Crítica de 'Godzilla Minus One': la imponente esencia clásica del kaiju también se nota en Netflix

Su aparición en Netflix ha reverdecido la repercusión de esta apreciable película conmemorativa del 70 aniversario del monstruo. Ganadora del Óscar a los efectos visuales, llegó a los cines españoles a finales de 2023
Uno de los mejores momentos de 'Godzilla Minus One'
Uno de los mejores momentos de 'Godzilla Minus One'
(Toho)
Uno de los mejores momentos de 'Godzilla Minus One'

Estamos en unos tiempos en los que las películas tienen más repercusión cuando llegan a las plataformas más populares que cuando se exhiben en cines. Por supuesto que se habla antes de ellas, si bien el streaming las pone de moda (durante unas semanas, que manda lo efímero) o les da una nueva vida. Una circunstancia, reveladora por mucho que ya resulte habitual, manifestada con el reverdecido interés por Godzilla Minus One a raíz de su incorporación al catálogo de Netflix.

El filme conmemorativo del 70 aniversario del icónico kaiju entró en escena en las salas españolas en diciembre de 2023. Su estreno, aquí limitado, estuvo envuelto en lo raro por retrasarse a ultimísima hora. Sin hacerse notar mucho en nuestra taquilla (recaudó 55.000 euros en su primer fin de semana), aguantó semanas en cartel. En Japón arrasó.

Godzilla Minus One adquirió relieve en los Oscar 2024 al hacerse (merecidamente) con el galardón a los mejores efectos visuales. Dirigida por Takashi Yamazaki, responsable entre otras de Stand By Me Doraemon, las dos partes de Parásito o del largo de regreso del ladrón Lupin, transcurre después de la Segunda Guerra Mundial. Se centra en un piloto kamikaze (interpretado por Ryunosuke Kamiki) que no fue capaz de cumplir con su labor, tanto en su avión combate como cuando el aeródromo en la isla de Odo sufrió el ataque de Godzilla. La reaparición del monstruo agrava su carga, su culpa y su rabia.

Crítica de 'Godzilla Minus One'

Valoración:
'Godzilla Minus One' ha llegado ahora a Netflix
'Godzilla Minus One' ha llegado ahora a Netflix
(Toho)

A pesar de las dudas que generaba, la reciente y estadounidense Godzilla y Kong. El nuevo imperio acaba ganando como pasatiempo por lo que canalizan los dos iconos monstruosos. Lo suscitado se debe en gran medida a lo que transmiten ambos por la herencia clásica que el aficionado ha conocido y disfrutado. De ahí que las películas de Toho sean otra cosa, un atractivo bien presente en Godzilla Minus One.

Como Shin Godzilla (2016), la obra de Takashi Yamazaki instalada en Netflix desprende una esencia especial de la mano de unos estupendos efectos visuales. Lucen más modernos que los del título previo pero sin duda el diseño de Godzilla remite a lo de antes, sello patente en las imágenes de su lento caminar o en ese plano fugaz en el agua que hace pensar en un muñeco.

En el pasaje inicial en la isla de Odo, con un Godzilla que aun no ha adquirido su tamaño distintivo, puede parece que el CGI no va a ser para tanto. Un matiz enterrado en su siguiente aparición, adscrita a lo memorable. La secuencia en la que el kaiju, con la cabeza fuera del agua, persigue el pequeño barco de madera constituye una verdadera delicia. Solo por este momento, envuelto en la poderosa evocación de Tiburón, vale la pena ver Godzilla Minus One. La sugerencia fluye asimismo en las imágenes en las que sus placas dorsales se tornan azules cuando se prepara para lanzar su destructivo rayo.

El piloto protagonista de 'Godzilla Minus One'
El piloto protagonista de 'Godzilla Minus One'
(Toho)

Godzilla define la historia dentro de que en cuanto a peso narrativo figura en segundo término. Aunque hubiera gustado ver más rato, y más seguido, a la criatura, el foco en lo humano ejerce interés por el contexto de la posguerra y por el retrato del piloto kamikaze protagonista. El personaje reviste dimensión por la sombra del deshonor y, sobre todo, de la culpa por lo que fue incapaz de hacer, tanto en el avión de combate como en la isla.

Su carga, alusiva al clásico factor de la guerra que emocionalmente no ha acabado, provoca que quiera a su familia (la mujer y la niña a las que acoge) pero no pueda entregarse a ella por completo. Su proceso interior muestra después su rabia, su anhelo de venganza y la determinación de cuando se cierra el círculo y uno por fin está preparado.

Estos elementos, y también la descripción familiar y los apuntes acerca de la amistad que surge entre los compañeros que desactivan minas en el océano, crean un sustrato dramático que prevalece sobre la sensación de que la exposición, aunque académica y correcta, es algo rígida.

Las resonancias que la Segunda Guerra Mundial entraña para el pueblo japonés, su perspectiva respecto a temas como el honor y el sacrificio y los simbolismos atómicos y bélicos detrás de Godzilla enriquecen el cauce construido. La manifestación final relativa al respeto reverencial hacia el monstruo culmina los detalles con significado.

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