![Exclusiva sobre el Yoyas en TardeAR.](https://imagenes.20minutos.es/files/image_640_360/uploads/imagenes/2024/07/02/exclusiva-sobre-el-yoyas-en-tardear.png)
La historia de El Yoyas también es la historia de las malas prácticas periodísticas a la hora de afrontar un caso de violencia de género. Ya se le expulsó de la casa de Gran Hermano en 2001. Ya vimos su brutalidad a través de los ojos de las cámaras de la tele-realidad.
Sin embargo, El Yoyas volvió a Telecinco como colaborador agresivo y fue habitual de programas como Crónicas Marcianas, donde se interiorizó que más relevante era el show que daban sus narcisistas gritos que los escrúpulos. Aquella tele convirtió al Yoyas en un entrañable personaje caricaturesco, empezando por su mote. Daba igual su violencia gritona. Lo importante era el sensacionalismo del espectáculo.
Ahora Mediaset quiere cambiar. Busca ser una televisión más familiar. Pero a sus programas les cuesta salirse de dinámicas que han normalizado durante años. Aunque sobrepasen todos los límites éticos. Así la versión veraniega de TardeAR, el programa de Ana Rosa Quintana sin Ana Rosa Quintana, ha colgado el cartel de 'exclusiva' porque ha contactado con El Yoyas en prisión. Desde allí, de nuevo, ha culpabilizado a la víctima. Todo mal.
Un hombre condenado por violencia machista, y que encima ha estado fugado de la justicia, puede continuar sembrando la duda, atacando y ejerciendo su violencia, esta vez verbal, gracias a unos medios de comunicación que le ponen el micro. Bajo la excusa del interés noticioso, la televisión se transforma en aliada del acoso, ya que sirve de plataforma para proyectar características que suelen repetirse en este tipo de personas: amenazas, rencor, narcisismo y afán controlador. Las palabras del Yoyas sólo aportan morbo, no información. Una práctica perversa, que pone a debate público lo que no puede estar jamás a debate: enfrentando e igualando a condenado y víctima, revictimizándola. Víctima que no puede escapar de escuchar al agresor ni cuando está cumpliendo condena en la cárcel La sociedad ha avanzado en sensibilidades, pero hay una televisión que parece no haber aprendido nada. O no quiere aprender nada.
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