[58FICX] Si os gustáis, pos liaros: 'Les choses qu’on dit, les choses qu’on fait'

El francés Emmanuel Mouret teje una malla de romances superpuestos donde las confidencias y la insatisfacción activan los corazones.
'Les choses qu’on dit, les choses qu’on fait', de Emmanuel Mouret
'Les choses qu’on dit, les choses qu’on fait', de Emmanuel Mouret
'Les choses qu’on dit, les choses qu’on fait', de Emmanuel Mouret

En el ciclo Comedias y proverbios, compuesto por siete películas realizadas a lo largo de la década de los ochenta, Éric Rohmer abordó con su inteligencia y rigurosa sencillez las relaciones humanas, con los vaivenes del amor y el deseo que articulan el grueso de su obra cinematográfica, desde un prisma particularmente juguetón y luminoso. Por muy perdidos que se sintieran sus protagonistas, siempre sufriendo por amor, el director de El rayo verde nunca dejaba que la amargura se instalara definitivamente en sus atribulados corazones.

Emmanuel Mouret lleva dándole vueltas a cuestiones similares mediante una filmografía consagrada a la fluctuación amorosa y las leyes naturales del azar que se confabulan para gestar sentimientos. Su décimo largometraje, Les choses qu'on dit, les choses qu'on fait, se presenta como un compendio de grandes dimensiones de todos aquellos flechazos, caprichos o equívocos que podrían dar pie a varias comedias románticas y aquí se superponen, entrelazan y retroalimentan durante más de dos horas de metraje liviano, como la confesión amorosa de un desconocido.

De hecho, así empiezan las cosas en Les choses qu'on dit, les choses qu'on fait. Con el encuentro entre Camélia Jordana –la arrobada protagonista de Una razón brillante (Yvan Attal, 2017)– y el dolaniano Niels Schneider, el primo de su pareja, a quien interpreta Vincent Macaigne –tu lamentable mejor amigo en cualquier película francesa de la última década–. Son el tridente principal de un reparto coral por el que también desfilan Émilie Dequenne (Rosetta, claro) Louis-Do de Lencquesaing (Le père de mes enfants) y la flamígera Jenna Thiam (L'indomptée).

El caso es que los recién conocidos deben esperar al tercero juntos en la casa rural donde van a pasar los próximos días. Lo que no tendría por qué haber llevado a nada, pero una conexión especial surge entre ambos. Hay que decir que ayuda el hecho de que, nada más conocerse, se confiesen sus mayores descalabros sentimentales recientes (siempre con gente emparejada de por medio) con todo lujo de detalles.

Porque, en la línea de la mejor tradición del cine galo de la palabra y la voluptuosidad verbal, los personajes de Mouret hablan. Hablan mucho. Se explican, justifican y analizan, tanto sus sentimientos como sus actos; incluso cuando la ética de los mismos entra en el difuso terreno de lo complicado. Al fin y al cabo, eso es lo que hacemos las personas: parlotear sin descanso mientras nos encaprichamos y aburrimos los unos de los otros. Pero claro, tal y como recuerda el título de la película, "les choses qu'on dit, les choses qu'on fait". Es decir, que una cosa es lo que se dice y otra lo que se hace.

En las permutaciones e intercambios de pareja que surgen entre una media docena de personajes principales existe material suficiente para dar consistencia a varias comedias románticas, pero Mouret adopta la misma velocidad febril de los sentimientos. Propone, prueba y desecha. Los bailes sentimentales se suceden sin descanso (algunas parejas parece que solo se crean para tener la oportunidad de desintegrarse más adelante), formando una estimulante red narrativa de matrioskas adúlteras.

Como si El manuscrito encontrado en Zaragoza fuera una buena plantilla para llevar la cuenta de la vida sentimental de los personajes de una película de Assayas, en el maremágnum narrativo de Mouret se entrelazan deseos, atracciones, líneas temporales e incluso la ficción de una relación ideal pero fingida. Porque todo el mundo sabe que la mejor historia de amor nunca es la que se está viviendo en el momento, siempre es la que se idealiza como la siguiente.

A competición en el Festival de Gijón con el sello de Cannes 2020 estampado en el lomo, con su elocuencia verbal y puesta en escena reposada Les choses qu'on dit, les choses qu'on fait viene a refrendar el pragmatismo inapelable de aquella pintada voluntariosa que proclamaba: "Si os gustáis, pos liaros". Cinco palabras con las que el cine francés lleva llenando enciclopedias, como mínimo, desde Renoir.

Coordinador web 'Cinemanía'

Crítico de cine que ve demasiadas series, licenciado en Periodismo y posgraduado en Semiótica en la Universidad Complutense de Madrid; cayó en una marmita de Nouvelle Vague cuando era pequeño y lleva mucho tiempo acostándose tarde en festivales de cine.

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