Crítica de 'Benedetta'

Ante las primeras noticias sobre ‘benedetta’, algunos nos postramos de hinojos y, transidos de devoción, rogamos a los dioses del cine que aquella película llegase a nosotros cuanto antes. No ya porque la ecuación “Paul Verhoeven” + “monjas visionarias y lesbianas en el siglo XVII” resultara prometedora en grado sumo, sino también porque el reencuentro del holandés con la guarrería renacentista (casi barroca, en este caso) resultaba de lo más halagüeño 36 años después de Los señores del acero, uno de los títulos más olvidados, si bien potentes, de su filmografía.

Pues bien: Benedetta ya está con nosotros, y podemos decir que nuestras plegarias han sido escuchadas. Hasta tal punto es así que, si se lo mira con el ojo un poco revirado, este filme puede semejar una contrafigura femenina y conventual de su hermano mayor. Al igual que la película de 1985, en esta hay peste negra, superstición, mugre a granel, humor de lavabo, clérigos corruptos y, sobre todo, milagros fraudulentos… que, según cómo tenga uno el día de escéptico, podrían no serlo tanto. 

El propio cineasta despeja nuestras dudas durante un primer cuarto de hora en el que asistimos a una danza de la muerte con pedos en llamas, una negociación religiosa que más parece una compraventa de ganado (como señala Charlotte Rampling, en su papel de madre superiora deliciosamente cínica) y, sobre todo, una santa cagarruta aviar haciendo diana en el ojo de un mercenario. Así pues, nada temamos, porque Verhoeven sigue siendo el mismo de siempre: aleluya, aleluya.

Avalon

Mentiríamos al decir que el resto de Benedetta nos mantiene sin interrupciones en ese éxtasis. Los arrebatos de Virginie Efira, sola o en compañía de Daphné Patakia (estupendo hallazgo), no siempre aguantan el tipo frente a la mirada del director, tan poco afecta a las delicuescencias del espíritu.  Mediante ese conflicto entre unas instituciones enemigas del cambio y un elemento anómalo, Benedetta se realiza a sí misma, y también dota de verdaderas dimensiones a una antiheroína a veces despreciable, a veces enigmática y a veces justa, pero siempre fascinante. Al fin y al cabo, todo verdadero creyente es, a su manera, un hereje, y, a diferencia de sus contrincantes, esa monja sacrílega parece el único personaje de la historia dotado de auténtica fe.

Y la protagonista, sean cuales sean sus relaciones con un Altísimo que la hace patalear en el aire, tiene claro que la llave para vivir su propia vida en ese ámbito reside en el poder sobre sus hermanas y la independencia frente al mundo exterior. De ahí que, tras una escalada a fuego lento de conspiraciones y locura, la cinta se revolucione con la aparición de Lambert Wilson como un primado generoso en one liners, impaciente por prender unas cuantas hogueras y volver de una maldita vez a su palacio y a su barragana embarazada.

Ahora bien, cuando Verhoeven tiene ocasión para hacer el gamberro, lo aprovecha (nunca volverás a mirar una figurita de la Virgen de la misma manera). Y, cuando le da por plantear la historia en términos materiales, se queda a gusto: el convento donde transcurre la acción es un espacio ambiguo, a medias cárcel y a medias refugio para las mujeres que lo habitan bajo la mirada masculina de un capellán ansioso por evadir posibles marrones.

FICHA TÉCNICA

• Director:

  Paul Verhoeven

• Género:

  Comedia

• País:

  Francia

• Sinopsis:

  Adaptación de la novela "Immodest Acts: The Life of a Lesbian Nun in Renaissance Italy (Studies in the History of Sexuality)" de Judith C. Brown, que gira en torno a la sexualidad en un convento y la homosexualidad de una de sus monjas.

• REPARTO: Virginie Efira, Lambert Wilson, Daphne Patakia, Charlotte Rampling,

• GUION: David Birke, Paul Verhoeven

• DURACIÓN: 131 min.

• VEREDICTO: Una gamberrada religiosa llena de (buenos) malos hábitos.

• DISTRIBUIDORA: Avalon

• ESTRENO: 01/10/2021