CINEMANÍA nº306

Las 100 mejores series de comedia
Cinemanía nº306
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Cinemanía
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Salud y risas

1 CON 188 BASTA. Como la leyenda de la ardilla cruzando España por las tierras de la duquesa de Alba, puede contarse una vida saltando de serie en serie, de comedia en comedia, de sitcom en sitcom. Retazos de Con ocho basta entre mis primeros recuerdos de la tele, como la cortinilla de Thames tratando de ver Un hombre en casa, Los Roper y Auge y caída de Reginald Perry a hurtadillas porque me habían mandado a la cama; Los problemas crecen los viernes al llegar del cole, Cheers antes de las tardes de estudio, El príncipe de Bel-Air mientras comía deprisa para llegar a la uni, Doctor en Alaska para compartirla por teléfono (fijo, por supuesto, cabina incluso) y soportar mejor un noviazgo a distancia con las puyas de O’Connell y Fleischman, La hora chanante comentada al día siguiente entre compañeros en nuestra primera redacción, Las chicas Gilmore para provocar un reencuentro y años después justificar un viaje de novios a Nueva Inglaterra, The Office de Ricky Gervais en aquel año jodido en el curro; un capitulito más de Friends, mano de santo para conciliar el sueño las noches de insomnio (hay quien lleva así 27 años ya); Bored to Death antes de viajar a Nueva York, Veep en un agotador ciclo de quimio, Master of None del tirón en aquellas noches juntos en el hospital, las píldoras de Pantomima Full los viernes al llegar a la nueva redacción, Curb Your Enthusiasm enterita para superar una pandemia; y, tras reordenar el visionado de los 188 episodios de la versión norteamericana de The Office, descubrir con emoción que el falso docu de Michael Scott se transforma en la comedia romántica de Jim y Pam, mientras tratas de soportar la soledad por la ausencia de Elena.

2 GEOGRAFÍA E HISTORIA. Servidor, que es de los que insiste hasta el hartazgo en que vemos series por encima de nuestras posibilidades, reconoce sin embargo que las series han tenido siempre, además de algunas ventajas arteras (duración de los capítulos, vínculo extendido con personajes, trucos de enganche para seguir viendo episodios), una ventaja evocadora respecto a las películas.

Los que hemos mamado la cultura de ir al cine asociamos las películas no solo con su propia forma y contenido, con la sensación y el impacto que nos dejaron, con el crecimiento o el abismo personal al que nos abocaron, sino también con un envoltorio particular que cada vez es más difícil de replicar viendo cine desde casa, en el sofá de siempre y ante la misma pantalla. Las referencias exteriores ayudan a crear y mantener también ese poso: así, a veces recordábamos mejor el cine donde la vimos, la persona que nos acompañó, el Toblerone que compramos, los besos en la oscuridad, el café de antes o la caña de después, antes que la propia película, en un alarde de conversión del paquete cultural en vivencia humana que a algunos nos sigue fascinando.

Con las series hay menos geografía pero también hay historia, si es que la velocidad de consumo actual no nos la roba también. A serie por sentada o por fin de semana, es más difícil relacionarla con lo que nos rodea. Pero a determinado ritmo, las series acompañan períodos de tu vida que las películas circunscriben a un solo día: cuando vemos (si es que eso es aún posible hoy) un capítulo a la semana, o incluso un capítulo al día en series muy largas, podemos asociar periodos concretos de una vida a esas series. Ese maravilloso fenómeno que, con el tiempo, daba una sensación de unidad o de justificación de ciertas vivencias que es absolutamente reivindicable, de vínculo entre la ficción que uno ve y la vida que uno lleva.

3 100 amigos. Es curioso, pero ese estado se amplifica con la comedia. Aunque la risa es efímera por naturaleza, la comedia tiene una encomiable y un punto naíf vocación de perdurar en el tiempo. Hay menos miniseries de comedia, la sitcom tiende a alargarse. Tan denostada a veces en el cine, donde se minusvalora su vigencia, se omite en premios y listas de grandes películas, y se desprecia a sus intérpretes, todo ello como si se tratase de un género menor; en el ámbito de las series es más reconocida su importancia y su influencia, aunque solo sea por esa permanencia en el tiempo, porque el momento de felicidad, sorpresa, risa o entretenimiento se expande y queda suspendido en la memoria como la más fiel de las compañías. Nos merecíamos este reencuentro con nuestros 100 mejores amigos.

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