo crudo de aquel entretenimiento hecho para odiar, que transformaba a personas en muñecos, qué decía a los demás cómo debían ser y cómo no. Pero, a estas alturas, algo falla si sentimos como maravilla creativa a dos personas humillándose e intentando desacreditarse con ranciedades que sólo nos hacen daño a todos como sociedad. Porque estigmatizan. Porque repiten insultos que ya debíamos haber borrado. Así sólo se desvela que quizá, a veces, no somos tan modernos como creemos.  

Periodista

Licenciado en Periodismo. Máster en Realización y Diseño de Formatos y Programas de Televisión por el Instituto RTVE. Su trayectoria ha crecido en la divulgación y la reflexión sobre la cultura audiovisual como retrato de la sociedad en los diarios 20 minutos, La Información y Cinemanía y en programas de radio como ‘Julia en la Onda’ de Onda Cero y 'Gente Despierta' de RNE. También ha trabajado en ‘La hora de La 1' y 'Culturas 2' de TVE, entre otros. Colabora con diferentes universidades y es autor del libro 'Tele: los 99 ingredientes de la televisión que deja huella'.

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