Crítica de 'Juego limpio': no es un thriller erótico, pero sí una de las mejores películas de Netflix

Phoebe Dynevor ('Los Bridgerton') y Alden Ehrenreich protagonizan la ópera prima de Chloe Domont, una brillante disección de la masculinidad frágil con un ascenso como detonante.
'Juego limpio'
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Cinemanía
'Juego limpio'

Todo vale en el amor y en el trabajo, al menos en la última y brillante apuesta de Netflix. Un inesperado ascenso en una despiadada empresa financiera dinamita la relación secreta entre dos de sus empleados, llevándolos al límite. Esta es la premisa de Juego limpio, el thriller psicológico con el que el gigante del streaming conquistó Sundance y ahora quiere hacer lo mismo con sus usuarios. 

La guionista y directora Chloe Domont (Billions), curtida en la pequeña pantalla, se alía para su debut en el largo con las estrellas Phoebe Dynevor (Los Bridgerton) y Alden Ehrenreich (Han Solo: Una historia de Star Wars), entregadas a la inestabilidad emocional y bursátil. 

Durante estos meses que quedan de 2023, Netflix tiene previsto estrenar algunas de sus apuestas más ambiciosas del año (de La sociedad de la nieve, de J. A. Bayona, a El asesino, de David Fincher, o Maestro, de Bradley Cooper) y Juego limpio es un  claro ejemplo de la variedad y la calidad que se puede encontrar en su vasto catálogo.

'Juego limpio'

Valoración:

La promoción de Juego limpio ha dado lugar a confusión, por lo que permitidnos arrancar esta crítica aclarando un aspecto: este no es un thriller erótico. La erótica forma parte de la narrativa, pero de forma sutil y siempre vinculada a las dinámicas de poder entre los protagonista. Conviene clarificar esto porque, una vez vista Juego limpio, resulta tremendamente injusto que su campaña de marketing la haya limitado a una apuesta sobre sexo y ambición.

En su sobresaliente ópera prima, Chloe Domont da una lección de tensión narrativa in crescendo, un viaje que escala de la molestia al enfado y finalmente a la ira irrefrenable. ¿Cómo pasa un hombre de comprometerse con su novia con la sangre de la menstruación de esta en los labios a perderse en una espiral de envidia, celos y violencia?

La directora, que también firma el guion, emplea con astucia el ascenso profesional de una mujer, compañera de trabajo de su pareja, como excusa para desnudar los roles de género, desde la masculinidad frágil y a la pugna femenina por encajar en un mundo de hombres. 

Phoebe Dynevor sobresale con su mejor papel hasta el momento encarnando la paciencia ante la inmadurez de una pareja; las dudas, inseguridades y el sentimiento de insuficiencia en un sector dominado por hombres; la necesidad de encajar en unas altas esferas de machos alfa; la contención ante comentarios y actitudes misóginos; la empatía y la culpa al 'superar' a su novio y la frustración por no llegar a él. 

Igual de atinado está Alden Ehrenreich en un papel fácil de odiar, pero que aborda con inteligencia, expresando el dolor contenido y la vulnerabilidad mal gestionada de un hombre al que no han enseñado a gestionar su mundo interior. El actor somatiza cada sentimiento, retratando con tino la impotencia física que produce el complejo de inferioridad, o la violencia a la que pueden conducir el miedo y el hermetismo. 

En sus dos horas de duración, Domont crea un clima más y más sofocante en el que los protagonistas se van perdiendo el uno al otro. Todo conduce a un encuentro final, un gozoso duelo interpretativo. 

Es el estallido inevitable pero exacerbado, un clímax que sirve como tortazo a los convencionalismos sociales y las exigencias de género, a la complacencia exigida a las mujeres y la inseguridad no trabajada de los hombres. El resultado es tan perturbadora como hechizante, un thriller desatado que está entre lo mejor del catálogo de Netflix. 

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Coordinadora de series 'Cinemanía'

Con un nombre susceptible de ser olvidado, muchos se refieren a mí como la chica del cine y las series, y desde 2016 escribo sobre ellas en CINEMANÍA. Estudié Periodismo en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y tengo un Máster en Periodismo Cultural en la Universidad CEU San Pablo, donde ahora imparto la asignatura Información Cinematográfica. Nunca dejaré de volver a ver 'Friends'.

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