En el ojo de la tormenta

Twister se estrenó en 1996 y La tormenta perfecta cuatro años después. Ya nos hacemos a la idea de que gracias a la tecnología digital se pueden reproducir incluso los mayores delirios de Montesdeoca y Maldonado juntos. A estas alturas, un tornado, por muy grande y realista que sea, no puede ser el único argumento de una película. Ah, espera, que es que En el ojo de la tormenta es diferente porque… está grabada con smartphones. ¿Cómo? ¿Chronicle? Bueno, sí, eso también lo hemos visto, tendrá que ser otra cosa. ¿Quizá sus guiños a la cultura youtuber? ¿Dos gañanes haciendo burradas como si Jackass no hubiera hecho ya las mejores? ¿El recurrir a conveniencia al found footage? No podemos contar tampoco con las interpretaciones, que son de película de serie z pero sin tener siquiera la gracia de lo inintencionadamente malo, sólo la cara de hastío de unos actores que quieren que salga todo a la primera para ponerse ropa seca. Es todo tan rutinario, perezoso y pobretón que quieres que llueva de verdad un diluvio de proporciones bíblicas o taxidriverianas, para que arrastre por el sumidero este simulacro de película, de la que lo único que puede salvarse es un sonido más que solvente, capaz de transportarte al lugar al que su paquete de FX no consigue asomarse.