5 papeles por los que recordar a José Sancho

El actor valenciano, ganador de un Goya en 1998, falleció ayer a los 68 años. Recordamos cinco de sus trabajos más memorables en cine y televisión. Por DANIEL DE PARTEARROYO
5 papeles por los que recordar a José Sancho
5 papeles por los que recordar a José Sancho
5 papeles por los que recordar a José Sancho

Casi seis meses después del adiós de Curro Jiménez, José Sancho, que fue intérprete de uno de sus bandoleros más inolvidables, el Estudiante, también ha fallecido. El actor, natural de Manises (Valencia), murió ayer a los 68 años en la Fundación Instituto Valenciano de Oncología, víctima de un cáncer. Con más de un centenar de trabajos acreditados en cine, televisión y teatro tras 48 años de carrera, es difícil destacar un número reducido de apariciones en la filmografía de un actor de la vieja escuela cuya voz grave y presencia impecable le convirtieron en una figura reconocible y solicitada por directores como Carlos Saura, Luis García Berlanga, Icíar Bollaín, Vicente Aranda o Pedro Almodóvar. Eso sí, como ocurría con Sancho Gracia, una serie de televisión marcó su imagen para siempre: Curro Jiménez. Pero después de ser el Estudiante durante los 70, la de Pepe Sancho fue una presencia recurrente en la TV durante las décadas posteriores: Turno de oficio, Quién da la vez, Carmen y familia, Cuéntame cómo pasó o la reciente Imperium son sólo algunos de sus trabajos más populares. A continuación, recordamos cinco papeles por los que nunca le olvidaremos.

Avisa a Curro Jiménez (Rafael Romero Marchent, 1978)

Colofón de la famosa serie Curro Jiménez en forma de largometraje para cine donde José Sancho interpretó por última vez el papel de El Estudiante, uno de los fieles bandoleros andaluces que siempre acompañan trabuco en ristre a Curro Jiménez (Sancho Gracia) en innumerables aventuras. Con sus patillas desafiantes y peinado impertérrito, en esta ocasión la banda se lanza a la búsqueda de un incunable de botánica árabe que, en realidad, contiene un plano de localización de un fantástico tesoro oculto en la Mezquita de Córdoba.

Todos a la cárcel (Luis García Berlanga, 1993)

En su primera colaboración con Luis García Berlanga (después el valenciano volvería a contar con él en su último filme, París Tombuctú, en 1999) Sancho se integró en uno de los habituales repartos corales del director de La escopeta nacional en la que terminaría siendo una de las películas más ácidas del final de su filmografía y ganadora del Goya. El comisario de policía que interpreta no aparece hasta el final para dirigir el asedio a la cárcel (y eso que tenía que presidir una corrida de toros), pero está a la altura del cásting kilométrico organizado por Berlanga con precisión relojera.

Carne trémula (Pedro Almodóvar, 1997)

Su personaje también se llamaba Sancho y era uno de esos secundarios robustos y poderosos con los que se descuelga Pedro Almodóvar de vez en cuando. Compañero policía de Javier Bardém que lleva por dentro sus propios infiernos personales, fue galardonado con el Goya al Mejor actor de reparto. Escenas tan brutales como la de arriba con Ángela Molina demuestran el acierto de la Academia. Volvería a trabajar con Almodóvar en Hable con ella (2002).

Los lobos de Washington (Mariano Barroso, 1999)

Hacia el final de su carrera, José Sancho empezó a ser reclamado para interpretar papeles de villano, un registro que clavaba con maestría y contundencia. Los lobos de Washington es un thriller seco dirigido por Mariano Barroso (con quien el actor volvería a colaborar un año después en Kasbah) que, ante todo, sirve como ring para un enfrentamiento actoral de altura entre Sancho, Javier Bardem, Eduard Fernández, Alberto San Juan y Ernesto Alterio. Menuda escalera de color.

Crematorio (Jorge Sánchez-Cabezudo, 2011)

Uno de esos trabajos de madurez que quedan grabados para siempre. La adaptación de la novela de Rafael Chirbes, una de las mejores obras de la televisión española reciente, está protagonizada por Rubén Bartomeu (Sancho), constructor que se ha enriquecido gracias a la buena pareja que hacen su falta de escrúpulos con el apogeo de la especulación inmobiliaria en la costa Mediterránea. Como decía el propio actor, Bartomeu "no juega a ser un personaje popular (...). Lo único que persigue es hacerse dueño de todo". Un hombre de negocios maquiavélico y escalofriantemente reconocible.

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