'El agente invisible': Gosling, Evans y De Armas elevan un thriller de espías ambicioso, pero alejado de lo mejor del género

La superproducción de los Russo para Netflix convence cuando menos en serio se toma a sí misma. 
Ryan Gosling en 'El agente invisible'
Ryan Gosling en 'El agente invisible'
Cinemanía
Ryan Gosling en 'El agente invisible'

[ESTE ARTÍCULO CONTIENE SPOILERS DE EL AGENTE INVISIBLE]

Netflix arrastra cierto complejo de inferioridad. Poco importan los Oscar por Roma, la firma de Martin Scorsese o los créditos de No mires arriba: el gigante del streaming parece obsesionado por demostrar que merece estar ahí, entre las majors de cine y sus grandes producciones. ¿Y cómo se gana uno ese sitio, según su estrategia? Con más estrellas, más autores y más dinero. 

Este año, son dos los títulos con los que pretende callar bocas: El agente invisible, su superproducción más cara con 200 millones de dólares de presupuesto, y Glass Onion: A Knives Out Mystery, secuela de Puñales por la espalda, que se presentará en el Festival de Toronto. 

Este viernes, 15 de julio, las salas recibirán el thriller de los Russo, una ambiciosa apuesta con pretensiones de saga y los estelares Ryan Gosling y Chris Evans jugando al juego del gato y el ratón. Gosling da vida al agente de la CIA, Court Gentry, alias Sierra Seis, una maquina de matar que se convierte en el objetivo de la Agencia y de Lloyd Hansen (Evans). El 22 de julio, el filme aterrizará en el servicio de VOD. 

Los nombres propios vuelven a ser rimbombantes, el presupuesto desmesurado, y todo lo que 'se supone que debe tener una peli importante' está sobre la mesa. Pero, ¿qué hay del resultado? Analizamos esta aparente apuesta ganadora. 

Poli bueno, poli malo

'El agente invisible'
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La dinámica entre los personajes de Ryan Gosling y Chris Evans no tiene nada de nuevo. El primero es el héroe, Sierra Seis, un exconvicto y matón de la CIA que opera en las sombras, paradigma del protagonista con pasado traumático y mirada sombría, que sin embargo tiene principios. Algo así como Leonardo DiCaprio en Infiltrados. 

El segundo es el villano, Lloyd Hansen, un exagente de Langley y sicario que opera para la Agencia extraoficialmente. No tiene escrúpulos ni pretende tenerlos. Y lleva bigote, como ese Henry Cavill a puñetazos en Misión imposible: Fallout, aunque este antagonista es más una parodia del de Cavill, malo malísimo y taciturno. 

Los Russo, que conocen bien a Evans, alias el buenazo de Hollywood, le dan un villano bufón, histriónico, charlatán, alborotado, a menudo más ridículo que temible; el 'malo' excéntrico que se queja de que sus heridas duelan tras caer en una fuente. Como en Puñales por la espalda, el bostoniano encaja más en el rol de enemigo atípico. Así, tenemos el contrapunto perfecto de Sierra Seis, el héroe estoico que respeta los cánones del género, que nunca se queja, que no sufre, que no expresa. 

Los dos protagonistas ejemplifican el error y el gran acierto de El agente invisible: la trama y su puesta en escena resultan a menudo un pastiche de otras producciones del género (desde la ya mencionada Misión imposible: Fallout hasta otras como Jason Bourne), pero la historia convence cuando sabe reírse del cine de espías, abrazar lo paródico de sus escenas de acción imposibles o sus personajes impávidos. 

Es ahí donde la dupla Gosling-Evans funciona, cuando se reconocen en los clichés y los vuelcan sin miramientos, jugando más a la comedia que a la acción pura, seria.

Ana, bienvenida seas, siempre

'El agente invisible'
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Ana de Armas ya ha demostrado en Hollywood que puede hacer lo que le dé la gana. Gran sorpresa de Puñales por la espalda (aunque nadie supiera de dónde diablos era su personaje) y musa de la ciencia-ficción en Blade Runner 2049, la actriz cubano-española también dejaba claro lo buena heroína de acción que es en los poquísimos minutos que salía en Sin tiempo para morir. 

En El agente invisible, se reconfirma como espía que mejora momentos testosterónicos (ojalá haberla presenciado acabar con el ego de sus compañeros de un tiro en la batalla final), elevando la trama y dejando con ganas de más, como esa Paloma a la que conocimos junto a James Bond.

Aunque se echa de menos algo más de esa química que compartía con Gosling en Blade Runner 2049 (el filme no termina de decidir si quiere que haya entre ellos algo de atracción o simple compañerismo de 'Buddy Movie'), la actriz logra cautivar en la piel de Dani Miranda, la estrella absoluta al volante de esta película. Es el superpoder de la actriz, mejora todo a su alrededor y, por suerte, esta vez tiene metraje para demostrarlo.

Pasa todo lo contrario con René-Jean Page, conocido mundialmente como 'el Duque de Los Bridgerton', cuya presencia solo se explica por el factor Netflix. Su villano, mandamás corrupto de la CIA, no impone ni resulta mínimamente verosímil, y lo peor de todo es que arrastra con él a Jessica Henwick, que tan solo tiene unos minutos de lucimiento al final y, de tan forzados que resultan, parecen impostados. 

Ríete del espía

'El agente invisible'
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Cinemanía

Como decíamos al principio, habrá quien interprete El agente invisible como una especie de cajón desastre de todo eso que se espera del cine de espías: traiciones dentro de una misma organización, hombres contratados para las atrocidades que tu Gobierno no quiere que sepas, persecuciones destrozando mobiliarios urbanos por grandes ciudades, las cloacas de demasiados estados y sus matones traumatizados... 

Sin embargo, como pasa con sus protagonistas, El agente invisible brilla más cuanto más desvergonzada se vuelve y menos en serio se toma a sí misma. El filme alcanza su cénit con ese Chris Evans riéndose de las cosas más ilógicas que abraza el género, como ese hombre esposado al que decenas de agentes no consiguen alcanzar con sus disparos ("¿Alguien puede darle al hombre esposado a un banco?") o esos esbirros muertos a los que vuelve a disparar por "imbéciles".

Gosling, aunque más constreñido en el corsé de héroe retraído, se encuentra cómodo en el personaje; es uno de esos roles en los que puede alzar la ceja con indiferencia, lucir chándal como nadie y sacar una vis cómica medida (ojo a preguntar por la talla a tu contrincante como método de distracción), como en Dos buenos tipos. 

En determinados momentos, hasta se sacude el estigma de chivo expiatorio frío y contenido, y da rienda suelta a la parte más tierna y divertida de Sierra Seis, sobre todo en las escenas que comparte con Julia Butters (ese "007 ya estaba cogido" como otro guiño cachondo al género) y Ana de Armas. 

Con esta última forma una dupla de acción que, contra todo pronóstico, funciona mejor desde la comedia que desde el esperable romance, con el rubio ejerciendo de damisela en apuros, otro machetazo a los principios del cine de espías. 

Acción descafeinada 

'El agente invisible'
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Si algo han demostrado los Russo a su paso por Marvel es que saben rodar escenas de acción, sobre todo esas peleas cuerpo a cuerpo, coreografiadas al milímetro, con la cámara colándose entre los combatientes de turno, como hicieron en Capitán América: El Soldado de Invierno.

En El agente invisible, las vuelven a defender con tino, como también hacen con las persecuciones, en las que optan por perseguir al protagonista en lugar de acompañarlo; la cámara, en lugar de ir pegada al vehículo, se desliza esquivando obstáculo, lo pierde de vista y vuelve a encontrarlo, como si de un videojuego se tratara. 

La persecución más espectacular, así como la escena de acción más completa, es la que se sitúa en Praga, una secuencia ambiciosa, efectiva y bien ejecutada. Sin embargo, cuando la acción gana envergadura, como cierto avión que empieza a desintegrarse en pleno vuelo (lo nunca visto...), la escena ni siquiera llega a concluir.

Los Russo son directores de personajes y aquí se nota. Sin embargo, a veces les puede la búsqueda de la espectacularidad malentendida, la dictadura del 'más grande es mejor', ese síndrome que invade a muchos cineastas de acción y que consiste en no saber parar a tiempo. En este caso, la batalla del laberinto, con Evans y Gosling protagonizando un bochornoso momento 'macho Alfa' (repetimos, ojalá De Armas hubiera apretado ese gatillo), es totalmente innecesario. 

Entretenimiento con potencial 

'El agente invisible'
'El agente invisible'
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El agente invisible está lejos de ser un filme innovador dentro del género de espías. Tiene una crisis existencial, pues a veces trata de tomarse en serio a sí misma como si de John Wick se tratarse, mientras que otras veces busca hacer parodia del thriller y es cuando mejor funciona. Es casi la misma dolencia que sufre Netflix: ese abrazar su condición de plataforma juvenil y divertida, y a la vez querer ser invitada a las cenas de los mayores y sentarse junto a las películas de autor. 

Sin embargo, los Russo saben lo que hacen y, por eso, sacan provecho a todas sus fortalezas tras las cámaras, como su cuidada dirección de actores y la acción que se acerca al espectador. El resto del filme se lo confían al buen hacer de sus estrellas, sobre todo a ese tridente Gosling-Evans-De Armas casi siempre afinado y disfrutable. 

La superproducción más cara de Netflix (al menos, hasta ahora) es una apuesta entretenida, que cumplirá con las expectativas de los amantes de la acción y contentará a los del thriller. Su potencial no queda del todo exprimido y tiene subtramas y personajes desaprovechados, así como otros que entorpecen el desarrollo de la historia, pero sus actores principales y la buena mano de los Russo compensan todo lo que desluce. 

De confirmarse una saga protagonizada por Sierra Seis, esperamos que los Russo y Netflix puedan dar rienda suelta a su imaginación, al jolgorio y a la locura en las próximas producciones, y se dejen así de complejos de inferioridad. Tal vez ahí, en el thriller más irreverente, encuentren su autoría, su firma única, les inviten o no a la mesa de los mayores. 

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Coordinadora de series 'Cinemanía'

Con un nombre susceptible de ser olvidado, muchos se refieren a mí como la chica del cine y las series, y desde 2016 escribo sobre ellas en CINEMANÍA. Estudié Periodismo en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y tengo un Máster en Periodismo Cultural en la Universidad CEU San Pablo, donde ahora imparto la asignatura Información Cinematográfica. Nunca dejaré de volver a ver 'Friends'.

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