A las 3 y 12 hora canaria, empezaba la carrera perdida contra el volcán. La montaña comenzó a rugir y ya nada fue igual en la isla. Una a una sucumbieron las primeras viviendas, las que más cerca estaban de la cumbre. En total casi 2.000 edificios han quedado sepultados. La caprichosa colada descendía montaña abajo destruyendo y sepultándolo todo a su paso. 

El volcán los ha echado de sus casas. 7.000 desalojados. Es imposible resistir porque la lengua de lava avanzó cinco días después de la erupción. Entró en Todoque, el primero de los barrios donde sufrieron la fuerza del volcán. Y último escollo antes de que la lava alcanzase el mar. Se empezó a formar la primera fajana. La colada ganaba minuto a minuto terreno al agua, 34 nuevas hectáreas.

Pero el volcán seguía en fase expulsiva. Su cono se resquebrajaba y la lava tomaba ahora nuevos caminos. Más destrucción si cabe, más hectáreas afectadas, nuevas viviendas arrasadas. Las plataneras, uno de los pulmones económicos de la isla, también se ahogaba en ceniza.  Un mes después la gran pregunta sigue sin respuesta. No se sabe cuándo las erupciones acabarán.