OPINIÓN

Max Payne 3 - Y al tercer juego, resucitó

Max Payne 3 - Y al tercer juego, resucitó
Max Payne 3 - Y al tercer juego, resucitó
Max Payne 3 - Y al tercer juego, resucitó

La luz que se filtra por las rendijas de la persiana, el denso humo del tabaco, los restos de licor en el vaso, el calor húmedo, pegajoso y asfixiante como el beso de una amante a la que ya no se quiere, y la voz en off sobre un jazz suave. Con todo eso, ya tienes la actitud necesaria para reencontrarte con Max Payne, uno de esos personajes que marcaron una época en el mundillo de los videojuegos y que hasta la fecha estaba desparecido en combate. Pero ha vuelto, y en el camino de regreso ha hecho nuevos amigos. Ese tipo de gente con el que tu madre te recomendaría no mezclarte, pero con los que siempre te diviertes: nada más, y nada menos, que la gente de Rockstar.

El tiempo no ha pasado en balde para Max. Tras tocar fondo en Nueva York, y convertirse en una piltrafa humana, decide darle un giro drástico a su vida y viajar a São Paulo para convertirse en una piltrafa humana, pero en una que no habla Portugués. Tras abandonar su carrera de policía y sobreponerse al asesinato de su familia, Max se ha convertido en un canoso y barrigudo alcohólico que malvive como guardaespaldas de una acaudalada familia de Brasil. Evidentemente, las cosas se torcerán y el destino impedirá que el bueno de Max reviente bebiendo, tal como él había planeado.

Éste es el punto de partida de un juego “100% Rockstar”, a pesar de que originalmente la franquicia no fuera de propiedad. Tendremos una intensa historia, una sólida experiencia cinematográfica, personajes enloquecidos, violencia desmedida y todo tipo de elementos ilegales. Y lo mejor de todo, es que han conseguido que Max Payne no pierda NADA de su personalidad, desde la banda sonora a los menú de opciones, o algunos efectos de sonido que ya estaban en el primer título de la saga. Todo nos recuerda al Max Payne del que disfrutamos hace unos años. Al buen hacer de estos muchachos hay que sumarles el mérito de saber respetar y reinterpretar a los clásicos.

El nuevo Max Payne 3 repite la mecánica de sus antecesores, pero con todo el potencial técnico actual. Y queremos decir TODO, pero Max Payne 3 es una “bestia parda” en lo que a técnica se refiere. Los gráficos son simplemente alucinantes. El modelado de los personajes y sus animaciones, y detalles como las arrugas de la ropa al moverse son ya un referente obligatorio para los juegos en tercera persona. Pero son los escenarios el elemento más glorioso de este juegazo. A pesar de nos ser entornos abiertos, son tan grandes que casi no te percatarás de que recorres un circuito predefinido. Además estarás tan distraído disfrutando del nivel de detalle (y esquivando balas) que será la menor de tus preocupaciones. La atención al detalle en los escenarios de este juego es ENFERMIZA. Seguramente sea uno de los juegos con los entornos más acabados, realistas y maravilloso que hemos jugado, por no decir el mejor. El nivel del juego que transcurre en las favelas es simplemente inolvidable. Uno de esos recuerdos que se quedan para siempre en la memoria de los jugones. Mire donde mires, hay algo interesante que ver: gente asomada a las ventanas, o charlando, niños jugando al fútbol (es Brasil, claro), un pequeño aparato de radio, un ventilador, papeles, pájaros… Y todo reacciona a las interacciones de Max. Una matrícula de honor para Rockstar y el mimo concienzudo que ha puesto en la reproducción de los elementos de cada misión.

Si no te quedas abstraído disfrutando de cualquiera de estos detalles tal vez te centres en el juego y en su alocada y frenética actividad de avanzar y disparar. El sistema de juego sigue siendo exactamente el mismo, se ha mejorado un sistema de cobertura (une eso a “escenarios destructibles” y verás qué fiesta) y pulido multitud de detalles para poner a Max a punto para la potencia de los juegos actuales, pero no se ha alterado nada importante en lo referente al sistema de juego. ¿Si algo funciona bien, para qué arreglarlo? El mejor ejemplo es el famoso “tiempo bala”, una de las señas de identidad de la franquicia y que permite al jugador ralentizar el tiempo. La espectacularidad y la facilidad de manejarse en este modo es similar a los dos primeros juegos y tan excitante como aquellas primeras películas de John Woo. Y esa es otra: Max Payne 3 no tiene nada que envidiarle a ninguna película de género negro o acción. Como es (buena) costumbre en Rockstar, ha cuidado el guión, las cinemática, el trabajo de doblaje y han conseguido ensamblar todos estos niveles de desenfreno pirotécnico en un historia llena de giros de guión, misterio, corrupción y violencia. Lo más parecido a vivir tu propia película es sentarte delante de tu consola a disfrutar de éste título.

Sólo se puede cerrar éste texto, en el que resumo las bondades de éste juego hablando del multijugador, sin duda, el aspecto más flojo de éste Max Payne 3. Como ya ocurrió con GTA4 y Red Dead Redemption, el multijugador es divertido y engancha, pero no deja de ser un complemento para el modo historia. La gran mayoría de jugadores no acudirá a este título para montar sus partidas cooperativas, pero es un añadido interesante y que alargará algo más la experiencia de juego y que permitirá revisitar, desde otra perspectiva, los excelentes escenarios del juego.

Cuando a finales de año se elijan los mejores títulos de 2012 todos nos acordaremos de Max Payne.

Esto es BAZINGA!, donde usamos el tiempo bala para admirar el paisaje.

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Chema Mansilla

Compagina su vocación de fanboy eterno con la ilustración y el diseño

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