Las desconocidas islas gallegas sin habitantes, con playas de arena blanca y acantilados de infarto
Estas islas frente a las Rías Baixas son un espacio natural perfecto para desconectar de la rutina y disfrutar de la naturaleza. Desde sus cimas, las panorámicas son inolvidables.
Aguas cristalinas, playas de ensueño y abruptos acantilados. Situadas frente a las costas de Pontevedra y A Coruña, el Parque Nacional de las Islas Atlánticas en Galicia están compuestas por cuatro archipiélagos, Cíes, Ons, Sálvora y Cortegada, junto con las aguas que las rodean. Su localización frente a las Rías Baixas crea una barrera natural ante el océano Atlántico que acentúa la sensación de estatuario de las rías.
El medio terrestre destaca por los sistemas dunares, los acantilados y los matorrales de tojo y brezo, mientras que en el medio marino existen fondos rocosos, muy importantes para las comunidades de bosques de algas pardas, que dan cobijo a una gran variedad de especies. Su relieve se caracteriza por presentador dos vertientes bien diferenciadas: la occidental, más abrupta y con impotentes acantilados, frente al mar abierto; y la oriental, hacia las rías, con un relieve más suave que permite la formación de dunas y playas.
Eso sí, estos cuatro archipiélagos tienen una importante presencia de visitantes, sobre todo en Semana Santa y verano, lo cual puede ser preocupante de cara a su conversación. Todo ello teniendo en cuenta de que la extensión de las islas no llega a las 900 hectáreas, de las cuales la mayoría, salvo los caminos habilitados, son en la práctica intransitables por la densa vegetación. Por fortuna para la conservación de este espacio protegido, llegan los barcos a media mañana y vuelven a la tarde. Ahora bien, es posible pernoctar en las islas, si hay disponibilidad de plazas, lo cual es muy recomendable pues se gozará de unas horas de soledad magníficas para disfrutar del paisaje.
Las Islas Cíes: el paraíso de Galicia con playas blancas
Las Cíes son realmente tres islas, aunque la central y la septentrional, las visitables, están unidas por una playa y un dique. Se trata de un conjunto de islotes conocido por los romanos como las Islas de los Dioses, habitado por monjes en la Edad Media y base de piratas turcos y normandos en siglos posteriores. Son las islas más escarpadas y elevadas, con cimas agrestes, que a veces caen a pico sobre el mar, y con altitudes cercanas a los 200 metros.
En ellas hay zonas forestales de pinos y eucaliptos, y algún roble, zonas de matorral cerrado, playas blancas y una maravillosa lagunas que oscila al compás de las mareas en la que la vida marina se muestra fascinante. Desde sus cimas, las panorámicas son inolvidables.
Otro punto a tener en cuenta es que aunque las Rías Bajas gallegas están en una región oceánica, lo que supone importantes precipitaciones, el clima se podría clasificar como mediterráneo subhúmedo de tendencia atlántica. La temperatura media oscila entre los 13 y 15º, con poca variabilidad estacional, y los vientos dominantes son del norte durante el verano y normalmente del suroeste en invierno. Eso sí, las mareas aquí son muy fuertes, con variaciones que llegan hasta los cuatro metros, y que tienen un gran efecto sobre los organismos que viven en el litoral, que deben adaptarse al cambio drástico de sus condiciones de vida cada seis horas.
En las áreas rocosas costeras existe gran variedad de hábitats por la oxigenación del oleaje y la riqueza en materia orgánica. Esto determina la presencia de especie tan emblemáticas como los mejillones o los percebes, o las mismas lapas, ejemplo de adaptación al medio.
Faro de Cíes
Dependiendo de la hora y del número de visitantes, se puede ir directamente hacia el faro de Cíes o, antes, al de Porta, dejando para más tarde el primero. Como es imposible subir directamente, se ha de regresar al cruce situado al lado de la playa de Nosa Señora o tomar un atajo señalizado, pero este sendero, más pendiente, está cerrado al tránsito durante parte del verano por coincidir con el periodo de anidamiento de gaviotas.