Crítica de 'Drive My Car'

A priori es legítimo cuestionarse que convertir un preciso relato de apenas 40 páginas en una película de nada menos que tres horas sea buena idea, pero la nueva ficción de Ryûsuke Hamaguchi utiliza eficazmente cada minuto de su metraje para disipar esas dudas. Es una obra enigmática y arrebatadora, que adapta el relato homónimo publicado por Haruki Murakami en 2014 pero también funciona como muestrario de las obsesiones temáticas de su director –el papel que la simulación juega en nuestras vidas, las propiedades catárticas de la confesión, la imposibilidad de conocer realmente incluso a quienes nos son más allegados–, y que en el proceso se pregunta cuánto tiempo necesitan las heridas para curarse.

Drive My Car retrata a un hombre que permanece en movimiento –casi siempre a bordo de su Saab 900 rojo– pero que pese a ello no avanza. Kafuku es un actor que al principio del relato se queda viudo, justo después de descubrir que su esposa le era infiel, y que se muestra incapaz de gestionar los efectos que le causa la tragedia. 

La mayor parte de la película nos lo muestra intentándolo a través del teatro, trabajando en la dirección de un montaje experimental de Tío Vanya en el que cada intérprete se expresa en un idioma distinto, quizá en busca de la forma de expresión adecuada para esos sentimientos que no logra articular. Y mientras trata de aceptar quién era su mujer y por qué actuó como lo hizo, Kafuku encontrará ayuda en el espacio privado y hermético de su coche, junto a una compañía inesperada: la introvertida chófer que le ha sido asignada por quienes lo contrataron.

Cinemanía

Hamaguchi combina las escenas que la pareja comparte sobre ruedas con otras en las que observa los ensayos de la obra, y entretanto explora las ramificaciones emocionales de las palabras e ideas de Murakami usando el lenguaje de Chéjov, que a menudo funcionan como algo parecido a un monólogo interno. Lo que resulta de ello es un estudio paciente y detallado sobre la soledad y la pérdida, sobre el dolor y el perdón –a los demás y a uno mismo–, sobre la naturaleza de la interpretación y el poder catártico del arte, y sobre la extraña intimidad que se genera en el interior de un coche y el placer que contemplar las luces y los paisajes pasando fugaces por la ventanilla provoca.

Pronunciadas dentro del Saab, las palabras de los personajes adquieren una trascendencia difícil de explicar mientras rellenan y hasta transforman los escenarios que el vehículo atraviesa. E, incluso cuando recurre a alguna revelación argumental propia de telenovela, es a través de esos dialogos largos y hondos y perfectamente modulados que la película exhibe su impacto emocional en lugar de recurrir para ello a estrategias melodramáticas convencionales. 

Y en ese sentido resulta particularmente rotunda en su tramo final, durante un largo viaje al volante en el que los personajes atraviesan túneles y otros obstáculos viales que funcionan como símbolos de los demonios que deben ser exorcizados, del poder transformador de la empatía y de los beneficios que abrazar los desconocido proporciona. Puede que durante la mayor parte que pasamos con ellos se limiten a repetir una y otra vez el mismo trayecto por carretera, pero eso no les impide llegar mucho más lejos de lo que pensaron, ni aprender algo con cada bache que encuentran en el camino.

FICHA TÉCNICA

Drive my car

• Director:

  Ryûsuke Hamaguchi

• Género:

  Drama

• País:

  Japón

• Sinopsis:

  Tras un suceso que cambia para siempre su vida, el dramaturgo Yusuke Kafuku itenta empezar de cero montando una nueva obra, una readaptación de 'Tío Vania' de Chejov con actores de lo más variopintos. Pero cuando le asignan una chófer para ir del hotel a los ensayos conoce a una persona con la que comienza a entender las cosas.

• Guion: Ryûsuke Hamaguchi, Takamasa Oe.

• Duración: 169 min.

• Reparto: Hidetoshi Nishijima, Tôko Miura, Reika Kirishima, Sonia Yuan

• Veredicto: Íntimamente épica, confirma a Hamaguchi como autor imprescindible.

• Distribuidora: Elástica

• Estreno: 2/02/2022