OPINIÓN

James Band: el superagente tailandés contra R2-D2 y C-3PO

James Band: el superagente tailandés contra R2-D2 y C-3PO
James Band: el superagente tailandés contra R2-D2 y C-3PO
James Band: el superagente tailandés contra R2-D2 y C-3PO

Creo que todas las filmografías mundiales tienen su propia versión de James Bond. Os lo juro: hay versiones en la India, en España, en Italia… hasta en Irán, Egipto o Brasil. En muchísimas ocasiones se trata de meras parodias. Aún sucede: fijaos en Anacleto. Ante la imposibilidad de competir con los medios y los exóticos parajes de las producciones originales, pues la menos nos reímos un poco del asunto. Y, aparte, la solemnidad de la muy inglesa figura de Bond se presta al chascarrillo fácil. Que se lo digan a Flint. O a Anacleto.

Asia no fue una excepción.  En esta misma columna os contamos aquel descacharrante crossover James Bond – Batman que nos regalaron los filipinos. China, Taiwán, Japón… todos tuvieron sus superagentes. Pero uno de los más marcianos y delirantes en James Band 007, una microproducción de Tailandia al servicio de un caricato local, Thep Tienchai. Piensen en el Sr. Barragán y acertarán: el tipo hacía gracia por su aspecto desastrado y cómico del lumpen.

JamesBand02

El arranque se produce a ritmo de música de Shaft, con el James Bond asiático haciendo una misión. El superagente secreto está en Tailandia para salvar el mundo. Pero comete un error básico: en  lugar de coger su Aston Martin, decide coger un rickshaw, un carrito de esos tirados por un pobre diablo, en este caso, el bueno de Thep. Normal que pase lo que tenía que pasar: que un francotirador elimina a Bond a las primeras de cambio y confía su misión al pobre desdentado que tiraba del carro. El será ahora… ¡James Bond! Y como tal protagoniza unos créditos en los que se dedica a hacer el gilipollas con la pistola y unas chicas bailando, digno de la peor revista con Fernando Esteso y Malena Gracia.

¿Recordáis las películas de Los Hermanos Calatrava? Pues esto es exactamente el mismo tipo de producción, sólo que aquí sólo tendríamos un protagonista, el feo, aquí más feo que nunca, porque el tal Thep no se corta de enseñarnos su piñata continuamente: efectivamente, la mitad de la gracia es ver la cara de yonki que tiene el tipo. Y sólo con eso, el tipo consiguió hacer carrera. Esto es lo que estáis consiguiendo que no se repita con tanta piratería, malditos.

El film repasa una por una todas las convenciones de la película, divirtiéndose al ver a un mendigo tailandés en un mundo de lujo y espionaje. El tipo se pasea en traje por los más exclusivos resorts, mientras las espías enemigas se le echan encima para su disfrute y los matones del villano buscan acabar con él. Eso en teoría, porque durante la primer MEDIA HORA de película, el nuevo héroe no hace NADA salvo tomar al sol en la piscina. Os lo juro: prácticamente media película transcurre en la piscina de un hotel.

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El malvado aquí es  un  científico loco que ha inventado un rayo de la muerte con el que desintegra aviones y pretender chantajear a los gobiernos del mundo. O eso creo que tengo mi tailandés algo oxidado. Él tenderá trampas al agente secreto, buscando  acabar con él y arrebatarle el maletín, utilizando como esbirros a unos tipos enmascarados y un calvo que da cabezazos a lo loco.

El malvado guarda su terrorífica arma en su colorida y kitsch guarida “futurista”: la peli es de 1983 y parece sacada de una serie B del 63.  Allí encontramos el momento más WTF del metraje, con la aparición de dos s compinche del villano que nos son muy familiares. ¡Son los primos del pueblo de R2D2 y C3PO!

Los dos androides se dedicarán a dar consejitos a los esbirros de los malos, además de protagonizar algún chascarrillo. C-3PO es un cabrón que disfruta siendo malo, risa diabólica incluida, y R2, un salido que espía a las chicas y hasta se queda mirando como su jefe se da el lote con una de sus esbirras, el tío cerdo. La pareja discute mucho más que sus modelos, llegando a quedarse bloqueados en un “que sí – que no” y desesperando a su creador.

A pesar de su pinta ridícula y poca mano con las mujeres, el Bond Thai sabe artes marciales y no tiene problema en darle de hostias a sus captores, así que no os creáis que la cosa acaba como un Torrente o algo así: de hecho, a mitad de la película, esta se convierte en un extraño festival de pescozones, solo interrumpidos para que veamos lo feísimo que es el protagonista, el principal gag de la peli: “Paca, que fea eres, hijalagranputa”.

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El clímax final enfrentará al nuestro horrible protagonista y su compañera agente escapando de la base, liándose a golpes con todo dios y activando la autodestrucción, lo que provocará el uso indiscriminado de metraje de archivo de un volcán explotando. Ese es el nivel, amigos. En cuanto a los CutreBots R2 y C3PO, acaban cabreados y dándose de hostias entre ellos mientras todo explota. “¡Me voy a fundir, y todo por tu culpa!”.

Desde luego, los niveles de producción están muy lejos de la mayoría de imitaciones de Bond. Al menos en la mayoría de euroespías uno podía ver los monumentos de Roma o París. Aquí, como hemos dicho, toda la película transcurre en un resort de vacaciones y sus alrededores. Por no haber, no hay ni persecuciones de coches. ¿La banda sonora? Pues temas James Bond, aparte, el resto de la música es una delirante y marchosa versión disco del tema de Superman, la usadísima música de El bueno, el feo y el malo, la de Las noches rojas de Harlem  y otras piezas robadas de películas occidentales. Maravilloso.

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Con cerca de dos horas de metraje, James Band 007 llega a hacerse cansina, más aún cuando no entendemos ni jota. Está claro que sus directores no pensaban en vender la película fuera de su país, sino simplemente aprovechar la moda de un cómico popular y un personaje que seguía tan de moda como siempre para sacarse unos dineros y a otra cosa. Lo de los robots… todavía estoy pensando en por qué diantres lo metieron.

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Es escritor, presentador, músico y, sobre todo, gurú de la cultura basura. Conocimiento enciclopédico, espíritu divulgador, estilo inconfundible y olfato atrofiado

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