¿Se acuerdan de la rueda de prensa de Nacho Cano? Qué lejos suena cuando fue el centro de atención hace sólo una semana. Incluso parece que ya hemos olvidado la alegría con la que hemos ganado la Eurocopa. Bueno, o la han ganado los jugadores de la selección llevándonos a lo más alto del fútbol europeo. Pero fue llegar la comitiva a Madrid y el debate político que se ha traspasado a la población volvió a atrincherar la celebración. Estamos enganchados a la simplificación de la polarización del conmigo o contra mí. Autoconvencidos, evitamos los matices que permiten crecer, aprender y mejorar. Mejor el ataque. Aunque el ruido que destaca en las redes sociales no puede con el entusiasmo de la congregación social que propició la Eurocopa en este tiempo en el que la actualidad no cesa. Por unos días, hemos estado todos de acuerdo. Incluso aprendiendo de la discrepancia argumentada, que es la que nos enriquece.
Pero el trepidante caudal noticioso no echa el freno. Y ya están los Juegos Olímpicos asomando a la vuelta de la esquina. ¿Quién recuerda ya cuando los medios de comunicación buscaban "serpientes de verano"? Este término se refiere a poner el foco en noticias triviales o, en su defecto, sorpresivas, que se publicaban para mantener arriba el interés durante periodos estivales de escaso trajín informativo.
Desde que estamos hiperconectados da la sensación de que ya no hay de eso. O sí, pues a menudo estamos todo el rato dando piruetas sobre lo irrelevante. Porque las relevancias suelen ser menos entretenidas por más complejas y menos cuadriculadas, entre otras cosas.
Así van pasando las semanas y todo caduca casi al minuto. Nos irritamos como siempre, pero olvidamos como nunca. Hasta parece que ha pasado una eternidad desde el intento de asesinato a Donald Trump. Un hecho histórico que sucedió hace cuatro simples días. Lo vivimos casi en directo, tan en directo que nos enseñaron casi al instante el making of de cómo el premio Pulitzer Evan Vucci captó la icónica foto de la tragedia.
Todos nos sentimos partícipes de lo que sucede prácticamente en tiempo real. Tal frenesí en vivo y en directo, logra que hasta lo histórico parezca desfasado en cuestión de minutos. Eso sí que es una novedad informativa, peliaguda novedad. Porque una sociedad adicta a un presentismo absoluto que devora la perspectiva de la memoria, es una sociedad más vulnerable. No obstante, lo más probable es que esta reflexión también ya haya caducado.
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