Joaquim Coll Historiador y articulista
OPINIÓN

El poder y "la resistencia": el análisis del fichaje de Broncano por RTVE

David Broncano, en 'La Resistencia'.
David Broncano, en 'La Resistencia'.
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David Broncano, en 'La Resistencia'.

La enorme polémica que ha suscitado el fichaje para La1 del programa La resistencia de Movistar Plus+, que pasará a emitirse en la televisión pública durante dos temporadas a cambio de la friolera de 28 millones de euros, merece varias reflexiones.

Primero, hay que lamentar la fractura que dicha iniciativa ha ocasionado dentro del Consejo de RTVE, profundamente dividido y enfrentado. El culebrón de dimes y diretes hasta la contratación final produce auténtico bochorno. Es un ejemplo más de la degradación institucional que sufre nuestra democracia como consecuencia de la brutal polarización en todos los niveles. La crisis abierta en el ente público por una contratación que, además, genera agravios salariales, ahonda en la interinidad del Consejo y presagia una renovación complicadísima.

Segundo, la motivación partidista de la propuesta es innegable. Desde la Moncloa se considera que los sectores mediáticos que apoyan al Gobierno están en minoría y, particularmente, el objetivo es compensar la influencia del programa de Pablo Motos El hormiguero en Antena 3, un show apto para todos los públicos de enorme audiencia, pero que en varias ocasiones ha criticado duramente a Pedro Sánchez y a sus socios parlamentarios.

Tercero, RTVE es de todos y no puede tener como objetivo contraprogramar a las cadenas privadas. Lamentablemente demasiadas veces los medios públicos, incluyendo a los autonómicos (el caso de TV3 ha sido el más paradigmático, pero Telemadrid tampoco se queda corto) se utilizan como terminales propagandísticos por parte de quien ostenta el poder.

Y ya que hablamos del poder lo que llama la atención es que el programa contratado, que dirige David Broncano, cuyo estilo comunicativo concuerda con las dos primeras sílabas de su apellido, se llame La resistencia.

Es una paradoja que el poder, que sin duda en España se ejerce desde la Moncloa, gobierne quien gobierne, se sienta psicológicamente en una posición de atrincheramiento, defensiva, de debilidad, frente a la tan cacareada hegemonía mediática de la derecha. Por eso el nombre del programa, La resistencia, le va como el anillo al dedo a esa psicología de contestación, de rebeldía, de oposición a la oposición.

Desde el ámbito académico se ha estudiado muchísimo el poder de las palabras, la forma como se resignifican los conceptos y la perversión del lenguaje. Hablar de "resistencia" genera simpatía, pues si alguien resiste (pensemos en la popular canción Resistiré del Dúo Dinámico convertida en un himno generacional, o el Bella Ciao que ahora canta hasta Carles Puigdemont) es que hay un "represor", un poder malvado a derribar.

Curiosamente quien levanta esa bandera lo hará desde la televisión pública con una asignación millonaria y en un canal sin publicidad. Por eso habría que exigir a Broncano en la primera emisión en La1 de La resistencia una aclaración sobre el nombre de su programa. ¿Contra quién o frente a qué resiste? ¿Contra la fachosfera de la que habló Sánchez hace unas semanas? ¿Contra ese conglomerado de representantes políticos, económicos, mediáticos, judiciales de la derecha y ultraderecha cuyo objetivo es crispar y vilipendiar para derribar a Sánchez y a la coalición progresista que, mal que bien, sustenta al Gobierno?

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