Viajes

Un baño gélido en una piscina natural en los Picos de Europa

Vista de la Olla de San Vicente, en Asturias.
Elfo del bosque / WIKIPEDIA

Asturias es uno de los destinos turísticos más populares de España, sobre todo para los viajeros nacionales. Además de su afamada gastronomía y sus espectaculares playas, el Principado acoge también espectaculares rutas por la naturaleza.

Una de ellas, no tan conocida como otras, es la llamada ruta del río Dobra, en plenos Picos de Europa, muy cerca de Covadonga. La ruta remonta este afluente del río Sella hasta desembocar en la Olla de San Vicente, una poza o piscina natural de gélidas aguas recién nacidas capaz de refrescar el más cálido de los días en la montaña.

Tal y como recoge el portal Viajes y rutas, para llegar hay que dirigirse por la carretera N-625 en dirección al Puerto del Pontón. Una vez pasada la localidad de Tornín, en el concejo de Cangas de Onís, veremos un restaurante llamado río Dobra, junto al que hay un pequeño aparcamiento donde podemos dejar el coche. Ahí empieza la ruta.

Puente medieval sobre el río Dobra.
Doug Manson / WIKIPEDIA

Se trata de un recorrido corto y sin desnivel, pero ojo, no exento de dificultad. Aunque la mayor parte de la ruta se hace sobre buen terreno en el ribazo del río, hay un par de tramos en los que tendremos que pasar con la espalda pegada a la pared y pisando con mucho cuidado, sobre todo si ha llovido antes. Por eso, se recomienda usar un calzado adecuado y evitar chanclas o zapatillas de suela fina. Por el mismo motivo no se recomienda llevar sillas de bebés y llevar a los pequeños siempre de la mano en los tramos más estrechos.

En el primer tramo de la ruta podremos contemplar el famoso puente sobre el Dobra. Es una obra medieval, de un solo arco, y cuyo suelo está hecho con los restos de una antigua calzada romana. Es un sitio muy pintoresco, pero cuidado con los despistes, porque el borde apenas tiene altura.

Imagen del Dobra, afluente del Sella.
José Antonio Sierra / WIKIPEDIA

Tras un camino de aproximadamente una hora y tras pasar los ya citados tramos comprometidos (que en todo caso no suponen un peligro grave más allá de un buen costalazo), llegamos al premio de la Olla de San Vicente.

Esta poza presenta un agua fresca como pocas, de color verde esmeralda, que a los más valientes les supondrá un refrescante placer. Los que sean sensibles al agua fría no podrán hacer mucho más que meter un dedo. 

Panorámica de la Olla de San Vicente.
McBodes / WIKIPEDIA

Sí se recomienda usar escarpines para bañarse, porque el fondo de la poza, que en su tramo más profundo alcanza los cinco metros, está formado por piedras. Además, si el río baja caudaloso se forma una pequeña cascada en uno de los extremos de la poza que puede hacer más divertida aún la experiencia.

Alrededor de la poza, además, existe un terreno más abierto y arbolado, donde podemos hacer un picnic o reponer fuerzas para el camino de vuelta, que nos lleva de nuevo al restaurante y el aparcamiento, para poder culminar la jornada disfrutando de la gastronomía típica del Principado de Asturias.

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