Borja Terán Periodista
OPINIÓN

'Supervivientes': sus cinco claves para mantenerse con éxito en plena crisis de la tele-realidad

Una imagen de la final de Supervivientes.
Una imagen de la final de Supervivientes 2024.
Mediaset
Una imagen de la final de Supervivientes.

En un tiempo en el que ya todos portamos el reality show en nuestro propio móvil con una cámara lista para grabar la espontaneidad de la vida, Supervivientes se mantiene como el programa más visto de Telecinco. Su dinámica sigue funcionando tantos años después porque mantiene la habilidad de entremezclar ensoñación aventurera en una isla paradisiaca con convivencia de andar por casa.

No sólo de discusión vive la tele

Aunque de la sensación de que el programa se narra a través de los conflictos entre concursantes, las pruebas físicas son esenciales para que fluya con más espontaneidad el espectáculo. De ahí que Supervivientes no descuide la gracia de los juegos, que son el centro de las galas y han ido ganando ritmo, vistosidad y barro con los años. Así, las pruebas siempre cumplen su función: crear el meme jocoso viral y, a la vez, plasmar la vulnerabilidad física de unos concursantes pringados y agotados pero capaces de cualquier cosa por una recompensa que a veces son cinco aceitunas o un trozo de carne que devorarán ávidamente y sin vergüenza ante las cámaras. Que el hambre es muy mala.

El desgaste físico no engaña

Además de las pruebas en un entorno natural paradisiaco, lo que diferencia a este reality de otros y lo que mantiene vivo en la ensoñación de un público que dice "me gustaría estar ahí", otra de las grandes bazas del magnetismo de Supervivientes está en que sí existe una evolución física de los participantes, que muestran su cansancio y su deterioro físico. El 'retiro' en la isla los deja transparentemente hechos polvo a ojos del espectador, con abundantes kilos de menos, más patas de gallo por tanto sol, melenas asalvajadas, nervios a flor de piel y miradas de hastío, que evidencian que la dureza del concurso no es una falacia

Por no hablar de los años que ha habido ataques de ansiedad, lesiones y hombros dislocados. Todos están literalmente fuera de su zona de confort y, a medida que avanza el show, se quedan aparentemente despojados de máscaras y estrategias, cuales indefensos conejillos de indias de un show insaciable que les pide más y más. Y la audiencia lo sabe y lo disfruta. Que sufran, que para eso están ganando sus miles de euros a la semana. Y que nosotros lo veamos con detalle para asegurarnos de que el sufrimiento no es impostado. Por eso, en tiempos en los que los realities desprenden cada vez menos realidad, Supervivientes sigue irradiando mucha más verdad que artificio.

El nervio del directo

En esa cualidad de mostrar verdad, no es baladí que Supervivientes sea un programa que se sustenta en la imprevisibilidad del directo, que siempre ha sido motor de la tele en España mientras que en otros países estos formatos son grabados y requete-editados. Aunque, cuidado, la mejor improvisación es la que está bien ensayada. Así que como todos los buenos programas Supervivientes también cuenta con un buen armazón de guion. El equipo sabe estrujar los conflictos para crear tramas, fomentar polémicas y mantener la atención en alto, como si de una buena ficción se tratara. Aunque tampoco caen en el error de tener un guion cuadriculado. El espacio está muy medido, para después dejarse llevar con las salidas de tono del directo. Porque lo inesperado en televisión es fundamental. Pero no sale solo. Hay que ir sacando ases de la manga en cada emisión para que el público ni atisbe la posibilidad de cansarse tras semanas viendo a los mismos concursantes en el mismo trozo de playa.

La química entre concursantes y presentador

Supervivientes es un programa coral que necesita un abanico diverso de concursantes, complementarios entre sí para llegar a distintos públicos, pero para repartir su juego es clave el carisma de un presentador que vertebre el guion de las largas galas haciendo que parezca fácil un lío de tramas, vínculos, suspenses y conexiones. Jorge Javier Vázquez ha aportado al programa su ácida rapidez de reflejos televisivos. Sus irónicos comentarios son la gran baza del formato, propiciando un todopoderoso vínculo de complicidad con el público y logrando un detalle crucial: la mordacidad culta de Vázquez va dibujando mejor, y casi sin que se note, los perfiles de cada participante, sus debilidades y fortalezas, lo que les diferencia y les hace especiales. Jorge Javier está lucidamente atento, sobre todo cuando no se crispa y sale a disfrutarlo entre carcajadas.  Aunque no sepas quiénes son, empatizas con la travesura de Jorge Javier.

Postal de viaje

En tiempos de influencers forzando encuadres bonitos y creando rells que ves como quien come pipas, la crisis del género de la tele-realidad en televisión ha estado que se quedó en el encierro largo y la pelea sin motivación. Para qué ver a personas atrapadas si puedes, con sólo deslizar el dedo, cotillear cientos de vidas ajenas haciendo cosas a través de Instagram y TikTok. No basta ya con una casa llena de famosos tirados en el sofá y grabados por cámaras detrás de cristales. Los realities que tiran son los que proponen una experiencia elaborada. Supervivientes te lleva a Honduras a través de una realización visual cuidada, dinámica y, a veces, incluso épica. Una puesta en escena cargada de conexiones vía satélite aderezada por bandas sonoras que buscan ese punto aventurero seriado. La elaboración es lo que diferencia la tele de las redes. Y es clave para atrapar la emoción del espectador. Porque somos emoción. Que, por cierto, no es lo mismo que histrionismo. Que la tele, a veces, se confunde.

Borja Terán
Periodista

Licenciado en Periodismo. Máster en Realización y Diseño de Formatos y Programas de Televisión por el Instituto RTVE. Su trayectoria ha crecido en la divulgación y la reflexión sobre la cultura audiovisual como retrato de la sociedad en los diarios 20 minutos, La Información y Cinemanía y en programas de radio como ‘Julia en la Onda’ de Onda Cero y 'Gente Despierta' de RNE. También ha trabajado en ‘La hora de La 1' y 'Culturas 2' de TVE, entre otros. Colabora con diferentes universidades y es autor del libro 'Tele: los 99 ingredientes de la televisión que deja huella'.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento