Andrea G. Bermejo Redactora jefa 'Cinemania'
OPINIÓN

Cuatro recomendaciones en Netflix, Disney +, Amazon Prime Video y Filmin

¿Estás harto de cambiar de una plataforma a otra sin saber qué ver? Todas las semanas elegimos cuatro películas o series para ti
McCartney 3,2,1
McCartney 3,2,1
Hulu
McCartney 3,2,1

Música para tus oídos

McCartney 3, 2, 1, en Disney +

McCartney 3,2,1
McCartney 3,2,1
Hulu

Paul McCartney llamaba cuatro ojos a John Lennon cuando se peleaban. Pero, sin duda, el contraataque de este –"¡Pecho palomo!”– era mucho mejor. Esa es solo una de las deliciosas anécdotas que el músico cuenta en esta serie documental de Hulu que Disney + lanza en exclusiva. Alrededor de una mesa de mezclas, un piano o una guitarra y en un precioso blanco y negro, como queriendo buscar la esencia del asunto y dejarse de tonterías superfluas, el productor musical Rick Rubin conversa con McCartney a lo largo de seis episodios que siempre dejan  ganas de más.

Como un niño con un juguete nuevo, Paul McCartney se sienta al piano y repasa acordes, pistas y arreglos de las mejores composiciones de los Beatles, recordando sus orígenes e influencias, desde Bach a Fela Kuti pasando por los Everly Brothers, Elvis, Little Richard, etc.

El director Zachary Heinzerling introduce breves pero significativas imágenes de archivo, conciertos de Bob Dylan, Hendrix, Roy Orbison y los propios Beatles, pero el corazón del metraje son las preguntas de Rubin, tan específicas en lo musical que consigue que McCartney esté en su salsa y suelte bastantes perlas. Sirva de ejemplo cuando el productor musical le pregunta al ex Beatle si se relacionaban con otros grupos que grabasen en Abbey Road y McCartney recuerda cómo presenció anonadado la grabación de The Other Side of the Moon, de Pink Floyd.

Si la ves te dan el diploma woke

La directora, en Netflix

La directora
La directora
Netflix

Esta serie lo tenía todo para gustarme: un campus estadounidense, literatura inglesa y norteamericana, Amanda Peet entre las creadoras o uno de los hermanos Duplass en el reparto. Sin embargo, esta comedia sobre la primera directora del departamento de literatura de una universidad estadounidense me ha decepcionado como supongo que me decepcionaría estudiar hoy en una de esas prestigiosas universidades infectadas por lo woke.

Como presumo que sucede en aquellas, en la serie casi nadie habla de literatura, a pesar de que todo el personal es o profesor o alumno de esa disciplina. Salvando alguna mención a Chaucer, los literatos se mencionan solo para recordar lo aberrantes que fueron en sus vidas privadas. Un profesor hace el saludo nazi en el contexto de su clase sobre Literatura del absurdo y los alumnos lo graban, suben a sus redes y convierten en viral, trama que sería un buen retrato de los tiempos en los que vivimos si no fuese porque la serie lo celebra despidiendo al profesor al final.

Se nota que Amanda Peet pertenece a otra generación y que en el fondo le gustaría hacer una serie tontorrona y divertida sobre amoríos universitarios y profesores desastrosos pero simpáticos. Y se debate entre ser eso mismo (y ahí me gana: piensa en Jay Duplass conduciendo borracho un carricoche de aeropuerto robado) y el miedo de lo políticamente correcto (y ahí me pierde por completo). Porque resulta curioso que una serie que pone por encima de todo la identidad tenga tan poca. 

Un Ben Affleck con más sombras que en 'Perdida'

La sombra del poder, en Netflix y Amazon Prime Video

La sombra del poder
La sombra del poder
Amazon Prime Video

El fin de semana pasado me dio por hacer un ciclo de películas sobre periodismo y aproveché para ver una que no había visto aún, La sombra del poder, de Kevin McDonald, que hace poco estrenó The Mauritarian. Basada en la miniserie británica State of Play, cuenta la historia de un congresista caído en desgracia tras el suicidio de una colega con la que supuestamente mantenía un romance y de la investigación llevada a cabo por un antiguo amigo suyo periodista.

Un Ben Affleck con más sombras que en Perdida es el congresista y un Russell Crowe melenudo, el plumilla que junto a Rachel McAdams intenta encontrar al culpable de un asesinato que huele a chamusquina conspiranoica. Mención especial a Helen Mirren en el papel de la directora del periódico en el que trabajan, una estupenda síntesis del declive del periodismo que ya se hacía notar allá por 2009.

Paul Newman, tu profesor de periodismo favorito

Ausencia de malicia, en Filmin

Ausencia de malicia
Ausencia de malicia
Filmin

Otra del ciclo de cine periodístico del fin de semana pasado y una película que no me canso de ver. ¿Será porque la protagoniza Paul Newman? Puede ser. El actor interpreta al hijo de un gángster acusado del asesinato de un líder sindical. Y, dicho esto, lo mejor de Ausencia de malicia es que parece que esa es la película que vas a ver y resulta no serlo para nada.

Es más bien la historia de cómo una periodista ambiciosa y poco prudente (Sally Field muy jovencilla) antepone sus deseos de ser una firma a (inexplicablemente) sus deseos por Newman. Y también sobre cómo el personaje de este consigue zafarse de la investigación que pende sobre él dándonos a todos una lección de periodismo mejor que la de cualquier universidad y haciendo que te importe bastante poco quién fue el asesino.

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Redactora jefa 'Cinemania'

Puedes leerme en CINEMANÍA. Puedes verme en Historia de nuestro cine, el programa de cine español de La 2 en el que colaboro. Y puedes oírme en el podcast 'Mi vida en películas'. Estudié Periodismo y Humanidades en la universidad San Pablo-CEU y tengo un Máster en Literatura inglesa y norteamericana en la Universidad Complutense. He dirigido el documental 'El hombre que diseñó España' y estoy escribiendo un libro sobre la cineasta Cecilia Bartolomé.

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