Call of Duty Black Ops 2. ¿La película más redonda del año?

Tengo que reconocer que no pensaba que Black Ops 2 fuera a conquistarme. Por un lado, meramente objetivo, el género de los shooters bélicos muestra ya un evidente agotamiento tecnológico y de ideas. De manera más personal, la idea de trasladar el conflicto protagonista del juego a un futuro cercano no me es (todavía) especialmente atractiva. No sé cuanta veces he invadido Afganistán junto con las fuerzas militares estadounidenses y reducido a cenizas a la población civil. Pensar que en año 2025 seguiría haciendo eso alentaba en mi interior una pereza extraordinaria. Además, si vas a hacer un shooter futurista, ¿por qué no algo mucho más alocado y cercano a la ciencia-ficción más transgresora? Además, lo que me gustaba tanto (tantísimo) del primer Black Ops es que trataba un periodo histórico apenas explotado en este género, la Guerra Fría.

Pero quien tuvo, retuvo.

Call of Duty Black Ops 2 sobresale por encima de sus directos competidores. Lo mires por donde lo mires. Técnicamente, es casi impecable. Es verdad que ya se nota que la presente generación de consolas no se puede exprimir más y que este juego es, una vez más, el techo tecnológico que 360 y PS3 pueden ofrecer. Y eso, que evidentemente no es nada malo, sí que refuerza la idea de que no hay nada nuevo bajo el sol. Además, y es triste tener que señalar esto, el juego no presenta, en su lanzamiento, ningún bug importante que impida su disfrute, como pasa con otras sagas, de esas que se cuelgan tantas medallas, y que a la hora de estrenar el juego, tienes que dejarlo esperando en la estantería durante semanas hasta que aparezca un parche que solucione todos los errores.

De apartado técnico, sobresaliente, poco más se puede decir: impecable y soberbio. Es lo que pasa cuando un proyecto así lo pones en manos de los responsables de algunos de las mejores películas de la historia reciente del cine: David S. Goyer, el guionista de los Batman de Nolan; o Trent Reznor, el compositor de las bandas sonoras de La Red Social o Los Hombres que no Amaban a las Mujeres, y miembro de Nine Inch Nails. Incluso el actor Jordi Mollá dobla la voz antagonista del título, un villano de los que serán recordados por los jugadores.

El guión de Goyer convierte una historia de venganza en un episodio de la saga familiar de los protagonistas del primer Black Ops. Nos reencontraremos con Hudson, Woods y Mason en 1980, realizando ese tipo de misiones de las que los gobiernos se lavan las manos, y veremos como se origina una amenaza global con la que deberá lidiar en el año 2025 David Mason (el hijo de Alex) para evitar una Tercera Guerra Mundial.

El contraste entre las misiones de los veteranos (la invasión de Panamá o las batallas contra los rusos en Afganistán, por ejemplo) y las del joven Mason es muy pronunciado. Mientras que en las primeras nos encontramos con una jugabilidad clásica y calcada a los de otros Call Of Duty, en las segundas aprenderemos a hacer un tipo de guerra mucho más dependiente de la tecnología. Un ejemplo claro, que además es una interesante novedad para el jugador, serán unas misiones con un fuerte contenido de estrategia en la que deberemos hacernos cargo de distintas unidades y proteger diferentes instalaciones. Son un reto difícil, y tal vez podría haberse pulido algo más el sistema de control de la unidades, pero desde luego es una idea original y una curiosidad dentro de la saga Call of Duty.

La campaña principal te tendrá pegado a la pantalla durante un par de tardes, y una vez más, será el multijugador quien cargue con la responsabilidad de hacer de Black Ops 2 un título rejugable. Evidentemente, uno de los puntos fuertes del juego, que si bien no incluye demasiadas novedades, se aferra a aquella idea de «si algo funciona, no lo arregles».

Será el modo Zombie el más potenciado. Si algo le faltaba a los Call of Duty eran los zombies, tan de moda ahora. Y a los jugadores nos encanta. La mayor innovación a este modo de juego (que ya es imprescindible en la saga) es el modo «TranZit»: una campaña en el que los jugadores viajarán a bordo de un bus escolar fortificado a distintas zonas de ese apocalíptico futuro, que ríete tú del trailer de Guerra Mundial Z. Además, el modo zombie ofrecerá ahora muchas más posibilidades para crear partidas a medida. Se podría decir que el modo zombie de Black Ops 2 es la antesala a un Call of Duty Z de pleno derecho.

Tras disfrutar de lo lindo con este Call of Duty Black Ops 2, tengo que destacar un solo punto negativo: el 3D. El anterior Black Ops nos ofrecía la posibilidad de jugar en 3D, con una calidad bastante aceptable que se compensaba por la experiencia.

El requisito era el de contar con una tele 3D, pero el resultado era bueno. Desgraciadamente, el 3D de Black Ops 2 ha sacrificado la calidad en aras de ofrecer esta experiencia al mayor número de jugadores posible: la solución ha sido incluir el modo 3D en sistema anaglifo, esto es, el de las gafas con un cristal rojo y otro azul. Imaginad los dolores de cabeza y la orgía cromática que supone jugar a un Call of Duty con esas gafas. Espantoso e inútil: no creo que nadie pase más de cinco minutos jugando a este nuevo 3D.

Todos estos elemento juntos vuelven a formar una de esas experiencias que sólo Call of Duty puede ofrecer. Activision ha vuelto a conseguir que nos alistemos seducidos por la llamada del deber más espectacular.

Esto es BAZINGA!, donde las únicas guerras que nos gustan están dentro de la consola.

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