Polémicas de su vida privada al margen, todos sabemos de qué palo va Luc Besson, el cineasta más megalómano de toda Francia, padre de superproducciones imposibles, siempre con un acusado punto hortera. Al mismo tiempo, también es dueño de una fértil imaginación y no puede ser más osado, quizás porque, por puro desconocimiento, no le tiene miedo al ridículo. Estas coordenadas hacen que sus películas siempre sean de las más esperadas, y Dogman no deja espacio a la decepción.
Más allá de que se trate de una de perros –un aspecto que puede dejar frío, o no, en función de la debilidad que uno sienta por estos animales–, o de sus defectos (diálogos que se creen más ingeniosos de lo que son), Dogman es un entretenimiento de primera, alocadísimo, extravagante y presidido por la perfomance de un Caleb Landry Jones en modo drag queen discapacitada que podría ser una versión mejorada de la prestación de James McAvoy en Glass: donde el británico se hacía insoportable, el texano nos seduce.
La película establece conexiones inesperadas, acaso fortuitas, con clásicos como La caída de los dioses, de Visconti, o The Saddest Music in the World, de Maddin. En resumen, un delirio que se disfruta a lo grande.
FICHA TÉCNICA
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Director:
Luc Besson
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Género:
Drama
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País:
Francia
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Sinopsis:
Un chico, magullado por la vida, encuentra su salvación a través del amor de sus perros.
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Un chico, magullado por la vida, encuentra su salvación a través del amor de sus perros.
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Guion:
Luc Besson -
Reparto:
Caleb Landry Jones, Jonica T. Gibbs, Christopher Denham -
Duración:
114 min -
Distribución:
Diamond Films -
Estreno:
2 de agosto
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