![El programa de Canal Sur 'Hoy en día' regala un coche a David](https://imagenes.20minutos.es/files/image_640_360/uploads/imagenes/2023/09/28/el-programa-de-canal-sur-hoy-en-dia-regala-un-coche-a-david.png)
"Calle es cuidar a tu familia, calle es sacar a tu familia adelante. Llevo desde los 16 años trabajando y a mi familia no le va a faltar nada nunca". Con estas palabras, David, conocido como Nano JR, ha traspasado la barrera de TikTok y ha seducido a los medios tradicionales, que han visto en su historia un filón a comentar con el aliciente de que se establece, entre líneas, una comparativa perversa: un joven trabajador versus el prejuicio de una juventud que sólo quiere irse de fiesta.
Pero, al final, calle también es poder disfrutar de una adolescencia que nunca volverá. Calle es no tener que vivir para trabajar y sólo trabajar para vivir. Calle, sobre todo, es no romantizar ser explotado. Y estos días se ha hecho. Todo el rato, en televisión y en redes. Cuando este caso evidencia que algo falla en nuestro sistema social. Ahí es donde se debería poner el foco. Sin embargo, se ha utilizado el reclamo de David para azuzar la lágrima fácil hueca con ese punto de condescendencia que permite pensar "pues a mi no me va tan mal" a un espectador repanchingado en su sofá.
En ese tono de la engañosa palmadita en la espalda de "es un ser de luz", incluso en el magacín de mañana de Canal Sur se ha regalado a David un coche en directo. Sorpresa efectista por parte de un avispado empresario a la caza del tirón mediático. Hasta verbalizando en emisión la matrícula completa del automóvil, quizá para dar más credibilidad al asunto. Y el propio Presidente de Andalucía se ha sumado al retuiteo del momento para celebrar también él tal donativo. Como si la realidad de David se solucionara con agasajos televisados.
Qué peligrosa es la tele-limosna, hasta cuando surge con toda la buena intención del mundo. Pero para qué sirve el regalo de un coche si luego no vas a poder mantener todos sus gastos porque no tienes un sueldo digno. Y la marea de la viralidad nos arrastra. Avanza tan rápido que ni siquiera comunicadores y opinólogos logran surfear con espíritu crítico esta ola desde los medios tradicionales.
Da la sensación de que no hay margen de tiempo para discernir dónde está el problema real y nos quedamos atascados en los vacíos "qué valiente" y "qué ejemplo". Las instituciones son las que deben proteger y promover un país igualitario. Ovacionar el "hay que darlo todo" idealiza la precariedad, proyectando cierta idea de que el sufrimiento laboral es el camino válido para recoger frutos asegurados en el futuro. Y no, sólo justifica y perpetuar el drama de una sociedad del sálvese quien pueda. Y si no puedes, con suerte, ya te obsequiarán con una llamativa limosna en la tele para que llores de emoción un rato.
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