El plató de TVE apareciendo dentro del Parlamento Europeo. Y no al revés. Esta ha sido la gran innovación creativa de la televisión en la noche de las elecciones europeas. La tecnología ya lo permite y las liturgias audiovisuales empiezan a ser claves en programas de estas características. Más todavía si se enfrentan a un escrutinio complicado para mantener el interés en el prime time, pues no se ha podido dar el recuento de votos en directo porque en Italia no cerraban los colegios hasta las 11 de la noche.
Así que no hemos vivido el morbo del escrutinio en frenética cuenta atrás, con el vaivén de los escaños, y los resultados han aparecido de golpe. Hasta entonces, los especiales noticiosos han tenido que hacer tiempo con los sondeos y tertulias. El acierto de TVE es que no se ha quedado sólo en el debate especulativo con pronósticos que suelen caducar rápido y ha intentado enriquecer con realidades con la pretensión de abrazar un retrato de España y Europa. Es lo interesante. En este sentido, ha sido un acierto el reportaje de Carlos del Amor recorriendo varios países y sus colegios electorales en tiempo récord. De Malta a Hungría.
Este tour de avión a avión, de realización muy cuidada, ha sido la antesala del dato oficial de una noche que, en cambio, contaba con poco interés a priori por parte de la audiencia. Ni los candidatos han sido los más populares ni las elecciones europeas se sienten como las más decisivas. De ahí la baja participación. Pero TVE no ha bajado la guardia y ha enriqueciendo visualmente la cita para que la emisión mantuviera el pulso informativo, a pesar de la tardanza a la hora de poder presentar los resultados españoles.
En el Estudio 5 de Prado del Rey se ha repetido el amplio decorado que ya vimos en varias elecciones generales, con su grada de público joven. El público no es anecdótico. De esta forma, la tele pública proyecta mejor su imagen de institución que es un punto de encuentro. Un plató que, esta vez, ha engrandecido la escenografía clásica añadiendo una mejor y más práctica realidad aumentada que permite dar más dinamismo a través de una cada vez más precisa versatilidad de ubicaciones. Lo mismo se crea un quesito para mostrar el porcentaje de resultados por partidos que se crece la fachada del Parlamento Europeo en el interior del estudio. Lo bueno es que la realidad aumentada no se queda sólo en el golpe de efecto, com suele pasar, y busca su sentido orgánico tanto para clarificar el relato periodístico como la calidez visual.
La planificación, las horas de ensayo y el engranaje del equipo permiten que parezca fácil lo difícil. Una coreografía bien medida de carruseles animados que organizan los datos en las grandes paredes de led, una iluminación que va cambiando de tonalidad según el partido político o los invitados y una pluralidad de sets para frenar cualquier atisbo de monotonía en el desfile de resultados, expertos, análisis y conexiones con las diferentes señales en directo, más de 40. Sin olvidar, la limpieza de los rótulos sobreimpresionados en pantalla con titulares, ubicaciones y, a la vez, la tabla con lo escrutado. Sin apelotonarse para que la audiencia no se pierda.
La 1 no pasa por su mejor momento de audiencias, pero TVE con este mimado despliegue siembra su imagen de servicio público referente en este tipo de eventos. Ha sido el especial más completo y complejo desde el decorado de mayor amplitud y altura de todas las cadenas, donde también ha destacado La Sexta con su sello habitual.
Pero, al mismo tiempo, el especial de los servicios informativos de TVE ha logrado un ambiente que nunca debe ser baladí: las presentaciones de Alejandra Herranz y Marta Carazo han conseguido una cercanía honesta que ha incorporado con llaneza los gajes del directo. Como ha sucedido en el instante de la irrupción de los resultados oficiales en el pantallón detrás de ellas, justo cuando las periodistas estaban bromeando con dar al botón de "F5" para ver si se refrescaba el sistema y aparecían los datos. Sí, aparecieron. Se adelantaron a su presentación, de hecho. Y lo jugaron con espontaneidad. Porque la empatía es compatible al rigor. Alejandra Herranz y Marta Carazo han conseguido esa armonía de complicidad e información tan valiosa y que surge sólo cuando casan demasiadas circunstancias que no siempre se pueden planificar. Se nota el ensayo, se notan las tablas, se nota hasta que relativizan. No son protagonistas, simplemente son dos periodistas.
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