En la sociedad del meme, ver a Antonio García Ferreras con el micrófono de La Sexta en plena calle da para alguna que otra parodia en redes sociales. Da igual que esté a los pies de la tragedia del incendio de Valencia. La comedia no descansa. Ni siquiera en los momentos más crudos, mientras se consume un edificio de 14 plantas y cientos de hogares que representan el horror de la pérdida.
Pero, en realidad, la rápida capacidad de reacción de Ferreras ante la noticia sólo demuestra su pasión periodística. Lo importante es tomar el pulso a la calle. Aunque se haya convertido en uno de los presentadores más populares de la información nacional, él sigue bajando al terreno de juego. En eso La Sexta ha marcado su sello propio desde hace años. Los nombres propios del canal no se diferencian entre periodistas de estudio de televisión y asfálticos. Sólo hay periodistas.
Así Ferreras entrevista a los afectados, como un enviado especial más. Pero con una particularidad: atesora la experiencia del periodista que no cuenta datos de memoria y argumenta intentando trasladar con perspectiva aquello que están viendo sus ojos. A veces, a través de su particular carácter épico, tan reconocible por parte de la audiencia del canal, que o gusta mucho o gusta nada. Pero que jamás crea indiferencia.
Lo que está claro es que La Sexta ha demostrado músculo periodístico en la noche del incendio que se ha ido torciendo en un fatal desenlace. Todos los canales han cambiado su programación. Cada uno a su manera. Sin embargo, La Sexta en prime time ha abierto un especial de La Sexta Clave con otro autor que tampoco es un presentador al uso, es otro periodista curtido en el oficio: Joaquín Castellón. Y se ha notado.
Sin certezas, esta emisión no se ha quedado atascada en la especulación del opinólogo que sabe de todo y sólo dice frases hechas. Nada de eso. Han acudido a expertos. También a las propias víctimas, que han dado claves de cómo se vivió desde dentro del edificio con indicaciones contradictorias que invitaban a los inquilinos a quedarse en el interior de la vivienda. Ahí Castellón preguntó y repreguntó rápido y concreto, abriendo el camino de los primeros hilos que tirarán los medios de comunicación en los próximos días: lo que ha fallado.
De hecho, en el caos del directo, el periodista de La Sexta ha ordenado con prudencia impetuosa los datos y, a la vez, subrayado las afirmaciones destacadas de los testimonios del programa. No pasaba a un siguiente tema, recogía las ideas sustanciales e hilaba con el titular relevante de cada entrevista, dotándolo de cierta reflexión latente.
Y siempre de fondo la imagen del edificio, incidiendo en todos los reporteros que estaban desplazados. Mientras otros canales estaban sentados en mesa en plató, La Sexta se ha centrado en remarcar el despliegue en los puntos claves de la noticia. El canal ha aprendido que en estos casos lo esencial es la señal en directo desde la pasión del periodismo que no teme despeinarse para encontrar respuestas hasta cuando sólo hay una espectacular imagen. Y eso pasa por ver la realidad de frente. Incluso de frente por parte del propio director editorial del canal, Antonio García Ferreras. Lo que provoca una particular circunstancia: los entrevistados le hablan con la confianza de sentir que le conocen y el espectador se queda porque se lo está narrando con la verdad del in situ.
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