OPINIÓN

Sweet Home Alabama

Imagen de 'American History X'
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Cinemanía
Imagen de 'American History X'

Cuando vuelvo a la ciudad en la que crecí, lo mismo me encierro y leo Heidi veinte veces y lloro cada una de ellas que me entrego a la fiesta hasta que me cambia el acento y digo “miraminiña” y “chas” y “chos” y “fos” según la dirección que vayan tomando las emociones de la noche, o lo mismo me recluyo en la cocina de casa de mis padres a hacer arepas e invito por turnos a todos los miembros de familia para que escuchen conmigo una cinta de casette que encontré en un cajón en la que se escucha la voz de mi abuelo muerto hace casi cuarenta años recitándole a mi abuela poemas de amor para que le perdonara sus infidelidades, o también puede ser que pasee por cada lugar donde vomité en la adolescencia esa mezcla de vino, cocacola y licor de mora que me apasionaba, o incluso puede que me comporte de forma normal, vaya por la calle a hacer la compra quede con mis amigas de siempre y a la vuelta tenga que huir, huir en serio, porque te veo a ti, que fuiste conmigo al colegio y me tratabas como una apestada pero ahora te veo ojitos y sonrisa afable de querer venir a saludarme porque viste una entrevista mía en el periódico local y te acercas y dices ay es que te vi en el periódico eres Sabrina verdad y te digo que no pero me alejo y te recuerdo enfadada los ojos muy azules persiguiéndome para pegarme por la sola razón de haber ido a clase con unas medias verdes rotas que dejaban ver otras medias naranjas recuerdo tu nombre y tus apellidos el nombre de tu hermana de tu hermano de tu calle de tu perro tus tenis adidas blancos cómo se te rizó el fleco de repente cómo te quedaste embarazada poco después de terminar el colegio el nombre que le pusiste a tu hijo cómo dijiste una vez que era como jugar con un muñeco pero sin poder cambiar de juego, cómo una vez, mucho antes de aquello, en clase de Ética nos pusieron American History X y tú llorabas llorabas llorabas tanto que te tuviste que salir de clase y yo también lloraba lloraba sin parar disimulando los hipidos y sorbiéndome los mocos muy suave para que no se me notara para no tener que salir y estar contigo en el pasillo, porque me dabas miedo, mucho miedo, y me dabas miedo porque me gustabas.

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