Andrea G. Bermejo Redactora jefa 'Cinemania'
OPINIÓN

Cuatro recomendaciones en Netflix, Apple TV, Filmin y Amazon Prime Video

¿Estás harto de cambiar de una plataforma a otra sin saber qué ver? Todas las semanas elegimos cuatro películas o series para ti
The Velvet Underground, de Todd Haynes
The Velvet Underground, de Todd Haynes
Apple TV
The Velvet Underground, de Todd Haynes

Such a perfect film

The Velvet Underground, en Apple TV

The Velvet Underground, de Todd Haynes
The Velvet Underground, de Todd Haynes
Apple TV

“No sabía cantar, no sabía tocar, pero todo lo que hacía resonaba. Tenía más talento del que se podía permitir”, dice uno de los primeros productores que tuvo Lou Reed en este documental sobre The Velvet Underground dirigido por Todd Haynes.

Como no podría ser de otra forma tratándose de la escena cultural neoyorquina de los 60 y del director de I'm Not There, The Velvet Underground es estilísticamente vanguardista, combinando la pantalla partida con imágenes de archivo, mezclando blanco y negro con color, retratos fijos con entrevistados que bailan en el plano y voces en off, pero también bustos parlantes tan ilustres como Jonas Mekas o Johnathan Richman.

The Velvet Underground recuerda los comienzos de Lou Reed, siempre escribiendo y tocando en bares gays porque le parecía que era donde estaba el mejor público. Ginsberg, Burroughs, Rimbaud o Selby fueron sus maestros, quería hacer lo mismo que ellos con una guitarra. También the Everly Brothers, los Beatles, etc. Pero fue Andy Warhol al frente de la Factory quien fichó a Nico e hizo posible el disco del plátano y la Velvet Underground.

Lo más curioso del documental es cómo, sin proponérselo expresamente, pero a través de las declaraciones de los artistas entrevistados, queda un retrato de Lou Reed como un cretino, especialmente por sus celos hacia a John Cale o cuando esa exnovia cuenta cómo al músico le divertía llevarla a por heroína a los peores barrios solo por hacerla sentir en peligro.

Si te ha gustado el toque femenino de ‘Sin tiempo para morir’

Fleabag, Amazon Prime Video

Fleabag
Fleabag
Amazon Prime Video

El domingo pasado fui a ver Sin tiempo para morir, el último Bond. Y más allá de que la primera mitad me gustase mucho y la segunda, nada de nada, me sorprendió ver a muchas mujeres en la sala. Claramente, los esfuerzos para ampliar el público de la saga Bond han dado sus frutos, incluido el fichaje de Phoebe Waller-Bridge como guionista invitada. En Sin tiempo para morir cuesta rastrear su talento, ese sentido del humor tan ácido que demostró en las dos temporadas de Fleabag. Razón de más para recuperar una de las series más ingeniosas de los últimos años.

La serie concebida y escrita por su protagonista a partir de su propia obra teatral causó un moderado revuelo cuando se estrenó en 2016. La segunda temporada fue nominada a 11 estatuillas en los premios Emmy, de los cuales ganó seis. Waller-Bridge volvía a reunir la hermana estirada (Sian Clifford), el cuñado baboso (Brett Gelman), el padre calzonazos (Bill Paterson) y la madrastra odiosa (Olivia Colman)– y añadía un nuevo comensal a la mesa, un cura católico entre guaperas y riquiño –¡cree que le persigue un zorro!– del que Fleabag se enamora.

Interpretado por Andrew Scott –el Moriarty más bajito de la historia del cine–, su química con Waller-Bridge (el volumen del televisor sube solo cada vez que le llama “Padre”) y sus discusiones teológicas proveen a la serie de algunos de los momentos más brillantes de la televisión reciente, incluida la maravillosa vuelta de tuerca al don de Fleabag de hablar a cámara.

El primer Paul Thomas Anderson

Sidney, en Filmin

Sidney
Sidney
Filmin

Me gusta ver las óperas primas de los grandes directores. La falta de presupuesto y de experiencia suelen mostrar al genio en bruto, el talento en potencia. Sin embargo, Sidney, la primera película de Paul Thomas Anderson, podría pasar por ser la tercera o la cuarta película del director. Es una obra redonda.

Sidney comienza con el mítico actor Philip Baker Hall recogiendo de la calle a un jovencísimo John C. Reilly. Tras una escena de diálogo de cinco minutos y medio, el primero adopta al segundo y lo introduce en su vida de estafador de poca monta en los casinos de Reno. Sin embargo, dos nuevos personajes parecen empeñados en complicarles su apacible nueva relación paternofilial. A uno lo interpreta Samuel L. Jackson y al otro, Gwyneth Paltrow.

En Sidney vemos ya el primer plano secuencia marca de la casa. Thomas Anderson la rodó en 28 días y la montó en tres semanas, pero después pasó un año disputándose el corte final con los productores y no fue hasta que la película fue aceptada en Un Certain Regard de Cannes, que recuperó el control sobre Sidney.

El Almodóvar más autobiográfico

Dolor y gloria, en Netflix

Dolor y gloria
Dolor y gloria
Netflix

Aprovechamos el estreno de Madres paralelas, la última película de Almodóvar que se ha colocado en el Top 3 de la taquilla, para recuperar su película más autobiográfica. Dolor y gloria además puede pasar a la historia como la película más sobria del cineasta, la película que le gusta a los que no les gusta Almodóvar. A penas reconocemos en ella los manierismos de sus anteriores películas. 

La película número 22 del manchego arranca con su protagonista, el prestigioso cineasta Salvador Mallo, hundido. Es una imagen literal –está sumergido en una piscina– y metafórica –es un hombre deprimido–. Sus dolores físicos y de espíritu son enumerados en una secuencia animada por Juan Gatti y, por si cupiese alguna duda de su bajona, Almodóvar le pone a leer El libro del desasosiego, de Pessoa, y Nada crece a la luz de la luna, de Torborg Nedreaas. Sus glorias de cineasta famoso, en cambio, son presentadas siempre en un segundo plano, con hastío, como si careciesen de importancia o, en el mejor de los casos, con cierta ironía –“pero, ¿cómo puede ser que mi cine guste tanto en Islandia?”–.

La proyección en la Filmoteca de su película de culto, Sabor, posibilita el reencuentro de Mallo con su actor principal al que nunca perdonó su interpretación en la cinta. Este macguffin, que recuerda a la retrospectiva que la institución le dedicó a Almodóvar en 2017, le devuelve la memoria a Salvador. Y, si bien esas secuencias del pasado son correctas y sugerentes, es sobre todo el presente de Mallo –interpretado por un soberbio Antonio Banderas– lo que convierte a Dolor y gloria, una película sobre la soledad del que lo tiene todo, qué duda cabe, en uno de los trabajos más emocionantes de Almodóvar. Solo un artista de su envergadura derrumbaría el muro del éxito para enseñarnos lo que hay detrás.

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Andrea G. Bermejo
Redactora jefa 'Cinemania'

Puedes leerme en CINEMANÍA. Puedes verme en Historia de nuestro cine, el programa de cine español de La 2 en el que colaboro. Y puedes oírme en el podcast 'Mi vida en películas'. Estudié Periodismo y Humanidades en la universidad San Pablo-CEU y tengo un Máster en Literatura inglesa y norteamericana en la Universidad Complutense. He dirigido el documental 'El hombre que diseñó España' y estoy escribiendo un libro sobre la cineasta Cecilia Bartolomé.

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