OPINIÓN

'Video Killed the Radio Star'

Rod Stewart
Rod Stewart
Cinemanía
Rod Stewart

1982. Unas 30 modelos en bikini se reparten alrededor de la piscina del exclusivo hotel Sunset Marquis de Los Ángeles. Algunas se asoman a los balcones, otras esperan en las tumbonas, varias se lanzan al agua. Hay cámaras instaladas y un helicóptero sobrevuela la localización. El equipo de rodaje del videoclip de Tonight I’m Yours ha alquilado 20 habitaciones y por ellas corren sustancias que no son atrezzo. Pero la estrella se hace de rogar; Rod Stewart tiene resaca y no quiere quitarse las gafas de sol ni salir de su caravana. 

El director Russell Mulcahy intenta animarlo: “Vamos, Rod, voy a grabar de todas formas, ¿quieres salir o no?”. Finalmente, el cantante accede a regañadientes: “Oh fuck, all right”.

La anécdota, recogida en el magnífico libro I Want My MTV (Craig Marks y Rob Tannenbaum, 2011) ilustra la megalomanía consentida, el exceso innecesario y el dispendio absurdo promovidos por la irrupción del videoclip como herramienta de promoción. MTV había comenzado sus emisiones el 1 de agosto de 1981 con una idea simple y rompedora: vídeos musicales en rotación de radio fórmula.

Muchas compañías y artistas la recibieron con recelo, pero pronto se pusieron a realizar los vídeos que no existían. Eso sí, la industria discográfica nunca da puntada sin hilo: la mitad de los presupuestos se deducían de los futuros royalties del artista. Daryl Hall, de Hall & Oates, lamenta no haber prestado más atención: “Era demasiado estúpido para darme cuenta de que me cobraban todo”, comenta al hilo de los miles de dólares que costó la fugaz pantera que aparece en Maneater.

Todo valía narrativamente, nada tenía sentido, imagen y letra iban por separado. Y cuanto más caro, mejor. Todavía se utiliza la expresión “estética de videoclip” para referirse a cierta manera de rodar y editar. Por cierto, el vídeo del Tonight I’m Yours sigue siendo rematadamente malo

Pepe Colubi

Parte de la comuna ILUSTRES IGNORANTES y ha escrito un par de novelas esperando un inmerecido golpe de suerte que le aleje del esfuerzo. Espectador de todo.

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