El cóctel explosivo del cine de Alain Guiraudie: 'Un héroe anónimo' mezcla prostitución, menas y terrorismo

La última película del director de 'El desconocido del lago', puede verse en Filmin.
'Un héroe anónimo', de Alain Guiraudie
'Un héroe anónimo', de Alain Guiraudie
Cinemanía
'Un héroe anónimo', de Alain Guiraudie

En Filmin han estrenado un cóctel explosivo. No se nos ocurre otro director al que se le ocurriría plantear una historia de amor entre una prostituta madura (la gran Noémie Lvovsky, también realizadora y guionista de Valeria Bruni Tedeschi) y un runner homosexual vestido de fosforito (Jean-Charles Clichet, nacido para salir en un Guiraudie), al que, tras no pocas vacilaciones, se le ocurre acoger en su casa a un “mena”, justo cuando su muy provinciana ciudad de Clermont-Ferrand ha sido sacudida por un atentado terrorista, en plena Nochebuena para más inri.

"Los terroristas, que se han precipitado con machetes sobre la multitud han sido abatidos por la policía, pero podría haber un tercer hombre…", o algo así dice la televisión justo cuando el protagonista-runner se encontraba gratificando a la prostituta madura con un largo e intenso lavado de bajos en el transcurso de su primera cita romántica gratis. Coitus interruptus: él hubiera seguido, pero la gravedad de la situación se impone...

No son muchos los cineastas que se han atrevido a buscar la comedia en el ambiente de irrealidad paranoica que sigue a cualquier atentado terrorista. Pero Guiraudie disfruta visiblemente jugando con los tópicos, dándoles la vuelta, y aventurándose hacia lo imprevisible. En este contexto alterado por las noticias de la tele, eco de una realidad cercana, se complace, por ejemplo, en mostrar el aburguesado, infantil, egoísmo del protagonista, contrariado porque el atentado ha coartado su cita con la prostituta madura, para luego humanizarlo desde otros puntos de vista. 

Su malicia natural le lleva a colocar incansablemente a los personajes frente a sus contradicciones, para que sean capaces de sorprendernos, sobre todo cuando la presencia del mena-sin-hogar causa alarma en la respetable comunidad de vecinos. Podría ser el tercer hombre, podría tener un cinturón explosivo...

Las ideas claras de Alain Guiraudie

Desde que Godard elogió su primer corto, Les héros sont inmortels, presentado en Cannes 1990, podría decirse que Guiraudie es un cineasta social, pero no un cineasta social coñazo, moralista, didáctico y aleccionador. “Uno puede tener opiniones políticas muy loables, e ilustrarlas con películas lamentables”, ha dicho él mismo, que ya sabe de qué estamos hablando. 

Su cine es social, de entrada, porque se centra en gente que, como él, hijo de agricultores, no pertenece a la burguesía, que no encaja en “el ideal francés”, y que flirtea con la marginalidad, cuando no directamente con el lumpanato, como es el caso en Un héroe anónimo.

Guiraudie es un tipo con las ideas claras. Todavía tiene el carnet del PCF, y se ha movilizado a favor de Palestina y en contra de Israel, también ha apoyado a los chalecos amarillos. Pero es la primera vez que abraza directamente un tema tan de actualidad como el terrorismo islámico. 

Aunque la película es pura comedia, casi por momentos teatro de bulevar, el realizador se ha puesto serio cuando ha tocado: "Me preocupa que haya jóvenes por todo el mundo dispuestos a matar y a saltar en pedazos en el nombre de Alá. Creo que es un problema que nos atañe, que implica el fracaso de toda una política social, y de todo un sistema". 

"Toda esta historia del 'choque de civilizaciones', como si el Islam llevara implícita la violencia, no hace más que tratar de ocultar la lucha de clases, instrumentalizar lo que nos diferencia para borrar lo que nos une, y que, en efecto, amenaza el orden establecido. Yo me siento más solidario con un árabe musulmán explotado que con un blanco ateo explotador", prosigue.

Y citaba a Manel Valls, "explicar, ya es querer excusar", para luego decir que piensa justo lo contrario: "A mí me parece que, ante esta situación, lo más inteligente que podemos hacer es empezar por tratar de comprender", sentencia. Lo valiente siempre es tratar de comprender.

La guerra mediática del terrorismo

Guiraudie admite que, como el protagonista de la película, vivió los atentados “a distancia, a través del televisor, aunque en su caso tiene un efecto cómico, porque lo que ve por la tele es lo que ocurre a 500 metros de su casa”. Y sigue, “el terrorismo es una guerra mediática, consigue afectarnos a todos a través de los medios de comunicación”. 

Por eso las noticias del canal 24 horas se convierten en la banda sonora de la película, reproduciendo esa sensación tan sobradamente conocida de sobredosis de información, o de información machacada una y otra vez que deja de ser información, para pasar a ser puré informativa de la que no puedes desconectar, por si aparece algún tropezón nuevo, una auténtica noticia que te redima del tiempo asomado al vacío. 

En ese clima extraño, Guiraudie construye su película más decididamente cómica. Ya tiene mérito, sobre todo porque logra salir de lo más airoso. El tono, entre absurdo y catatónico, típico Guiraudie, viene marcado desde el primer plano, cuando el runner se acerca de la prostituta y le dice que quiere tener una cita gratis.

Apretando las tuercas

Aunque la prostitución se le presenta como un cliché a subvertir, el realizador también tiene sus propias ideas al respecto: “Todo el mundo tiene derecho a prostituirse, pero la realidad es que suele tratarse de gente que ha sufrido abusos sexuales cuando eran menores, y que se prostituye por necesidad, no porque lo haya elegido libremente”. 

Noémie Lvovsky en 'Un héroe anónimo'
Noémie Lvovsky en 'Un héroe anónimo'
Cinemanía

En la película también le aprieta las tuercas a esa idea. El personaje de Noémie, Isadora, es una prostituta con horario estricto, pero con un marido celoso que, a la postre, la maltrata. Digamos que si Guiraudie siempre juega a pillarte desprevenido, acaba siendo más realista de lo que pretendía, porque la vida es así de complicada.

La homosexualidad, marca de la casa en un cineasta universalmente conocido por El desconocido del lago (en su día definida por un crítico como “la película con más pollas que he visto en mi vida”), forma parte de su identidad. Aunque no quiere saber nada de conceptos como “gay” o ”queer”. Son palabras inglesas que no significan nada para él. Le gustan los tíos, y punto. 

“Y no creo que tenga nada de femenino. Al contrario, es algo muy de hombres”, me dijo una vez. En Un héroe anónimo, lógicamente, la mirada homosexual sigue presente, aunque no de forma tan explícita, hasta puede que en su forma de filmar el sexo heterosexual, que poco tiene de hétero-normativo, o al menos escapa completamente al cliché de su representación más ritualizada.

El excéntrico mundo de Alain Guiraudie

Se mire como se mire, Alain Guiraudie es un cineasta excéntrico, incluso en lo geográfico. Ha rodado todas sus películas en el sur de Francia, lo cual ya es toda una excentricidad para un país tan centralista como el Hexágono. Es un poco para el sur lo que el gran Bruno Dumont para la punta norte. 

Nació en 1964 en Aveyron, el departamento más grande y menos poblado, lo que se dice la Francia profunda. Por su acento lo reconocerás. Y ahí sigue viviendo, en Albi, concretamente, donde Toulouse-Lautrec pasó su infancia, no muy lejos de Rodez, en cuyo loquero Antonin Artaud estuvo diez años encerrado: entró siendo un joven dandy y salió convertido en un viejo de ochenta años. Pobre Artaud, dicho sea de paso, aunque no tenga mucho que ver con el objeto de nuestro retrato.

 Un dato más relevante es que Guiraudie ahora vive en un apartamento: “Viajo mucho, y siempre que volvía a casa tenía que cortar las hierbas y pasar la segadora. Estaba harto”. Volviendo a Clermont-Ferrand, tampoco se puede decir que sea el sur de Francia, más bien es el centro. “Para mí, es el corazón de la Francia profunda e histórica: hasta tiene una estatua ecuestre de Vercingétorix, y no deja de ser una ciudad muy rural, desde la que puede verse todo el campo que la rodea”, afirma.

Estaba a punto de escribir que sólo a Guiraudie se le ocurriría rodar en Clermont-Ferrand, pero ahora que lo pienso, y lo compruebo, la Veronica francesa de Kieslowski pasó su juventud en Clermont-Ferrand. Si no falla la memoria, es en esa plaza cuando ve a su doble en un autocar, o ve a su doble desde el autocar. Truffaut, Resnais y Rohmer también han rodado en Clermont-Ferrand, entre otros muchos en realidad. Hasta el Jean Gabin camionero de Gas-Oil, una de sus películas tan poco falibles con Gilles Grangier, pasó por

Lo próximo

En cualquier caso, Guiraudie, rodará, seguramente en noviembre de 2023, su próxima película en su Aveyron natal, concretamente en Le Vigan, y se llamará Misericordia. “Se llama así, porque el protagonista es un cura, aunque vamos a estar muy del lado del asesino. Creo que volveré a la simplicidad de El desconocido del lago, habrá pocos personajes. Es en un pueblo, pero no se verá a todos los habitantes”. 

El desconocido del lago fue en su día muy comparado con Patricia Highsmith. Guiraudie confiesa que le gustan Hitchcock, Chabrol y grandes clásicos del polar francés como Melville o Gran golpe en la Costa Azul, del no menos grande Henri Verneuil. “Esa es una película que me pongo a menudo”. ¿Y quién no? 

Incomprensiblemente, no le gusta Clouzot. Hubiésemos jurado que en esa futura Misericordia había algo de Le Corbeau. “Pues no, y volví a ver hace poco El salario del miedo, y no me gustó nada”. No será porque no va sobrada de homoerotismo.

Otra de las características más asombrosas de Guiraudie, al que empiezo a conocer un poco después de haberle presentado, traducido y entrevistado varias veces, es su absoluta modestia. En un mundo en el que cualquiera intenta aparentar más de lo que es, como es el de cine (entre otros), él siempre se hace de menos. 

Cuando le preguntan que por qué tarda tanto en rodar suele decir cosas como “voy a mi ritmo”, y luego resulta que entre película y película ha escrito una novela de 1040 páginas, publicada por la prestigiosa editorial P.O.L. Se titula Rabelaïre y tampoco es que sea la primera. P.O.L ya le publicó Ici commence la nuit en 2014, y de hecho, antes de empezar a hacer cortos, y luego medios, y luego largos, escribió unas cuantas novelas que nunca verán la luz. 

“¡Sólo he escrito una novela de mil páginas!”, se defiende, “mis novelas forman parte del mismo imaginario que mis películas. Puedes reconocer el mismo tono, la misma malicia, hasta algunas situaciones y personajes son bastante parecidos. En esta última, hay bastantes cosas que recuerdan a Le roi de l’évasion. Está muy ligado, es el mismo humor”.

Guiraudie fotógrafo

En nuestro último encuentro, insistiendo mucho, le saqué con sacacorchos que ahora también se dedica a la fotografía: “Cuando era joven, hubiese hecho más películas, pero tardaba más en financiarlas, y ahora, de mayor, no sé, es verdad que me tomo mi tiempo. También he empezado a hacer fotos, tengo una exposición aquí en París, dentro de una semana"

"Son fotos muy documentales, situaciones cotidianas, de noche, porque son horas en las que hay menos gente. No son tan humorísticas, creo que no son tan maliciosas como mis películas porque son documentales, y es difícil hacer un documental que sea una comedia. Aunque no sé, ahora veo una que es bastante divertida”, dice mirando un punto en el vacío donde se le aparece la foto en cuestión. 

“Total, que me he metido en el mundo del arte contemporáneo, y después de París tendré una exposición en Dijon y otra en Berlín. Va bastante bien, incluso vendo fotos. En fin, me las vende el galerista”.

Las pocas fotografías suyas que encuentro por internet son, por supuesto, impresionantes, gente corriente, una pareja en una cocina, un tipo con el mismo bigote en la barra de un bar. Expresión más bien triste. 

En una de las exposiciones, los organizadores han escrito: “Alain Guiraudie no es un fotógrafo socio-realista. No ha venido a documentar la pobreza de esta zona obrera. Al contrario, pretende ensalzar su poesía, la profundidad de su alma, y a veces, incluso, su fuerza mitológica”. Nunca mejor dicho.

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